Se llama Paco Ignacio Taibo II porque su padre era Paco Ignacio Taibo I, también periodista y escritor, socialista, quien tuvo que añadir el I a su apellido luego de que su hijo empezara a publicar libros. Y es que Taibo II es escritor en el más básico de los sentidos: como dice en esta entrevista, trabaja al mismo tiempo en tres o cuatro textos; su primera obra apareció en 1971, a sus 22 años. Ya lleva al menos 50 libros publicados; aparte de la novela policiaca e histórica, son memorables sus biografías Pancho Villa. Una biografía narrativa y Ernesto Guevara, también conocido como el Che.
Activista político desde muy joven, participó en la revuelta estudiantil de 1968. Escribió junto al entonces Subcomandante Marcos la novela, como dice, “a cuatro manos” Muertos incómodos (falta lo que falta) (2004). Militante sobre todo desde el ámbito cultural del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), partido político de izquierda mexicano liderado por Andrés Manuel López Obrador, hoy día es director del célebre Fondo de Cultura Económica, “grupo editorial en lengua española, asentado en México, con presencia en todo el orbe hispanoamericano, sin fines de lucro y sostenido parcialmente por el Estado” (sitio web). Paco Ignacio Taibo II, con todo, no deja ser irreverente y crítico con Morena; hace solo unos días, en una conferencia con estudiantes dijo que el partido se había convertido en “blandengue, electoralista y (de) buscachambas (…) hay un proceso de lentitud, Andrés sigue bombardeando desde la mañanera, propuesta tras propuesta, pero el aparato del Estado no se mueve a la velocidad que se mueve Andrés”. Lo que sigue es una breve plática con el escritor sobre ‘temas políticos’.
— A 52 años de su muerte, ¿qué se puede decir del Che hoy día? Le invitaron a una charla sobre él.
— Que sigue siendo mi punto de referencia moral, yo sigo siendo guevarista. América Latina no son 18 paisitos, es un continente, uno solo; y soy bolivariano y soy guevarista, eso claramente; y estando en Bolivia estoy en casa. Este rollo de las fronteras, no, no, no. Soy latinoamericanizante, y se lo debo al Che, fíjate; haber pasado tantos años viviendo con él, escribiendo su biografía.
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— ¿Cuántos años tardó?
— ¡Pucha! Desde que empecé debe de haber sido un trabajo como de seis años; yo nunca escribo un libro, siempre escribo tres o cuatro, y de repente uno de éstos dice “yo estoy maduro”, y me concentro para rematarlo; pero era una investigación, porque son miles y miles de fuentes, y yo iba sumando y sumando. Entonces aprovechaba: tengo un viaje a Argentina, bueno, me voy a Rosario, a ver la infancia; y viajo y veo y tomo notas, y veo archivos, y me regalan fotos; iba sumando a la investigación.
— Y nos contó que vino a Bolivia tres veces…
— Tres veces, me eché caminando La Higuera, el camino a La Higuera, en medio de los mosquitos, que por cierto son cabrones los mosquitos por el llano, en esa zona. Cuando llegué se me cayó el mundo al suelo, por ver el lavadero donde depositaron el cadáver. Había visto tantas veces la foto, había visto los cuadros, que la glosamos, y de repente lo ves en vivo… Cuando escribes sobre un personaje, vives con él, te habla en las noches, tú le contestas, y vivimos con el Che; y el Che siempre me regañaba, decía ‘no, no digas eso, eso no lo pongas, eso qué importa’. Y es que el Che siempre era, fui descubriéndolo cuando lo escribía, un hombre extremadamente celoso de su privacidad, y en ese sentido tampoco le gustaba que exploraras muy a fondo; yo era consciente (de eso), pero entonces le dije, ‘eres historia, te jodiste’, y no le hacía caso; pero me hablaba. Fue una experiencia muy dura, cuando terminé el libro quedé desfondado; lo vives con él así y tu fantasma se queda a vivir contigo; me hacía cosas horribles: en la noche me decía ‘vente, vamos…’, yo trabajaba 14 horas y en la noche me decía ‘vente, vamos a construir una escuela, con ladrillo’. Yo no construí nada, soy un inútil, no sé ni dibujar casitas para mi hija, y ahí me tenía cuatro horas levantando ladrillos; claro, yo me levantaba agotado con el extra que me había puesto el Che…
— ¿Qué ha sido del subcomandante Marcos? Usted escribió un libro con él.
