Seguramente no hay quien pueda enumerar de memoria todas las reformas, cambios, reestructuraciones y refundaciones que se han hecho en la educación boliviana, el sector más manipulado y sujeto a experimentos de todo tipo. La última “revolución” ha sido la más agresiva y ha venido acompañada de todo un proceso de “reeducación” de los maestros, muchos de los que ya pueden afirmar con soltura “dígame licenciado”.Sin embargo, nadie sabe más de educación que los padres y a la hora de inclinarse por el mejor, en Santa Cruz no hay más que 49 colegios fiscales que se llenan de solicitudes de ingreso, al punto de que hay quienes pernoctan durante varios días en las puertas de esas instituciones para conseguir un espacio para sus hijos.Estas unidades educativas siempre han tenido estándares de calidad más allá de todas las transformaciones hechas por los gobiernos de turno y representan una ínfima parte del total de establecimientos que a juzgar por tanta intervención pública deberían estar en los mismos niveles de excelencia.Fuente: El Día