El tigre y el perico

Paula Peña HasbúnCuando asistí a la escuela, en la década de los setenta, las maestras no nos dejaban decir peta, había que decir tortuga,  argumentaban que decir peta- palabra chiquitana-  era de gente inculta; menos decir coto- palabra quechua- había que decir cuello, mucho menos toco- de origen  chiquitano- había que usar un raro término, al menos para nosotros los niños,  el banquillo.En los libros de lectura, aparecía el hornero, no podíamos decir  tiluchi – palabra chiquitana- y así todos los niños cruceños aprendieron que el pajarito color tabaco que abunda en nuestra tierra y hace sus casitas de barro, se llama hornero, no tiluchi; la sicurí había que llamarla anaconda, y la boyé, boa. La lista de palabras que han ido desapareciendo es interminable y han desaparecido  solamente por la creencia de que usar las palabras de origen nativo no es correcto.Al perezoso (Bradypus boliviaensis), siempre lo llamamos perico, nombre histórico usado en Santa Cruz y  en todo el Oriente;  de la misma manera, a lo largo de la historia, al tigre  lo  llamamos tigre (panthera onca), el término jaguar derivado de guaraní yagua es de uso actual.Es importante recuperar los nombres tradicionales que se han dejado de usar debido al afán que tienen algunos en negar nuestro lenguaje, especialmente los profesores, tanto en la escuela como en la universidad y, también los medios de comunicación contribuyen con su parte.Los jóvenes, no conocen a la carachupa la llaman zarigüeya, tampoco al chupacoto, le dicen lagartija. Estas palabras de origen quechua,  al igual que pascana o chilchi , no se usan en la zona andina y muchos asegurarán que son  palabras cien por ciento cambas.Jaúsi para mayor parte de la población, es una línea de trufi, por más que estos tengan la imagen de ese animalito en las puertas, cutuchi, les resulta  una palabra más que extraña y chuturubí, por si acaso es otra línea del segundo anillo. Merecen una felicitación quienes decidieron llamar a estas líneas de transporte público con palabras nuestras.Perseverar nuestro lenguaje es muy importante, pero mucho más, es no avergonzarse de usarlo. Esperamos que los biólogos de la universidad pública recuperen, en sus textos y publicaciones, los nombres populares de los animales y las plantas y que los difundan entre las nuevas generaciones.Fuente: eju.tv