Fuga de raquetas

Arturo Yáñez Cortes

No es ya una novedad para nadie, que el único deporte que sistemáticamente le otorga triunfos a Bolivia, es el raquetball. El éxito no sólo es en el ámbito bolivariano o sudamericano, sino mundial, pues marcando una enorme diferencia respecto de cualesquier otro deporte, en éste somos una potencia mundial y no por obra de uno que otro deportista, de forma casual, sino de manera reiterada, en todas las categorías (incluyendo las máximas) e incluso, asegurando la respectiva renovación generacional.

No se trata de una casualidad, sino exactamente lo contrario, pues ya son varias las generaciones que pueden exhibir éxitos en diversos campeonatos, tanto damas como varones, juveniles y por cierto, en las máximas categorías. Es definitivamente, el único deporte de talla mundial que Bolivia tiene.



Lo logrado por el chuquisaqueño Conrrado Moscoso y los hermanos Keller en los recientes  XI Juegos Sudamericanos de Cochabamba, confirman por si alguien tuviera dudas lo arriba aseverado; aunque, también estos juegos han puesto en evidencia la fuga de raquetas –en palabras del multi campeón Moscoso- ya que las finales de las categorías disputadas, lo han sido prácticamente entre jugadores bolivian@s, unos compitiendo por su patria y otr@s, por la que han sido contratados, ante la complacencia de quienes administran el deporte “boliviano”.

Así las cosas, los soberbios raquetazos de nuestros campeones, no sólo fueron contra las pelotitas azules sino, debieran haber impactado en las cabezas y espero, la conciencia (si les funciona) de las autoridades que gestionan el deporte boliviano. ¿Cómo es que por su lenidad han permitido que nuestros valores estén compitiendo por otros países? ¿No debieron haber asegurado desde hace varios años que esos brillantes deportistas compitan por su patria  y no por otra, que les contrató? ¿Acaso no es su deber garantizarles las mejores condiciones  a quienes se destacan? ¿O es que, sólo aparecen para la fotito, una vez producido el éxito?

Si se tratara de cualquier otro de los deportes en los que, con todo respeto, priman la mediocridad, las derrotas sistemáticas cuando no las goleadas y papelones, seguramente no habría mayor problema. Pero, tratándose, reitero, del único deporte sistemáticamente exitoso del país, el que tengamos a nuestros deportistas del más alto nivel competitivo representando a países vecinos, prueba más allá de toda duda razonable, que de nada sirve tener ministerios del deporte u otro tipo de organizaciones públicas, cuyo deber constituye impulsar y apoyar a los deportistas y no, como ocurre, servir como otra de las reparticiones encargadas de ensalzar a su amo o, facilitar los buenos negocios del concuñado, etc. Ya lo dijeron las temibles RRSS, la plata ya se la llevaron los allegados al poder.

El estado pluri (aunque antes también ocurrió) ha también revolucionado aquel viejo concepto de la fuga de cerebros o talentos, llamada también migración altamente calificada y ahora podemos acuñar el concepto de la fuga de raquetas. En todos los casos, la causa obedece sencillamente a la falta de oportunidades de desarrollo en sus áreas respectivas, por motivos económicos, políticos u organizativos en su país natal. ¿No debiéramos construir un estado y una sociedad de oportunidades para todos y por supuesto, óptimas para los mejores preparados? ¿O será que aquí en Bolivia: «Nunca pierde la oportunidad de perder todas las oportunidades»?