La deforestación y pérdida de su hábitat obliga a estos animales a desplazarse y al ingresar a fincas son cazados o encerrados.
Yvette Sierra / Mongabay Latam
Lo llaman ucumari, jucumari, achupallero o huagrero, pero es más conocido como el oso de anteojos por esa mancha blanca a manera de gafas que tienen en el rostro. El Tremarctos ornatus, cuyo nombre común es oso andino, es la única especie de úrsido que habita en Sudamérica.
A esta carismática especie se le puede encontrar en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, e incluso en el norte de Argentina, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que ubica al oso de anteojos como una especie vulnerable.
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«Es un mamífero escaso con poblaciones de baja densidad, pero muy importante desde el punto de vista biológico y cultural en Sudamérica», dice Robert Wallace, investigador de Wildlife Conservations Society (WCS) de Bolivia y uno de los expertos en esta especie.
Wallace señala que los primeros estudios de telemetría para seguir a los osos se hicieron en Bolivia y se han extendido con cámaras trampa en la región.
Según la UICN, su población varía en un rango entre 2.500 y 10.000 individuos, cantidad que se está reduciendo por la deforestación de los bosques y la consecuente desaparición de su hábitat. Este problema de espacio origina que los osos se desplacen hasta zonas habitadas donde se presentan problemas con las personas, que los ven como una amenaza. Pero también están expuestos al tráfico de especies y a la caza ilegal para usar sus partes en la medicina tradicional.
No obstante, en cada uno de los países donde aún habita la especie se están haciendo esfuerzos para su conservación y para reducir las amenazas. En el Día Mundial para la Protección de los Osos de Anteojos, Mongabay Latam hizo un relevo de su situación en la región.
Bolivia
En 2014 se publicó el documento Unidades de Conservación Prioritarias del Oso Andino en Bolivia y en Perú, que daba cuenta de aquellos lugares en donde aún habita la especie. Según diversas investigaciones, albergan en conjunto el 70% de la población del llamado jucumari.
Cinco años después, en 2019, la organización Wildlife Conservations Society de Bolivia realizó un nuevo estudio para conocer la ocupación de los osos sudamericanos en el norte del país, en el límite con Perú.
Este estudio se extendió por la cuenca del río Tambopata, el Parque Nacional Madidi y la Cordillera de Apolobamba.
«Con este estudio vamos a establecer una línea base sobre la presencia del oso de anteojos en Bolivia», comenta Robert Wallace, quien explica que esta metodología permite definir la ocupación de la especie, las amenazas a las que está expuesto y «hacer recomendaciones para su conservación».El investigador de WCS destaca la importancia de las áreas naturales protegidas para especies como ésta, que necesitan grandes espacios para vivir.
En los alrededores del Parque Nacional Natural Tatamá, el café tiene un nuevo significado. Ahora el aromático producto forma parte de un proyecto para la conservación del oso de anteojos.
Se trata de la iniciativa Conservamos la Vida, un programa público-privado destinado a proteger el hábitat de los osos y reducir el conflicto de esta especie con los humanos. Mediante este programa, los propietarios de campos agrícolas, en zonas donde habitan los osos, se comprometen a destinar una parte de su finca para la conservación y a cambio reciben beneficios para mejorar su productividad y su economía.
Así surgió Café Oso Andino -lanzado apenas hace dos semanas- como resultado de uno de los 57 acuerdos de conservación firmados hasta ahora entre propietarios de los fundos y Conservamos la Vida.
«El objetivo es que la gente se dé cuenta que hacer conservación, además de cuidar el hábitat y a los osos, también es un camino para mejorar su economía y su calidad de vida», explica Mauricio Vela, experto en oso andino de Wildlife Conservations Society de Colombia (WCS), una de las instituciones que integra Conservamos la Vida junto con Parques Nacionales Naturales y la Fundación Grupo Argos.
En Colombia, el oso de anteojos ha sido visto como una amenaza. La deforestación y pérdida de su hábitat obliga a estos animales a desplazarse y, muchas veces, ingresan a las fincas donde son víctimas de la caza ilegal, pues los campesinos temen que terminen con sus animales.
Ecuador
Desde 1995, Armando Castellanos ha trabajado en la reintroducción de osos de anteojos a su hábitat natural, además de liderar proyectos para el monitoreo satelital de esta especie en estado silvestre. En todo este tiempo ha puesto en libertad a por lo menos 22 osos que habían sido atrapados cuando eran pequeños y permanecían encerrados como mascotas.
En el Parque Nacional Cayambe Coca, zona alta, la Fundación Oso Andino está buscando solucionar el conflicto entre los osos y los humanos. Uno de los problemas que se han abordado es el consumo del maíz por parte de los osos que afecta a los campesinos, cuya economía, en muchas ocasiones depende de este producto. El programa, entonces, compensa de manera económica a los agricultores por la pérdida de su cultivo.
Perú
La pérdida de su hábitat, la expansión agrícola y el crecimiento de las ciudades son las amenazas que deben enfrentar los osos de anteojos en los bosques secos del norte de Perú.
Una propuesta para conformar un corredor de conservación en el norte de Perú es proyecto impulsado por la organización Spectacled Bear Conservation (SBC), para proteger la especie.
El monitoreo con cámaras trampa ha permitido conocer la distribución de esta especie en el norte de Perú y se han identificado unos 60 individuos.
Fuente: paginasiete.bo