Más pegas, más te quiero

Ivan Arias Durán

Ese parecería el lema de los paceños y paceñas que a lo largo de estos 11 años han demostrado una fidelidad inquebrantable al partido de gobierno y su líder. Pero, paradójicamente, esa lealtad no ha sido correspondida, pues, en vez de mostrar agradecimiento, ha dado señales de olvido y hasta desprecio. Pareciera que EMA no es consciente que está en palacio por el masivo y contundente apoyo que los paceños le han dado a lo largo de estos años.

 Haciendo  un repaso a los procesos electorales que hemos vivido entre 2005 y 2016 tenemos los siguientes datos que muestran el amor casi ciego de los chukutas a EMA. Elecciones nacionales de 2005: 66,6% de apoyo. Elección para constituyentes del 2 de julio de 2006: 63,89%. Ese mismo año, haciendo caso a EMA, en sentido que las autonomías eran señal de separatismo, los paceños votan en contra de las autonomías departamentales: 73,44%.



 El 10 de agosto de 2008 se realiza el referendo revocatorio para que EMA se vaya o se quede, La Paz no quiere que Evo se vaya y lo apoya con 83,27%. El 25 de enero de 2009 se realiza el referendo para aprobar o rechazar la nueva CPE, impulsada por EMA, y, una vez más, La Paz le dice sí con el 78,12%. En las elecciones nacionales del 6 de diciembre del 2009, La Paz premia a EMA para un segundo mandato con 80,28%. Ese mismo año 2009, EMA, cambiando de opinión, pide que ahora  se aprueben las autonomías departamentales y La Paz lo apoya con 78,42%. En las elecciones judiciales de 16 de octubre de 2011, aparece un primer quiebre, donde los blancos y nulos ganan a los válidos con 53,91%. Sin embargo, en las elecciones nacionales de octubre de 2014 el apoyo a EMA para un tercer mandato gana con 68,92%. El 25 de septiembre de 2015 aparece un nuevo quiebre contra EMA, cuando el 68% de los paceños le dicen NO a su estatuto autonómico. Pero ese quiebre otra vez es corregido, cuando en el referendo del 21 de febrero, el 55,8% de los paceños le dice Sí a la reforma de la CPE para habilitarlo por un cuarto mandato. Con semejante apoyo, La Paz no es retribuida y es, más bien, cercenada y olvidada. En un acto que será motivo de juicio de responsabilidades, EMA ha exigido a sus asambleístas departamentales que transfieran al Gobierno central gratuitamente el campo ferial de El Alto. El anterior 21 de junio, castigando al ancestral Tiwanaku, decidió que ahora el centro de los ritos andinos por el solsticio sea en su natal Orinoca. Sin que se pueda detener, la Isla del Sol sufre agresiones a su patrimonio incaico. Los productores legales y la sabrosa hoja yungueña son castigados con la Ley 906. Destruyendo el patrimonio y con el único afán de dejar su huella, ha procedido a demoler casas y edificios históricos o afear la ciudad, y levantar sus mamotretos (palacios de Gobierno, del Congreso, del Ministerio de Economía, de Yacimientos, del Banco Unión, de Impuestos Internos, etcétera) para  así satisfacer «la estética del poder. Obras tan importantes como el teleférico se levantan sin la coordinación con Gobernación y municipios. Inversiones insulsas en canchas y polifuncionales existen por doquier, pero casi nada en recuperar a La Paz como departamento productor. En estos 11 años de gobierno de EMA, La Paz en vez de subir en su índice de productividad  y competitividad ha bajado y perdido miles de empresas. La ciudad de El Alto es la mejor demostración de la destrucción de la capacidad productiva.  El Alto, que  estaba emergiendo como el Shanghái boliviano, hoy es un gran mercado. Hace 10 años en este municipio estaban asentados los más grandes productores de muebles del país, los más competitivos orfebres y metal-mecánicos. La industria textil era motivo de envidia. Hoy, por políticas equivocadas de EMA, la mayoría se fueron al norte de Chile, al sur del Perú o al oriente del país. De la misma forma, La Paz que era punta de lanza en tema de servicios, hoy  es una ciudad de comercio. En la actualidad el departamento no tiene producción agropecuaria sostenible. Trucha, papas, tomates y otras verduras nos entran de Perú.  El ingenio azucarero San Buenaventura y las comprometidas represas de El Bala y el Chepete, además de  la planta nuclear, son algunos de los «grandes regalos del Gobierno para el supuesto desarrollo de La Paz. Pero estas obras en vez de regalos son castigos. No se necesita una planta nuclear en El Alto. Como bien lo dice el Gobernador de La Paz: estas  obras no   dialogan con las necesidades de La Paz. Las obras de la administración central  no están diseñadas en función de la planificación departamental o del municipio donde se hallan las verdaderas necesidades de cada zona. Ivan Arias Durán es ciudadano de la República de Bolivia.Fuente: paginasiete.bo

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