La justicia boliviana ha sido reducida a un truco navideño típico de Papá Noel, a quien acusan de haberle robado la fiesta al Niño Jesús. Hablamos del indulto presidencial, que se ha vuelto un clásico de fin de año, esta vez con beneficio para más de 2.500 privados de libertad por delitos leves, un número superior al del año anterior. Veamos por qué decimos esto. Durante todo el año la justicia es una verdadera cloaca, con muchos “chicos” que se portan mal y no hablamos de los presos, sino de los policías que violan los derechos humanos, con fiscales que se hacen de las suyas con las leyes y los procedimientos, con jueces que suspenden audiencias y que cobran muy bien por acelerar las cosas, cárceles que son un nido de serpientes que se hacen ricas a costa de los pobres diablos, etc, etc. Todo eso llena una bolsa espuria y maloliente hasta que llega el presidente disfrazado de Santa Claus y decreta el indulto. Cambiar la justicia significaría acabar con un gran negocio.
Fuente: eldia.com.bo