La pérdida de sus padres y la imposibilidad de tener hijos han marcado la biografía de la primera ministra británica más cuestionada.

Theresa May sigue prorrogando los últimos días de su vida política, pero la todavía primera ministra ha atravesado momentos personales mucho peores, y con efectos más duraderos. Es algo que ella misma reconocía hace seis años, en una entrevista con el Daily Telegraph, cuando todavía no era siquiera candidata a liderar al Partido Conservador, pero sí la mujer más veterana en política inglesa. El periódico destacaba la «sensación constante de pérdida» que confesaba la entonces ministra: «Miras a las familias todo el tiempo y ves algo que está ahí y que tú no tienes».
Es un tema sobre el que volvió a hablar hacer menos de dos años y medio, cuando se atrevió a dar el paso para sustituir a un David Cameron a la fuga tras el referéndum del Brexit. Ése que -recordemos- no salió como deseaba el Gobierno tory. Entonces, una sonriente May se atrevió a hablar de su vida personal con elMail on Sunday, volviendo a incidir en el mayor dolor de su vida: el no haber podido tener hijos con su marido Philip, con el que lleva «felizmente» casada casi 40 años.
«No pudo ser», reconocía en la entrevista. «Cosas que pasan». Y la medicina de la época -se casaron en 1980- no pudo ayudar a la pareja. May ha reconocido que lo intentaron, pero que no fue posible, y la impertérrita líder ha preferido siempre «no entrar en detalles», ni con el Telegraph ni con el Mail. May, sin embargo, siempre ha procurado no plantearse en exceso cómo habría sido su vida, política o personal, de haber cumplido ese deseo de ser madre: «es algo imposible de contestar, porque nunca puedes saber cómo habrías sido de haber salido las cosas de otra manera».
Fuente: revistavanityfair.es