El cuento de Orán

Manfredo Kempff Suárez

Sabemos que Evo Morales y algunos de sus seguidores son diestros en el arte de provocar inquietud o miedo. Morales ha huido del país porque la población no le aguantó su último fraude electoral y tenía muchas ganas de atraparlo y cortarle la cabellera por tramposo. Se fue a México como asilado, armó conflictos allí, y luego decidió por el refugio en Argentina, sabedor de que sus amigos Fernández le darían manga ancha.

La calidad de refugiado en Argentina le permite al expresidente hacer lo que quiera, salvo entrometerse en su política interna. Así que ya empezó su campaña contra el Gobierno de la señora Jeanine Añez, arropado por los bolivianos que viven en los arrabales bonaerenses, pero alentado porque la administración de los Fernández ha decidido, con mal tino, caer en la caduca modalidad de no reconocer a Bolivia, es decir que ha vuelto a decrépitas costumbres diplomáticas archivadas desde hace años.



Evo Morales ha hecho saber que se instalará a vivir en Orán, una pequeña población a escasos 30 kilómetros de la frontera con Bolivia. Y por supuesto que en nuestro país el anuncio no ha caído muy bien, debido a que algunos especulan que el expresidente pudiera ingresar clandestinamente, para armar una guerrilla al estilo del Che. Pero habiéndose emitido una orden de aprehensión en su contra, sus aspiraciones de jugar a héroe ya no sirven más, porque la cárcel es muy dura en todas partes.

Morales, que disfruta de las cámaras de televisión y de los aplausos y flashes, jamás dejaría Buenos Aires. ¿Se lo imaginan en Orán? Orán puede ser muy bonito, pero sería como estar preso a priori. El “ex” es muy ignorante sin duda, pero no al extremo de enclaustrarse en una casa en Orán, sin que nadie se entere de su existencia. Morales va a tener a Orán como su centro de reuniones políticas, como su “estado mayor” electoral durante los comicios venideros, donde llegarán en buses, camiones, y a pie, cientos de sus partidarios, a los que ya no les puede pagar pasajes en avión hasta Buenos Aires, como antes, porque se le acabaron los millonarios recursos del gas. Esa turbamulta puede malograr su calidad de refugiado.

Por tanto, el expresidente se quedará en Buenos Aires, ciudad digna de una personalidad como él, y hará recorridos por todos los canales de televisión, radio, prensa escrita, cenando en Olivos con los Fernández, para luego lloriquear afirmando que le dieron un “golpe de Estado”, embuste que, de forma inaudita, produce eco en muchos sectores de la población argentina que está muy mal informada. O que si no está mal informada ha hecho causa común, incomprensiblemente, con el cocalero que, luego de 14 años en el poder, exige su “derecho humano” a gobernar para siempre. Ahora lo amenaza una fría mazmorra en Chonchocoro, para responder de sus tropelías.

Evo Morales tendrá unos seis meses para moverse a su gusto en su nuevo refugio. Porque imaginamos que el gobierno de los Fernández, que se resiste a reconocer a la presidente Añez, deberá hacerlo con la administración que surja de las urnas en abril o tal vez después, dependiendo de si hay segunda vuelta. Entre tanto, no es serio que una nación como Argentina se encapriche en insistir en que Bolivia tiene un gobierno de facto, nada más que por afinidad ideológica con Morales o quien sabe qué deudas que ignoramos. Bolivia y Argentina siempre han estado unidas y lo que sucede hoy es algo inconcebible.

Así que de Orán, nada. Mejor dicho, será el bunker del cocalero y que no se le ocurra cruzar el río Bermejo, ni darse un baño siquiera, porque lo prenderán. Y a propósito del ilustre prófugo de la justicia que jura no haber cometido delito alguno, hace unos días el ex cónsul boliviano allí, Diego Vega Ibarra, su amigo, fue capturado por la gendarmería argentina cuando trataba de introducir en su vehículo 8 kilos de cocaína. Naturalmente que el señor Vega había sido designado por el régimen de Morales, en marzo de este año, y cesado por el nuevo Gobierno Constitucional el 25 del mes pasado. ¿Qué más se cuece en Orán? ¿No es cierto que el expresidente se sentirá más seguro paseando por Corrientes y Florida?