Estaba internado en Nueva York. Los hijos pudieron comunicarse y acompañarlo virtualmente para que no muriera solo.
Los hijos pudieron despedirse de su padre
No podía participar de la charla pero estaba ahí. Ya no estaba solo. Los podía rio. Ellos, en cambio, sólo escuchaban cómo su respiración se iba haciendo más débil. El coronavirus lo tenía internado desde hacías semanas y todos sabían que ya no volvería a salir. Se trataba de un adiós. Cuando el sonido de su respiración finalmente cesó, apenas quedó el deseo de que haya tenido una muerte pacífica.
No pudieron verlo ni abrazarlo ni besarlo en esos últimos momentos. Sin embargo, aunque parezca una locura (y seguramente lo sea), tuvieron suerte. Porque los hijos de Don Adair al menos pudieron despedirse. La inmensa mayoría de las personas a las que este virus les quitó a algún familiar querido no tuvieron ni siquiera esa posibilidad. Sólo el vacío.
Abby Adair Reinhard, una mujer de Texas, contó en su muro de Facebook cómo pudo despedirse de su padre anciano de una manera conmovedora: hablándole por teléfono durante más de 30 horas hasta su muerte.
«Se siente tan bien reír y llorar», escribió Reinhard sobre las sensaciones de poder hablar con su padre, Don Adair, de 76 años, por última vez. También por teléfono estaban los hermanos de Reinhard, que se unieron a la llamada de Texas, Dinamarca y Carolina del Norte.
Y aunque los hijos del nativo de Rochester no podían verlo ni sostener su mano, podían compartir recuerdos, expresar su amor e incluso cantar canciones de Peter, Paul y Mary que su padre había tocado en una guitarra en fogatas familiares, según informa CNN.
Don Adair tenía cuatro hijos y cinco nietos. Era un abogado retirado que adoraba a su familia, había viajado con ellos a Europa, se sentaba en el suelo para abrir los regalos de Navidad, sonreía en sus graduaciones y jugaba con ellos sobre sus rodillas.
Había llegado al hospital Highland por una infección luego de haber sufrido una caída en su casa de Rochester. Según cuenta Reinhard, al principio no había problemas, ya que su padre nunca se enfermaba.
Don tenia cinco nietos.
Pero luego empezó a tener fiebre y tos, los síntomas del coronavirus. Así que le hicieron la prueba para ver si efectivamente se había infectado. Lo que fue confirmado.
«Nuestra conversación contigo durante las horas siguientes es algo que atesoraré el resto de mi vida. Aunque estábamos sentados en Dallas, Raleigh, Copenhague y Rochester, estábamos juntos, desempolvando recuerdos que habíamos guardado hace mucho tiempo», escribió la mujer.
La devota hija quiere que su padre, que murió justo antes de la medianoche del 6 de abril, sea recordado como algo más que una estadística de coronavirus: «Cuando humanizamos una tragedia, la entendemos mejor», le dijo a Good Morning America.
Fuente: Clarín