¿Quo vadis democracia?

Jorge Santistevan Justiniano

Desde el más alto nivel de la política y a partir de los movimientos sociales independientes  incluyendo a las plataformas que pugnan por cambiar esferas del actual modelo para la defensa de los derechos humanos, así como el intento de no seguir marginados del proceso político y económico monopolizado por un reducido grupo ambicioso (de “cinco familias”) sino también contra sus propias conciencias por la situación desventajosa de necesidad, debido al desplazamiento de algo más de 15 años por el actual gobierno, que se resiste a reconocer los resultados del referéndum del 21F, también se resiste a poner en práctica los cambios en el modo de vivir para hacer frente a la problemática civilizatoria, como la convivencia pacífica exenta de odio, racismo, revanchismo político, intolerancia y sin voluntad para superar los escollos en la formación de conciencias, profundizando consecuencias negativas en las cuestiones democráticas, sociales, económicas hasta medioambientales.

Esta atonía política, deforma el sistema que obliga a diferentes organizaciones sociales independientes del país a defenderse hasta la consecución de sus planteamientos y lo van a lograr porque a lo largo de la historia nunca las FFAA ni la Policía doblegaron por mucho tiempo a un pueblo. Hasta el momento no hay luz al final del túnel, pero lo cierto es que ya empezó a generarse una compleja transformación de la sociedad producto del agotamiento de la paciencia desde lo individual hasta lo colectivo, no hay certeza hacia lo que bien, pueden hacer; pero con seguridad están en condiciones de “enfrentar” a la prosecución de la consigna oficialista (mantenerse en el poder).



Fruto de la actual política económica, la esfera de los intereses públicos ya están al alcance de las fortunas privadas, si bien se han producido nacionalizaciones “hibridas” a favor del Estado, también existe un fortalecimiento de “privados criollos” y extranjeros, que acaparan la economía plural del Estado, robusteciendo el monopolio y oligopolio que les permite el control y la exclusividad en la producción y comercialización de bienes y servicios, en franca vulneración de la constitución económica del Estado, en sus cláusulas.  306.II y 314, (entre otros), tampoco dejemos de lado, un mal que debilita a la sociedad: la producción de la hoja de coca ilegal,  como la única “producción agrícola” que se mantiene sostenible, sin perdidas y a buen ritmo, debilitando seriamente al estado.

La llamada “revolución” política y cultural masista, cuya tendencia “socialista” al estilo cubano, contrario a su política económica, intentó subrepticiamente crear el valor, relacionando la buena oferta con la buena demanda en el país, principalmente en el Dpto. de Santa Cruz, lugar donde se crea riqueza, motivo por el que llegan a diario grandes masas humanas desplazadas por la pobreza e impulsadas por intereses políticos; de tal forma que las migraciones están convirtiéndose en un hecho básico en la economía. El “Socialismo del siglo XXI” ocasionó en Santa Cruz, un desfase entre la migración y el espacio territorial, lo cual pone en riesgo los parques nacionales creando graves secuelas políticas para futuros gobiernos. Finalmente, la combinación de actores sociales, en concordancia al respeto a las estructuras del Estado dará como resultado un cambio en la vida política en el país, manteniendo como premisa que el DEBER LEGITIMO de todos los bolivianos es: “recuperar la democracia plena, el estado de derecho y la independencia de los órganos del Estado”.

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Jorge Santistevan Justiniano  es abogado Constitucionalista – profesor universitario