En el espacio hay dos aceleradores lineales y dos equipos que identifican tumores. No funcionan porque no se concluyó el ciclotrón, donde se hacen radiofármacos. Pacientes y vecinos exigen su apertura.El AltoVerónica Zapana S.
Verónica Zapana S. / El Alto
El 12 de octubre de 2019, el entonces presidente Evo Morales inauguró el área de Medicina Nuclear del Instituto de Medicina Nuclear y Tratamiento de Cáncer, ubicado en el Distrito 8 de El Alto. Ese día se estrenaron equipos de última generación, uno de ellos identifica tumores de apenas cuatro milímetros, al que se sumaron dos aceleradores lineales ya instalados.
Han pasado desde entonces más de cuatro meses y los equipos están sin uso. Además, la situación del centro está en el limbo, pese a las necesidades de los pacientes con cáncer.
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Hemos esperado que se abra este centro que aparenta ser un monstruo, pero hasta ahora no pasa nada, dijo apenado el pasado miércoles Juan, uno de los vecinos del Distrito 8, cuando Página Siete visitó la infraestructura.
A unos pasos de la puerta de ingreso al Centro Nuclear de El Alto se ve el esqueleto del letrero con la imagen de Morales y el nombre del proyecto. De él sólo quedan fierros.
El espacio no cambió demasiado desde aquel 12 de octubre, aunque -eso sí- ahora está vacío, salvo algunos trabajadores de la empresa constructora. En la inauguración, un centenar de médicos, funcionarios de diferentes ministerios y obreros llenaban el megaedificio que representaba la esperanza de una lucha óptima contra el cáncer, un mal que en Bolivia afecta a más de 19.000 personas al año.
El terreno de 15 hectáreas donde se construyó el instituto está completamente enrejado. Hay cámaras que aparentemente monitorean cualquier movimiento. En la puerta, un sereno se encarga de controlar el ingreso.
No hay atención desde hace tiempo, dijo un trabajador que prefirió no identificarse. Contó que la atención se suspendió poco después de la inauguración de Medicina Nuclear. Durante algunos días vino la doctora, pero como empeoraron los conflictos, ella dejó de venir y no ha vuelto hasta la fecha, relató.
Tomógrafo sin uso
En el área de Medicina Nuclear se instaló un tomógrafo de positrones de emisión computarizada (PET TC) que permite identificar tumores mínimos, de hasta cuatro milímetros. También detecta la diseminación o metástasis del cáncer a través de la aplicación de inyecciones con pequeñas cantidades de materiales radiactivos (radiosondas o radiofármacos). Tiene, además, una cámara especial y una computadora para evaluar las funciones de tejidos y órganos afectados.
De acuerdo con la presidenta de la Asociación de Pacientes con Cáncer, Rosario Calle, el tomógrafo es una urgente necesidad. Este equipo hace mucha falta en el servicio público y puede ayudar en la reducción del índice de personas que fallecen a causa del cáncer, pero que lamentablemente aún no funciona, sostuvo.
En la inauguración del centro, la entonces ministra de Salud, Gabriela Montaño, destacó que ese equipo era de última generación y que el diagnóstico que daba era de punta.
Ese tipo de estudio no existía antes en Bolivia y la gente tenía que viajar hasta Argentina para acceder a este servicio. En el país sólo un centro privado tiene esta prueba, sostuvo la autoridad en la entrega de octubre.
Calle lamentó que ahora el centro se encuentre cerrado y que el equipo no se use. Reiteró que este aparato podría salvar muchas vidas. Aún no sabemos si entrará o no en funcionamiento, dijo.
Centro de tecnología nuclear
El megaproyecto del Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnología Nuclear se inició en 2006 con la ubicación del terreno. Hubo polémica antes de elegir como sede el Distrito 8 de la ciudad de El Alto.
En septiembre de 2017 se firmó el acuerdo de construcción del centro entre la Agencia Boliviana de Energía Nuclear (ABEN), dependiente del Ministerio de Energía, y el Instituto Especializado de Diseño de la organización rusa Rosatom. La obra tiene un costo 318 millones de dólares.
El centro tiene tres áreas: la planta de irradiación que servirá para eliminación de plagas y reducción de la carga bacteriana de productos; el centro de ciclotrón y radiofarmacia, donde se fabricarán fármacos, y la de reactor nuclear e investigación.
Tratamientos en espera
Según el anterior gobierno, el área de Medicina Nuclear debía comenzar a funcionar en noviembre pasado, pues un mes antes sólo faltaba calibrar los dos aceleradores lineales que ya estaban en ese espacio. En la reciente visita de Página Siete, los trabajadores indicaron, sin embargo, que aún se realiza la instalación eléctrica.
Este medio intentó comunicarse con el nuevo director de la ABEN, Juan Carlos Vásquez Prudencio, pero desde la unidad de comunicación se respondió que él daría una conferencia de prensa, junto al ministro de Energía, Rodrigo Guzmán, los siguientes días.
Según funcionarios del Gobierno, que prefieren guardar su identidad por miedo a represalias, este centro por dentro está concluido en un 95%, pero aún hace falta el ciclotrón. Con este último equipo se elabora el radiofármaco, que es el medicamento que se inyecta al paciente para que se disemine en su cuerpo y permita identificar los tumores.
Pero ¿cómo funcionó el equipo con los dos pacientes que se realizaron exámenes el día de la inauguración? Se cree que se compró el radiofármaco porque el ciclotrón recién se entregará entre julio o a más tardar en agosto.
Según la responsable del Programa de Lucha Contra el Cáncer del Ministerio de Salud, Sdenka Mauri, esta unidad espera que se concluya la construcción para hacer un convenio con la ABEN. Así, los pacientes podrán someterse a tratamientos de radioterapia y braquiterapia en este espacio.
Mauri sostuvo que esta área ya cuenta incluso con personal. Hay gente becada que llegó entre diciembre o enero.
En el limbo
Aún no se sabe qué pasará con este centro. Según el exgerente de la ABEN Juan Jordán su construcción debía ser paralizada. Argumentó que una obra de esa magnitud debía contar con la aprobación mediante ley de la Asamblea Legislativa Plurinacional y la Procuraduría, pero esos requisitos no se cumplieron .
El exdirector de la ABEN no viabilizó el pago a la constructora correspondiente a los meses de noviembre y diciembre para dar continuidad a la obra. Tampoco envió una carta de paralización y por eso las obras continúan en el lugar.
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