¿Y yo, qué hice?

¿Y YO, QUÉ HICE?Mamá trabajaba el Cine Santa Cruz, hacía limpieza, cocinaba, en realidad hacía de todo, Mamá decía que cada mañana, con mis tres años encima, lloraba en la vidriera de la Casa Blanco. Lloraba por una guitarra.Mamá contaba que un día de esos, la señora Blanca Salmón de Echazú, dueña del cine dijo:- ¿Por qué llora el choco?– Quiere una guitarra señora -contestó Mamá avergonzada.

Y entonces la señora Blanca mandó a comprar la guitarra para el choco llorón aspirante a serenatero.

Mi primera guitarra.Cuando era adolescente viví mucho tiempo solo, pero nunca pasé hambre ni tristeza; siempre alguien me ofrecía un plato de comida o un pan sin que lo pida.



Una tarde aparecí por el viejo Canal Trece, en la Colón, queriendo hacer un programa y Héctor Molina, así de entrada me dijo que sí; tiempo después, estaba tomando una chicha en La Ramada y en la tele salía yo después de He Man. La señora que vendía la chicha me dijo mirando la tele: «Parecido a vos».

Gracias Gabriel Peralta. ¿Te acordás?Una mañana fui a vender publicidad a Trilogía FM y don Oscar, el Papá de Glen Vargas me dijo:- ¿ No se anima a hacer un programa ?Esa noche empezó Shiclets…Contigo; un mes después era el espacio radial más escuchado en Santa Cruz.Y yo…Hasta ahora no entiendo por qué tantas personas me dieron su amistad y la mano desde que me acuerdo.Ojalá algún día pueda entenderlo.

Ayer por la mañana, un señor vice cónsul boliviano en España llamado Ronald Candia, me invita a ir con mis libros y dar conferencias en ese país. Él viene haciendo buena gestión en beneficio de los bolivianos que viven allá, pero es sincero y me dice que no hay presupuesto del Estado para esas actividades, pero también me dice que él lo cubrirá con su propio dinero y es posible que en abril o mayo me suba a un avión, con una valija grande llenas de mis libros y por primera vez en mi vida cruce una frontera.

¿Qué hice para merecer todo esto?

Y entonces, como una catarata de imágenes, pasan las caras de miles personas que me han ayudado de uno u otro modo…Y entonces, solo se me ocurre decir:

¡Gracias!

Y ya no puedo decir nada, es difícil articular palabras entre lágrimas de alegría. Mi asiática me mira comprensiva, me toma la mano y nos quedamos en silencio.

Se fue el carnaval, mañana hay que trabajar.EL ESCRIBIDOR