¿Por qué no se van? El modelo de cártel

Se ha conformado una suerte de “cártel que vive del Estado”, asegura Ayo, quien analiza los pilares sobre los que funciona este sistema.¿Por qué no se van? El modelo de cártelDiego Ayo Politólogo¿Por qué se quiere quedar Evo en el poder? La respuesta es clara: porque a lo largo de estos 12 años han conformado una suerte de cártel. Un cártel que vive del Estado. El Estado es su negocio. A lo largo de este tiempo se ha ido sedimentando este cártel que funciona sobre ciertos pilares.El primer pilar tiene que ver con lo que denominamos el “escenario de partida”. Consiste en tener un control lo más férreo posible de la democracia electoral y su entorno institucional. Esta es la garantía básica sobre la que se asienta este modelo. Lo que equivale a afirmar que si se produjera la alternancia democrática con razonable puntualidad (cada cinco años), el modelo correría riesgo. El cártel tiene como propósito central monopolizar el mercado (político) estableciendo relaciones informales/personales que garanticen la no-competencia. Reitero: esta primera forma de disrupción institucional es la garantía sobre la que se asienta el modelo de cártel vigente hoy en Bolivia.Garantiza, valga la redundancia, la permanencia indefinida del cártel.El segundo, tercer, cuarto y quinto pilares tienen que ver con la necesidad de garantizar el funcionamiento expedito del cártel.El segundo pilar tiene el firme propósito de monopolizar el manejo del excedente. Y cuanto mayor sea este excedente, mejor. No es casual que unas pocas obras de inversión pública se lleven la mayor tajada del presupuesto público en acuerdos comerciales con empresas predominantemente transnacionales.Este fenómeno da lugar a una primera forma institucional del cártel: la captura, que consiste en el vínculo incestuoso entre funcionarios gubernamentales y empresarios (usualmente extranjeros). La política se entrelaza con la economía de un modo soterrado y usualmente ilegal, para garantizar la extracción expedita de las mayores rentas fiscales del Estado (recuérdese por ejemplo CAMC).El tercer pilar tiene el objetivo indispensable de alinear a los principales actores institucionales en torno al cártel. Para lograr ese propósito se exige la subordinación de las Fuerzas Armadas y Policía, Poder Judicial, actores para-estatales (Contraloría, Defensor del Pueblo, Fiscalía), gobiernos autonómicos (opositores), entre los más destacados bajo pautas de extorsión política imprescindibles para un funcionamiento eficaz del modelo de cártel.La lógica es apabullante: “si quieres ascender como general del Ejército, debes reprimir cuando te lo ordene”, “si quieres que no te hundamos por denuncias de prevaricato, es mejor que no defiendas a opositores y además te ayudamos en tu carrera judicial”; y un largo etcétera de relaciones personalizadas, y que por ese carácter precisamente –ese carácter personalizado- suplen a la misma ley.Ello da pie a una segunda forma institucional del cártel: el matonaje. Ésta no se distingue por el uso de la violencia indiscriminada, como usualmente se piensa, sino por el establecimiento de lazos de extorsión/protección personalizados: “tú haces esto, y yo te garantizo protección”.Un cuarto pilar tiene el objetivo de crear una sociedad única, aquella que ha sido bautizada con pomposidad teórica como “movimientos sociales”. El cártel requiere una doble condición de apoyo: en las urnas y en las calles. Los movimientos sociales garantizan, o pretenden hacerlo, ese doble soporte político. Su premio, a cambio, consiste en otorgarles diversos subsidios, viajes, prebendas, cargos y emolumentos que dan pie a la aparición de una tercera forma institucional del cártel: el clientelismo.Un quinto pilar se relaciona al uso patrimonial de los bienes públicos del Estado para beneficio privado de familiares, amigos, socios, compinches y demás aliados inmediatos que conforman el círculo íntimo de poder, y, por ese sitial de poder posicional reciben empleos (las famosas “pegas”), becas, subsidios de diversos tipos, influencia en la focalización de la inversión pública (hacia negocios privados propios) y demás dádivas estatales que terminan por sedimentar una cuarta forma institucional del cártel: la clanificación o dinastización estatal.Finalmente, un sexto pilar tiene que ver con lo que denominamos “el escenario de salida”. Consiste en tener un control lo más férreo posible del Estado de Derecho en sus diferentes expresiones, judiciales, mediáticas y socio-políticas.Esta es la garantía básica sobre la que descansa este modelo. Lo que equivale a afirmar que si se tuviese un Poder Judicial independiente, medios de comunicación con capacidad de supervisar el funcionamiento del gobierno y una sociedad civil organizada para controlar el manejo de la gestión pública (a través de las ONG, fundamental aunque no exclusivamente), el modelo correría riesgo en tanto la corrupción sería penalizada. El modelo no se puede permitir ese lujo.Ello da pie a un nuevo quiebre institucional: el quiebre del Estado de Derecho, que garantiza que el cártel no rinda cuentas. La rendición de cuentas como requisito básico para la consolidación de la democracia liberal se extingue. Y si en el “escenario de entrada” atestiguábamos el quiebre de la democracia (electoral), en este “escenario de salida”  presenciamos el quiebre del Estado de Derecho.Estos pilares coadyuvan a edificar y rubricar el funcionamiento del modelo de cártel.Es por eso que quieren quedarse. Deben protegerlo.Página Siete / La Paz