En 1995 Hugh Grant fue pillado recibiendo los servicios de una prostituta, es una historia archiconocida. Pero son los detalles los que convierten la historia en un sainete made in Hollywood.
Escándalo sexual. Un término que ha ido significando cosas distintas a lo largo de la humanidad. En los años 50, escándalo sexual era que Ingrid Bergman se largase a Europa dejando a su marido atrás para vivir un romance con Robert Rossellini. En la actualidad, escándalo sexual es que tu director favorito sea trending topic. Pero en los 90, aquella década alegre e ingenua en la que la ley todavía no había puesto límites a la voracidad amoral de la prensa, los escándalos sexuales eran un espectáculo esperpéntico: Carlos de Inglaterra lamentando no ser el támpax de Camilla Parker-Bowles, el ídolo infantil Pee-Wee Herman masturbándose en un cine porno, George Michael entregándose al cancaneo con el señor equivocado o Jesús Vázquez retozando en la playa desnudo con Marlene Mourreau. Y entonces llegó Hugh Grant.El 27 de junio de 1995 Hollywood se había engalanado para darle la bienvenida oficial a la familia a Hugh Grant. Un año después del triundo de Cuatro bodas y un funeral, el encantadoramente apocado actor británico debutaba en Estados Unidos con Nueve meses. El mundo estaba a sus pies pero, cual Ariel en La sirenita, él quería más porque sólo nadar no es original. El 27 de junio de 1995, a la una de la madrugada, Hugh Grant cogió el BMW blanco que el estudio había alquilado para él y se dio un garbeo por Sunset Strip. La negociación que mantuvo con la prostituta Divine Brown es la versión de rebajas de aquel entrañable diálogo de Pretty Woman (el de «me habría quedado por 2000 / te habría pagado 4000»): Brown le dijo que por 100 dólares subiría con él a la habitación del hotel, pero él respondió «sólo llevo calderilla, ¿qué me haces por 60?». Ante la insistencia de Grant, la prostituta accedió a practicarle una felación dentro del coche.Lo que ocurrió a continuación parece sacado de una comedia de enredo. Mientras ella hacía su trabajo, Hugh Grant se vino tan arriba que empezó a pisar y soltar el pedal de freno: desde fuera se veía el coche meneándose y las luces de freno parpadeando, lo cual alertó a dos policías que, tras pasarse un rato riéndose junto a la ventanilla, arrestaron a la pareja. Los agentes declararían después que Grant cooperó en todo momento con ellos y que fue muy educado. Al fin y al cabo, antes que putero es inglés. Pero todos los informativos del día siguiente abrieron con la fotografía de su arresto, hoy una imagen icónica de la cultura pop, y esa expresión de «menuda acabo de liar» que también encajaría en una comedia picante. La historia fue ridiculizada porque en realidad era inofensiva y podía titularse como cualquier comedia romántica (no sólo Pretty Woman, sino también Algo para recordar, Me gustan los líos y por supuesto French Kiss) y el consenso mediático estaba claro: la carrera de Hugh Grant había quedado arruinada antes de empezar.El estudio canceló inmediatamente toda la promoción de Nueve meses y People publicó un reportaje en el que los vecinos de la familia Grant aseguraban que el actor era un muchacho estupendo que siempre saludaba («mis hijos tienen fotos suyas» declaró la señora Kosiski, «yo coleccionaba recortes de prensa y se los daba a sus padres, estaban tan orgullosos de él»). Una productora comentó que «Sean Penn podría salir indemne de algo así, pero no Hugh Grant», dando con la clave del escándalo: Grant había corrompido el molde de la imagen, traviesa pero amable, que Hollywood había forjado para que él encajase a toda costa. «La gente se creía que yo era aquel personaje tan majo que hice en [Cuatro bodas y un funeral]» recordaba el actor hace un par de años, «así que supongo que el contraste entre esa persona y mi comportamiento sucio era una historia muy jugosa«.No había tiempo que perder. En vez de volver a rodar Nueve meses con otro actor, el estudio embarcó a Grant en una gira de disculpas. Un paseo de la vergüenza a contrarreloj que podría resumirse en «lo siento mucho, me he equivocado, no lo volveré a hacer». El comunicado oficial de rigor reconocía que «anoche hice algo completamente demencial, he hecho daño a algunas personas y he avergonzado a la gente con la que trabajo. Lamento ambas cosas mucho más de lo que puedo expresar». Días después visitó The Tonight Show con Jay Leno: «he hecho algo abominable y [su novia, Liz Hurley] ha estado increíble, en contra de lo que leo en los periódicos, ella me ha apoyado mucho y vamos a intentar solucionarlo». El director de Nueve meses, Chris Columbus, se mostró menos diplomático al referenciar a Troy McLure: «mira, al menos no le han pillado con un animal».
