Después de la conquista de las pititas de la fe, se vislumbra para Bolivia la esperanza de terminar con el caudillismo político en pro de la unidad en los liderazgos de Luis Fernando Camacho y Marco Pumari, dos jóvenes que interpretaron la esencia de la libertad con responsabilidad, de cara a la verdad, valor que es manipulado por la hipocresía y las medias verdades que se manejan en la politiquería corruptora; práctica que llevó a los bolivianos hace 14 años, a la desesperación extrema de creer que la mediocridad, que es ausencia de valores, podía llevarnos a la consolidación de un Estado de Derecho inquebrantable.
Hoy con un gobierno en transición, firme en la lucha por ser eficiente, podemos aún observar los vestigios de la práctica corruptora, esos dinosaurios que no terminan de aceptar que el tiempo de los caudillos, del amiguismo, del prorroguismo, de la manipulación, de la corrupción concluyó, porque la juventud en el liderazgo de Luis Fernando Camacho inspiró a los bolivianos a no cansarse ni rendirse en la defensa de los derechos, ya que esta condición no es una opción sino una obligación del amor propio en un Estado libre.
Con beneplácito vemos, quienes creemos en la libertad como responsabilidad para la evolución humana y ética para el desarrollo, la firmeza de un joven, con derecho a equivocarse en el proceso de construcción, para desafiar sus potencialidades y lanzarse a conquistar sus sueños. Esta confianza en la constitución de la moral es el mensaje a la juventud del instrumento que necesitan para canalizar sus ambiciones, normales en todo humano. Y a partir de esta innovación amorizar el mercado, en un gobierno fuerte para un Estado rico.
Lavive Yañez Simón, ex diputada
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