— Tenemos una relación de distancia; hace mucho que no nos vemos y no hablamos; escribimos una novela juntos y luego nos separamos, nos distanciamos políticamente; tampoco lo sigo queriendo mucho porque no lo veo.
— ¿Y los zapatistas hoy?
— Los sigo queriendo mucho, pero no los veo.
— Pero ¿cómo está el movimiento…?
— Ahí están. Pero nosotros estamos en otra locura, en la locura de usar el aparato estatal para hacer cambios profundos en México.
— Lo que se dice es que el gobierno de López Obrador de alguna manera bebe de esta revolución zapatista.
— Bebió de todo. Bebió de la disidencia de 40 años de mexicanos que estamos hasta los huevos de soportar la dictadura panista y priista, y la corrupción, el doble lenguaje, la represión; en ese sentido, pues era eso.
— ¿Qué está pudiendo hacer el gobierno de López Obrador?
— Mira, ha logrado dos grandes éxitos: uno de ellos es destruir la corrupción en el nivel más alto, la ha hecho pedazos; y el segundo, está lanzando una política económica hacia los pobres que prevé en el corto plazo una recuperación económica de abajo hacia arriba; si tú inyectas en la economía popular becas para madres solteras, apoyos a jóvenes de primera escuela, etcétera, etcétera, vas logrando reactivar la economía de abajo hacia arriba, y está funcionando.
— ¿Y con el narco, qué pasa?
— ¡Ouch! Esa es la pinche locura. Las soluciones rápidas no existen; por lo tanto, tienes que usar una combinación de llegar donde el narco era propietario de la región, crear programas sociales que le ofrezcan a los jóvenes una alternativa diferente, recrear una estructura policial vinculada a la sociedad, y sobre todo destruir los nexos entre los políticos y el narco.
— Bolivia. Lo que se dice aquí es que el caso de López Obrador es similar al de Evo Morales: triunfo con mayoría absoluta, tras una crisis del sistema partidario.
— No sé. Entiendo que sí, superficialmente interpreto que sí. Superficial porque yo tengo una percepción de Bolivia, a pesar de que vine muchas veces, muy superficial. Los mexicanos vivimos los últimos años con un defecto grave, que era que estábamos con orejeras, no abrías la sección internacional del periódico, abrías la nacional, cultura un poquito, porque la tensión de la batalla final para ganar las elecciones y los primeros meses de López Obrador ha sido tremenda. Entonces, nos desinternacionalizamos a lo tonto, y yo, mea culpa: “cómo es posible, diriges una editorial transnacional, que cubre toda América y estás pensando solo en mexicano; tengo que levantarme en las mañanas, pegarme contra la pared para mejorar un poco; entonces, no, la intención es tomarle mejor el pulso a Bolivia, desde luego hay simpatías y coincidencias, son dos gobiernos de izquierda, signifique eso lo que signifique.
(*) Entrevista llevada a cabo con la colaboración de la periodista Naira de la Zerda
Paco Ignacio Taibo II. Obtuvo al menos once premios: Grijalbo de Novela (1982), Café Guijón (1986), Nacional de Historia (1986), Francisco Javier Clavijero (1987), Hammett (1988-1991), Latinoamericano de Novela Policiaca y Espionaje (1990), Internacional de Novela Planeta-Joaquín Mortiz 1992, entre otros.
Datos
Nombre: Francisco Ignacio Taibo Mahojo
Nació: En Asturias, España, el 11 de enero de 1949, vive en México desde los 10 años.
Ocupación: Director del Fondo de Cultura Económica.
Perfil
Apasionado por el género policial, en 1986 en La Habana, Cuba, junto con otros seis narradores, fundó la Asociación Internacional de Escritores Policiacos (AIEP).
La Razón / La Paz