
Portada del libro ‘Springfield Confidencial’ y caricatura del guionista Mike Reiss.El equipo ha tenido que adaptarse, además, para tener más representatividad. Uno de los capítulos más aplaudidos por la crítica de la temporada 30 lo escribe una mujer, Megan Amram, algo que era imposible en los primeros lustros de Los Simpson, cuando no había mujeres en el equipo. Pero, en este caso, la voz de una mujer era básica. En la trama, el payaso Krusty sustituye el programa de Rasca y Pica con mujeres, lo que crea una escandalosa protesta entre las asociaciones masculinas del pueblo. «Prácticamente todos los guionistas fichados en la última década son ‘contratos de diversidad’, mujeres o personas de otras etnias. Acabamos de incorporar dos mujeres, pero odio el término porque son escritores maravillosos y no me gusta ponerles sello. Los guionistas son hasta más jóvenes que la serie», puntualiza.
Esa evolución les lleva a replantearse decisiones que antes parecían normales. El documental El problema con Apu, estrenado en 2017, criticaba el estereotipado papel y acento del vendedor hindú del Badulaque como uno de los pocos personajes indios en televisión. Reiss argumenta que siempre lo escribieron con «profundidad y dignidad» como otro estereotipo más, si bien reconoce que el actor Hank Azaria prefiere no interpretarlo: «Nos da pena abandonar un personaje tan querido, pero los tiempos cambian, y quizás a Apu se le acaba el tiempo».
En esta misma sintonía, hace unos meses se estrenó el documental Leaving Neverland, en el que dos hombres detallaban cómo Michael Jackson había abusado de ellos cuando eran niños. En Los Simpson decidieron eliminar de circulación el capítulo de 1991 Papá, loco de atar, considerado de los mejores, donde el fallecido rey del pop tenía un papel invitado: «Ver su lado oscuro nos volvió reticentes a celebrar su legado en nuestra serie», argumenta el productor, que niega influencias externas en cualquier decisión que tome su equipo: «Disney no tiene efecto alguno. No interfiere, como jamás hizo Fox».
Al principio, ni Reiss apostaba por la longevidad de una serie de dibujos en horario de máxima audiencia. Cuenta en el libro que le daba seis semanas. «Conseguí trabajo en Los Simpson como conseguí a mi mujer: no era su primera opción, pero estaba disponible», escribe. Hoy lleva 30 años fichando cada mañana para pasarse el día lanzando chistes al aire. Entre bambalinas ha visto morirse repentinamente a actores del reparto, ha vivido peleas entre los creadores Matt Groening y Sam Simon por llevarse el mérito de la autoría de la serie, ha charlado con el escondido artista Banksy en 2010, ayudó a profetizar al presidente Trump y lidió con Michael Jackson cuando intentó boicotear la grabación en 1991 al llevarse un doble para cantar una canción.
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El resultado de una de las poquísimas obras que no necesita presentación en prácticamente todo el mundo, mucho menos en España. «Nuestros seguidores de habla hispana son los más devotos del planeta”, añade. “Quizás no sea casual que las grandes exportaciones artísticas de España tengan humor (Buñuel, Dalí, Almodóvar, e incluso Goya) o sean animadas (Miró, Picasso…). Me retrotraigo hasta Cervantes, que es descacharrante, cruel y al mismo tiempo enternecedor. Quijote y Sancho son Burns y Smithers en el siglo XVI», teoriza Reiss, que también colaboró en los guiones de Ice Age, Gru, mi villano favorito o Kung Fu Panda.
Su serie es más que una emisión semanal y formar parte de ella, prácticamente una responsabilidad. Los Simpson es una institución histórica. Ni Padre de familia, ni 30 Rock, ni Veep (la favorita de Reiss) existirían sin ella. Pero para Reiss son simplemente amigos a los que ha dado voz durante más de la mitad de su vida. «Es simple. Todavía trabajamos duro para darle a la audiencia la mejor serie que podemos hacer», responde finalmente a esa pregunta que tanto odia.
Fuente: elpais.com