¿Y dónde estaba la verdadera estrella de este sainete? Divine Brown regresó a su casa en San Francisco sin tener ni idea de quién era su cliente. De repente vio a cientos de paparazzis en su portal y, en la mejor tradición del «¿pero qué pasa, pero qué invento es esto?», corrió a encerrarse en casa y se sentó junto al teléfono a esperar pacientemente la mejor oferta. Llegó en un par de horas. News Of The World, una publicación tan sensacionalista que no existe en España ninguna con la que podamos compararla para que el lector se haga una idea, tiró el tablero por la ventana al utilizar todo su presupuesto mensual para exclusivas (250.000 dólares) para ocultar a la prostituta (y, tal y como ella exigió, a todos sus primos también) en una casa vigilada las 24 horas en medio del desierto de Nevada. Merecería la pena.En la portada de News Of The World, Divine llevaba el mismo vestido que Elizabeth Hurley había lucido y puesto de moda en la premiere de Cuatro bodas y un funeral un año antes: un Versace con ribetes dorados en los costados. El de Hurley era negro, pero Brown optó por el rojo. Su color fetiche. El color de sus labios, sus tacones y su ropa interior el día que hizo el servicio más rentable de su vida y que llevó a Grant, según ella misma contó, a apodarla «cerecita roja». Divine Brown no escatimó en detalles y se ganó con creces esos 250.000 dólares. Contó que Hugh Grant le había confesado que practicar sexo con una mujer negra siempre había sido su fantasía, que a él le gustaba mucho su perfume «y no, no era Estée Lauder» aclaraba en referencia a la marca de la que Liz Hurley era imagen, o que le encantaban sus pies. También describió la falta de originalidad de su cliente. «Me dijo que era hermosa» recordaba Divine Brown, «y me preguntó que qué hacía una chica tan guapa como yo haciendo la calle, hablaba un poco como el príncipe Carlos, aunque intentaba disimular su acento».Pero ya sabemos cómo acaba esta versión barata de La cenicienta: la carrera de Hugh Grant no se vio dañada en absoluto, Liz Hurley le acompañó al estreno de Nueve meses (con cara de Julianna Marguiles en el piloto de The Good Wife, eso sí) y la película, tras eliminar una escena que sí aparecía en el tráiler donde Grant era detenido por escándalo público, fue un éxito de taquilla. «Lo único que le importa a Hollywood es el dinero» explicaría el actor años después. Notting Hill, El diario de Bridget Jones, Love Actually o Florence Foster Jenkins han mantenido intacta su condición de estrella canalla pero adorable. Su relación con Hurley duró cinco años más, durante los cuales ella logró ser más famosa que en el resto de su vida y la intervención de Grant en The Tonight Show batió récords de audiencia, impulsando a Jay Leno a destronar a David Letterman como el presentador número 1 del late night americano. Hugh Grant y Liz Hurley siguen siendo buenos amigos y él es el padrino del primer hijo de ella.Divine Brown, por su parte, considera que aquella late night que le cambió la vida fue obra de Dios. «Aquel servicio me cambió la vida, cariño» recuerda hoy rebautizada con su nombre de nacimiento, Estella Thompson, «me hizo ganar un millón de dólares». Tras ejercer la prostitución unos cuantos meses más y subir su tarifa de 100 a 2000 dólares (con un plus si el cliente llevaba alianza) porque «todos mis clientes quieren lo mismo que Hugh Grant consiguió, pero tendrán que pagar más que él», Divine Brown se prejubiló. Se compró una casa en Atlanta, pagó la educación universitaria de sus hijas y hoy es una de las socias más activas de la Asociación de Madres y Padres del colegio de su hija pequeña. Hasta le da consejos a Hugh Grant, quien ha sido padre de cuatro criaturas en cinco años con dos mujeres distintas (la primera llamada Xiao Xi, «sorpresa feliz» en chino), sobre paternidad: «tienes que estar ahí de forma incondicional, Hugh, recogerles en el colegio, meterles en la cama. No se trata del dinero, sino de la seguridad».Al final el escándalo sexual ni fue tan escandaloso ni fue tan sexual. Durante unos días la opinión pública asumió que Hugh Grant estaba acabado, pero si hay un lugar donde una trama tan disparatada puede acabar bien, ese es Hollywood. Todos sus protagonis tas tuvieron el final feliz que Hugh no pudo recibir aquel 27 de junio, pero la verdadera ganadora es Divine Brown. Aunque hoy es abuela, sigue confesando que se quedó con las ganas de terminar su trabajo. «Es una pena que Hugh no haya encontrado la felicidad definitiva» reflexiona, haciendo referencia a que el actor tuvo sus hijos alternando entre dos mujeres (el primero y tercero con una, el segundo y cuarto con otra), «pero si está triste, yo estaría encantada de animarle». Fuente: revistavanityfair.es