Doloroso último adiós del primer fallecido por el coronavirus en el departamento de Pando


El hombre de 70 años que falleció el sábado 18 de abril, alrededor de las 10:00, en el centro de aislamiento Perla del Acre, fue enterrado ayer por su hijo. Se siguieron todos los protocolos que se exigen en este tipo de casos.

Foto: Imagen de video

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Christian Gabriel Peña Y Lillo Herrera

Con el compás tenue de una ranchera melancólica, que se confunde por momentos con el soplo intenso del viento, se escucha decir a un hombre sollozando: «Padre de mi corazón, hice todo para que te quedes donde yo quería que te quedaras papá, pero no se pudo. No se pudo padre de mi corazón… duele mucho«.



Mientras esta persona filma y relata el último adiós a su papá, el paciente de 70 años que murió el sábado 18 de abril en Cobija (Pando) y se convirtió en la primera víctima del Covid-19 en este departamento, agradece, en medio de un llanto permanente, a las personas que lo acompañan al momento de enterrar al hombre que le dio la vida.

Las imágenes que acompañan este duro momento que le tocó vivir, muestran un ataúd, color blanco, forrado completamente con plástico, que fue llevado desde el centro de aislamiento Perla del Acre en la carrocería de una camioneta, sin cortejo fúnebre, sin flores, ni esquelas de quienes llegaron para recordar su vida por la tierra.

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Solo se puede observar a cuatro hombres, vestidos con trajes blancos de protección, guantes de látex, chulos y gafas plásticas, que en cuestión de dos minutos retiraran el féretro de la camioneta y lo llevan hasta una fosa, en medio de descampado de tierra, donde lo único que marca el punto de la última morada del paciente ‘cero’ del coronavirus de Pando es una cruz de madera, en medio de algunas otras de menor tamaño.

Dos sogas se disponen a colocar el cuerpo de esta víctima de la pandemia en el hueco, de al menos unos cinco metros de profundidad, cuando la imagen muestra las manos, escondidas en unos guantes de látex negro, del hijo que antes de ver al hombre que le dio la vida en la fosa, le dice: «No te voy a olvidar, no te voy a olvidar nunca, voy a volver aquí; cueste lo que me cueste. Hice todo por dejarte en casa padre… qué dolor tan grande, hasta pronto padre de mi corazón…»

«Adiós papi, papá, adiós mi viejito lindo, adiós», llora y grita el hombre que minutos atrás estaba arrodillado despidiendo a su progenitor. Mientras de manera casi mecánica, los cuatro hombres vestidos de blanco mueven el ataúd, lo bajan al fondo de la fosa y, con el llanto desgarrador del hijo, vierten un polvo blanco sobre el féretro y una retroexcavadora aparece y tapa el hueco en menos de tres minutos.

La mano del hijo, enfundada en el guante de látex negro, despide casi al final de la filmación a su papá, en un entierro donde no hubo flores, ni café, ni abrazos de consuelo en medio del velorio, sólo la frialdad de los protocolos indispensables en estos tiempos de la lucha contra el coronavirus.

Fuente: El Deber