Con más de 50 años de trayectoria musical, el cantautor boliviano se ha convertido en un referente de la canción de protesta en Bolivia.
El cantautor boliviano Luis Rico. Foto: ANF
La Paz, 21 de abril (ANF). – Una tarde soleada de abril, Luis Roberto Rico Arancibia, oriundo de Tupiza, Potosí, nos abrió las puertas de su casa en la zona San Pedro de La Paz para conversar. El tupiceño de 73 años nos saludó con mano firme y en pocos minutos estuvimos en su santuario, un estudio de grabación que posee al interior de su domicilio.
Un ambiente tranquilo, cómodo, un lugar que es fiel testigo de su trayectoria musical, aquella que forjó a través de los años, épocas que convirtió en canciones. Allí, ataviado con su sombrero y con ese bigote que siempre lo ha caracterizado, comenzó a convertir su historia en una canción.
Una respetable guitarra
Antes que su natal Tupiza lo viera nacer como artista, Rico llegó a La Paz en 1965 con la intención de conseguir una beca de estudio para ser profesional. Sin embargo, el destino le tenía guardado otro futuro porque no logró el cometido. Tuvo que volver por donde vino y la Villa Imperial lo espero con nuevas oportunidades. Allí pudo estudiar Economía.
El talento artístico le fue heredado de su padre Jorge Rico, hábil intérprete de una peculiar guitarra y dueño de una buena voz. Rico recordó aquel instrumento de cuerda con mucha nostalgia.
No era una guitarra común porque se había templado en medio de los fragores de la Guerra del Chaco (1932-1935), enfrentamiento bélico al que había asistido don Jorge Rico y del que volvió guitarra en mano.
“Nosotros teníamos prohibido tocar esa guitarra, Estaba colgada en la pared. El valor que tenía para mi padre era muy fuerte”, añadió con voz melancólica.
Nace el artista
Mientras habla, revive las experiencias que fácilmente pueden convertirse en arpegios de su guitarra. Entre los acordes nos contó que su carrera artística inició en 1967, casi como un pretexto para denunciar la Masacre de San Juan, el asalto que se dio a los campamentos de la mina Siglo XX, en Catavi, Potosí, por órdenes del entonces presidente general René Barrientos.
“Desde ese momento nos dedicamos a tocar la guitarra y a describir la realidad por la que atravesaba el país”, dijo.
A partir de ese momento, Rico se declaró cantautor militante de la democracia, que más allá de un sistema político representó una forma de vida para el artista potosino. Ya por 1969, un grupo de amigos decidió dar un impulso decisivo a Rico y lo inscribió a un festival nacional de música folclórica en Cochabamba. Allí interpretó su primera canción: “La Patria”, tema que amistosamente nos regaló.
El resultado fue lamentable porque el jurado decidió descalificarlo bajo el argumento de que la canción no estaba enmarcada en el folclor nacional. Sin embargo, los obstáculos prueban el temple de los verdaderos artistas.
Para las décadas de los 70 y 80, la sombra de las dictaduras se tornó mucho más oscuras. Los gobiernos de facto, principalmente de Hugo Banzer Suárez (1971-1978) y Luis García Mesa Tejada (1980-1981), provocaron que muchos bolivianos se exiliaran. Entre ellos estuvo Rico, quien optó por refugiarse en Francia y luego en México.
Tras el retorno de la democracia al país, en 1982, el artista de la canción de protesta retornó a Bolivia. Ante el inminente juicio de responsabilidades de García Meza, muchos años después, decidió componer una canción que ya anticipó una condena moral contra el militar que se apoderó del poder a costa de muchas víctimas.
Se hace amigos y camino al andar…
Hay que verlo tocar la guitarra. Su mano derecha, en el que porta manillas que llevan las figuras del pueblo jalka de Chuquisaca, parece tener vida propia. Va y viene generando una melodía que ya paseó por diferentes partes del mundo.
Al momento suma 500 composiciones que fueron plasmadas en 33 discos grabados. Canciones que nos hablan de distintas temáticas como el campesino, el minero, la mujer, la niñez y el medio ambiente.
El ambiente hogareño que lo rodea a Rico también es especial. El gusto por el arte también recayó en su esposa, quien se dedicó a la cerámica artística. Sus dos hijas no se quedaron atrás. La mayor es artista plástica y la menor licenciada en música, dos aliadas que tiene Rico para sus producciones musicales.
De sus amistades hablaría bastante. Los de la infancia, del ámbito musical y del barrio. Pero guarda un lugar especial para una que sucumbió víctima de un feminicidio. Así nació la canción “15 puñaladas”.
Dedicado a la enseñanza
La actualidad de Luis Rico se desarrolla entre la enseñanza y la música. Es un atento abuelo que acompaña la educación de sus nietos. Así mismo, su capacidad lo ha llevado a encarar proyectos que lo llenan de satisfacciones.
“Mi arte me llevó a tener una experiencia muy bonita con chicos que tienen Síndrome de Down, con quienes compusimos canciones. Yo siempre comparto y busco transmitir mi conocimiento para todo aquel que esté dispuesto a aprender”, dijo.
Entre música e historias pasó la tarde. No pudimos irnos sin antes pedirle a aquel trovador de historias que se despida con lo que mejor sabe hacer. Después de todo, esta será otra experiencia que también la convertirá en canción.