Las ‘chinuditas’ extrañarán a su mamá, la enfermera víctima del coronavirus

La mujer, de 36 años, falleció ayer en Montero. Tenía una maestría en enfermería, dos hijas menores de cinco años y una en camino, de casi siete meses de gestación. Estaba construyendo su casa, después de estudiar toda la vida

Pablo Ortiz

Las enfermeras están en la primera línea de la lucha contra el Covid.19 (AFP)
Ella les decía “chinuditas” y eran el centro de su vida, pero desde ayer, ya no las puede abrazar. La enfermera que falleció en Montero tenía 36 años y era madre de dos niñas, una de cuatro años y nueve meses y otra de un año y ocho meses. Esperaba una tercera para la que ya había elegido nombre, pero el coronavirus le quitó esa alegría y se llevó a ambas. Ahora F, su esposo, busca consuelo en sus recursos: “Era amiguera, muy cariñosa con sus peladingas”.



Desde su cuarentena, F aún no entiende por qué está viviendo esta tragedia. Se conoció con la enfermera en 2004, cuando ambos se graduaron de auxiliares de enfermería y se fueron a trabajar al municipio de San Juan.

“Allí nos conocimos mejor, comenzamos a ser novios, muchos años después nos casamos, estudiamos la licenciatura en la Facultad Integral del Norte, yo me gradué en la tercera promoción y ella en la cuarta, pero después hizo una maestría en maternidad y cursos de instrumentación quirúrgica. Era muy responsable mi esposa”, resume.

Ella tenía 36 años y un embarazo de 26 semanas. Iba para los siete meses. Trabajaba como enfermera en una clínica de Montero, pero su esposo no sabe si se contagió allí. Ha preguntado varias veces si atendió a alguien con los síntomas del coronavirus, si algún familiar de alguno de los contagiados de Montero, la ciudad donde viven, ha ido a la clínica o si alguno de los familiares de los internados o atendidos en la clínica han sido vistos tosiendo. La respuesta es siempre no. Ni siquiera ha podido confirmar si un pariente de su esposa estuvo en contacto con un religioso diagnosticado con Covid-19. Desde la cuarentena que cumple con sus dos hijas, F no encuentra el lugar preciso donde su vida se partió por la mitad.

Las enfermeras están en la primera línea de fuego en la guerra contra el coronavirus. Por ejemplo, en Segovia (España), su sindicato exigió test masivo ante el contagio de hasta el 50% de sus afiliadas. En Castilla La Mancha, hay un 20% de enfermeras contagiadas. Eso ha llevado al sindicato a denunciar al Gobierno español ante la OMS por lo que considera una pésima gestión de la crisis del coronavirus.

La enfermera vivía con su familia en Montero, una ciudad calificada por las autoridades como víctima de un turbión de la pandemia. Hasta anoche, allí se habían diagnosticado 30 casos de coronavirus para una población de algo más de 100.000 habitantes. Ella fue su primera víctima mortal.

“Ella tuvo muchos plantes que quedaron en el tintero. El primer proyecto siempre fue su vocación. Cumplimos nuestros planes profesionales y empezamos a tener familia. Quedamos así, en este momento cuando Dios tiene planes distintos, espero que sean muy buenos, no hay nada qué hacer contra eso, pero, en este momento, los acepto, pero no los entiendo”, dice.

En el recuerdo de F, su esposa sigue siendo una mujer jovial, responsable, amiguera, entregada a su profesión, que compartía con la gente, reía, sobre todo, muy cariñosa con sus hijas.

En su perfil de Facebook, a finales del año pasado, publicó una postal con la frase “Jamás un año me había enseñado tanto como este”. La pareja estaba consolidando su estabilidad económica después de años dedicados al estudio. Habían comprado una casa pequeña, le habían puesto una barda, y habían construido los cimientos para una ampliación, con la esperanza de que el banco les prestara el dinero para hacerla realidad.

Ella demostraba todo el amor por sus hijas. Su perfil, sus fotos de portada, era ella alzando a sus dos pequeñas en los festejos de los cumpleaños de sus “chinudas”.

Ahora, F solo siente agradecimiento. Ha recibido el apoyo de sus colegas, de la red de salud del norte, muchas llamadas de apoyo y el Colegio Departamental de Enfermeros los ayudó con la cremación de los restos de su esposa. “El apoyo no ha dejado de llegar”, se consuela F.

Fuente: https://eldeber.com.bo