El kirchnerismo impulsó el fracaso de una sesión que tuvo cinco segundos de quorum

Diputados opositores increparon a Monzó, que terminó por reaccionar a las provocaciones; hubo insultos y forcejeos

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«¡Pelotudo! ¡Pelotudo!». En puntas de pie frente al estrado, Leopoldo Moreau insultó a los gritos a Emilio Monzó. Apenas anunció que se había alcanzado el quorum, el presidente de la Cámara quedó rodeado de kirchneristas que, a centímetros de distancia, le reclamaron desencajados que se levantara la sesión. «¡Están reprimiendo afuera!», le imploró Adrián Grana, casi trepado en el estrado y con cartuchos de bala de goma en la mano. Monzó insistió en que se sentaran en sus bancas. Quería seguir. Pero no se bancó la seguidilla de puteadas: se paró de un salto, dio un paso al frente y le tiró un manotazo a Moreau que no llegó a destino.Fue el momento más caliente de la sesión en la que el oficialismo intentó sin éxito aprobar la reforma previsional. El caos que se vivía en las calles, con corridas y represión de manifestantes, se trasladó al interior del Congreso. En menos de una hora se sucedieron forcejeos entre las bancas, acusaciones cruzadas y denuncias de irregularidades para la obtención del quorum. El oficialismo consiguió el número con lo justo a las 14.35, más de media hora después de convocada la sesión.



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El clima de los minutos previos al inicio del debate, mientras sonaba la chicharra que convoca a ingresar en el recinto, auguraba un final turbulento. En un Congreso blindado por fuera, el personal de seguridad de la Cámara montó un operativo en el interior del edificio. Parados codo a codo delante de la entrada al Salón de Pasos Perdidos, el personal de seguridad exigía identificación a los diputados. Terminaron entrando a los empujones, en medio de forcejeos con los guardias. «¡Te voy a cagar a trompadas!», encaró un desconocido Daniel Filmus a alguien que le impedía el paso.Dentro del recinto se respiraban nervios y ansiedad. A las 14.31, Agustín Rossi se sentó en su banca y reclamó el levantamiento de la sesión. Invocó una cláusula reglamentaria que el kirchnerismo se acostumbró a pasar por alto. Eso le respondió Elisa Carrió, que aprovechó para lanzar una frase que llenó de bronca a los opositores, agolpados en uno de los ingresos al hemiciclo: «Tienen que tener cuidado los diputados de no atropellar a las fuerzas del orden».Agredida anteayer por la Gendarmería, Victoria Donda entró en muletas. «Vení a ver mi pierna», le gritó a Carrió, desde la parte más alta del recinto, e insistió en que se levantara la sesión. Monzó le dio la palabra a Mario Negri. Faltaba sólo un diputado para el quorum. En ese instante, Nicolás Massot salió disparado hacia el pasillo circular que rodea el recinto. Cuando volvió a entrar estaba acompañado por Walberto Allende, diputado por San Juan, cercano al gobernador Sergio Uñac.

Quorum

Mientras en el Congreso se intentaba conseguir el quórum para tratar el proyecto de ley de reforma previsional, en las inmediaciones al recinto un grupo de manifestantes se enfrentaba con la Gendarmería
Mientras en el Congreso se intentaba conseguir el quórum para tratar el proyecto de ley de reforma previsional, en las inmediaciones al recinto un grupo de manifestantes se enfrentaba con la Gendarmería. Foto: LA NACION / Fabián Marelli

Apenas el tablero electrónico marcó 129 presentes, Monzó dio por abierta la sesión. Justo cuando terminó de anunciarlo, el tablero volvió a 128. Fueron cinco segundos de quorum, suficientes, según el reglamento, para sesionar hasta el momento de la votación.Dos minutos más tarde, el número se elevó a 130, pero el caos ya estaba desatado. El primer diputado en bajar corriendo hasta el estrado fue el kirchnerista Horacio «Chiquito» Pietragalla, de más de dos metros de altura. «Hay una diputada en la enfermería», denunció, agitando el brazo derecho. Era Mayra Mendoza, a la que la policía le había tirado gas pimienta a centímetros de los ojos. Enseguida se sumaron Carlos Castagneto, Adrián Grana, Máximo Kirchner y Andrés Larroque. «El Cuervo» apuntaba con el índice a Carrió, sentada en la primera fila.Después llegaron Moreau y sus insultos a Monzó. El manotazo del presidente de la Cámara enfureció a Grana, que le tiró al piso un vaso que tenía sobre la mesa. A Monzó tuvieron que agarrarlo de atrás para que no se abalanzara.Más calmo, Larroque se acercó a hablar con Carrió. Mientras registraba las escenas con su celular, ella le anticipó lo que diría al micrófono minutos más tarde. Tenía el compromiso de la Casa Rosada para dar una compensación a los jubilados por fuera de la ley.

Foto: LA NACION / Fabián Marelli

Por turnos, Juan Cabandié y María Emilia Soria también se acercaron a la banca de la jefa de la Coalición Cívica. «Sos amante de la Constitución. No podés votar esto», intentó convencerla la rionegrina. Mientras tanto, José Luis Gioja se apalabraba a Allende, el sanjuanino que dio quorum.Pese al caos, Massot no se daba por vencido. «La democracia es sentarse ahí y discutir. Los gritos y el patoterismo no son democráticos», dijo, casi sin aire. Entonces entró en escena Graciela Camaño. Sosteniéndose en los apoyabrazos de su banca, para no sentarse en la butaca y dar quorum, sumó su reclamo para levantar la sesión. «No tienen el número. No sigan pasando vergüenza», les recriminó.La presión fue demasiada. Monzó, Negri y Carrió improvisaron una cumbre en el estrado. Minutos después, la diputada pidió la palabra y, después de una lluvia de gritos, solicitó el levantamiento de la sesión. Ya desarmado, el presidente de la Cámara puso el punto final. La oposición lo festejó como un triunfo.

Dos protagonistas de la jornada

Foto: LA NACION

Oficialismo Carrió fue irónica, luego dijo que habría un bono para los jubilados y finalmente dio por terminada la sesión. Monzó reaccionó contra los diputados kirchneristas.

Foto: LA NACION

Oposición Los diputados del FPV increparon a Monzó y generaron una situación violenta. Se notó la nueva conducción de Rossi y el rol de Moreau.

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Fuente: lanacion.com.ar