Breves apuntes a propósito del Cabildo del 4 de octubre


Marcelo Añez1. Lo mejor del Cabildo -no cabe duda- fue la expresión directa de cientos de miles de personas. Su legitimidad incuestionable, que toca fibras, que llega al hueso. Que emociona.2. La ciudadanía harta de impotencia y frustración dijo basta ante la catástrofe medioambiental que significó los millones de hectáreas incendiadas de la Chiquitania. Hastiada de sentirse atropellada por un gobierno autoritario, abandonada por lo que considera “tibieza” de sus líderes políticos, decepcionada de sus empresarios y más decepcionada todavía de sus grandes medios de comunicación tradicionales. Maniatados o silenciados o perseguidos o bien acomodados.3. De qué sirvió el Cabildo?. Nadie sabe. Las conclusiones son extemporáneas, retóricas, o directamente desatinadas e inútiles. La Chiquitanía ya se quemó, y ya llovió. Podemos concluir que el Federalismo es maravilloso pero eso no implica que vayan a dárnoslo. Tienen que darse muchas condiciones específicas para que el poder se ceda o se comparta pacíficamente. Una cosa fue arrancarle la elección de prefectos a un gobierno tambaleante y debilucho en 2005 y otra bien diferente es enfrentar a un totalitarismo que, como tal, concentra el poder y está dispuesto a todo para retenerlo.4. A dos semanas de las elecciones, un acto de la magnitud política del Cabildo debió servir para marcar una dirección a la cruceñidad, un rumbo electoral claro. El Comité debió pedir el voto a la ciudadanía en favor de la alternativa que más chances representa de viabilizar eso que el Comité dice perseguir: Democracia, Federalismo y Respeto al Medio Ambiente. Es decir por Oscar Ortiz. O por último pudo sumarse a esa consigna del “voto útil”, pidiendo el voto estratégico por Carlos Mesa. Pero no hizo nada de eso y optó por algo mucho peor: incentivar con su silencio y ambiguedad la nefasta antipolítica. Promover en la gente el desprecio por la política y los políticos: nuestra condena a seguir siendo víctimas y seguir maldiciendo el centralismo a través de los años.5. Es curioso que la misma gente que desprecia la política y los políticos (así, en general) ingenuamente cree que cualquier cosa que lleve la etiqueta de “ciudadano”, “plataforma” o “comité”, automáticamente tiene garantía angelical. Digamos la verdad. El comité fue siempre un trampolín político que negó siempre ser un trampolín político. Que de democrático tiene más bien poco. Y cuyo principal activo es la legitimidad emocional que todavía le asigna una parte de la cruceñidad por nostalgia de un pasado idealizado que ya no es. Y de las glorias de Don Melchor. Pura nostalgia y desfase con el presente. Antes, años atrás, el Comité era la única representación política cruceña posible y legítima cuando a los alcaldes y gobernadores los ponían desde La Paz. Ahora que finalmente los cruceños podemos elegir a nuestras principales autoridades, cuál es la razón de ser del Comité?.6. Luis Fernando Camacho ha dado muestras de una valentía que raya en temeridad. Algo que una parte de la sociedad cruceña venía esperando desde los sucesos de 2009. Pero eso no basta. Dice no tener agenda política, como si eso fuese un mérito. Pero la tiene. Y no está mal que la tenga. No solo tiene derecho, es bueno que de una vez por todas quienes reprochan todo al actual Gobernador (elegido por 6 de cada 10 cruceños en 2015) que lo difaman y lo demonizan, se animen a crear su propia alternativa política, una por la que la gente pueda votar, si quiere. La legitimidad del Comité debe estar unida a la política local, no enfrentada.7. El federalismo o cualquier forma de autodeterminación cruceña no llegará por el aislacionismo. No se logrará alambrando Santa Cruz, ni pretendiendo desengancharla de Bolivia. Es muy tarde para eso; Bolivia ya se nos metió al canchón. El camino que lleva hacia la autodeterminación cruceña es la construcción de poder político nacional. Y para eso es necesario dejar el griterío desde la tribuna y jugar el partido. Seducir al país desde el oriente. Dejar el amor por los símbolos de poder y construir poder real. Jugar políticamente, sin timideces ni complejos. Si no nos gusta lo que hay, creemos nuestra alternativa política. Una que pueda elegirse electoralmente. Dejemos de orillear el desafío con Plataformas y Comités. No estamos en 1904 y la ciudad ya no es una aldea de 50.000 almas. Abramos los ojos. Hoy la historia, la economía y la demografía señalan el destino de Santa Cruz para liderar políticamente al país. Solo falta que nosotros los cruceños nos demos cuenta.