El presidente boliviano es el favorito para revalidar el cargo este domingo a pesar de sus 13 años de Gobierno. Un 15% de indecisos dudan entre fidelidad y desafección
El malestar de estos sectores populares no supone, no obstante, una ruptura automática con el Gobierno. El barrio de Villa Ingenio luce desangelado a pesar del mercado de todos los viernes. En el puesto de Gregoria Calamani, de 44 años y con cuatro hijos, un punzante olor a chicharrón de pollo invade a todo el que se acerque. Jorge Mamani, de 46 años, es artesano y vende trajes de baile. Defiende a Morales, aunque tenga sus objeciones. “Ha hecho colegios, carreteras, hospitales, pero la gente del campo tiene más problemas. A la gente le gusta Evo, pero no le gusta la corrupción que también ve en su entorno. Creo que va a ganar, quizá esta vez haya una segunda vuelta”, apunta.
Gregoria, que ingresa menos de un dólar por cada plato, se queja de que “no hay trabajo”. La estabilidad, la reducción de la pobreza del 60% al 35%, según el Banco Mundial, y los datos macroeconómicos, avalados por el Fondo Monetario Internacional, son precisamente la baza a la que ha recurrido el mandatario durante la campaña electoral. El fantasma de la crisis argentina y de los ajustes de Ecuador le dio más argumentos, aunque sus adversarios políticos le recuerdan que el modelo no va a ser sostenible a largo plazo. Y, sobre todo, que con estas elecciones puede consolidarse el camino autocrático del país. Morales perdió en 2016 un referéndum sobre la reelección indefinida. Sin embargo, primero un fallo del Constitucional y después una decisión del Tribunal Supremo Electoral le permitieron presentarse.
“Tenemos que restituir la legitimidad y la transparencia al sistema de justicia. Necesitamos iniciar una transformación del patrón de desarrollo hacia una economía posextractivista que no dependa únicamente de la minería y de los hidrocarburos”, afirma Carlos Mesa en declaraciones enviadas por su gabinete a EL PAÍS. Aun así, este aspirante asegura que no prescindirá de las políticas de apoyo a las clases populares. “No voy a eliminar ninguno de los bonos sociales ni vamos a asumir ninguna medida que afecte a la gente que lo necesita”. Mesa, el único candidato con capacidad de restar apoyos al MAS, se presenta como renovador a pesar de haber sido presidente entre 2003 y 2005. “El cambio en Bolivia no es una propuesta electoral, sino una demanda ciudadana”, apunta antes de mostrarse optimista. “Pensamos que vamos a ganar en primera vuelta, aunque estamos preparados para todos los escenarios electorales”.
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El presidente Morales, que cerró la campaña el miércoles, precisamente en El Alto, con un mitin multitudinario, pidió “cinco años más” de confianza. “No me abandonen”, exhortó.
Los indígenas, sin embargo, dudan. ¿Qué piensa de Evo Morales? Gregoria Calamani sonríe. Al igual que Juana Gutiérrez, vendedora de frutas en otro mercado. O don Eusebio, un curandero que promete sanar y leer el futuro a partir de 30 bolivianos (4,30 dólares). Todos con el mismo argumento: la situación es mejorable, pero podría ir peor. “Antes había mucha pobreza, ahora hay menos”.
Fuente: elpais.com