Enfermeras, en primera línea pese a la precariedad y al riesgo


Asisten, auxilian y acompañan a los pacientes a riesgo de sus vidas. Con sueldos bajos y largas jornadas combaten al Covid-19 sin contar con garantías para su labor.

Sociedad



lunes, 11 de mayo de 2020 · 00:04

Fuente: paginasiete.bo

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María O. García /  La Paz

“Las condiciones de trabajo son una pena. No tenemos los instrumentos necesarios, la infraestructura muchas veces no se adecúa para la atención de pacientes y no contamos con el equipamiento ni la bioseguridad. Producto de aquello es que nosotras estamos expuestas a contraer cualquier tipo de enfermedad”, precisa Vilda Pérez, supervisora del Programa Ampliado de Inmunización (PAI) del Servicio Regional de Salud (Seres)de El Alto.

Las profesionales de enfermería (en su mayoría mujeres, nueve de cada 10 según la OMS), dedican su vida a estar en la primera línea de lucha contra enfermedades y pandemias como la que actualmente afecta a la salud del país. Y del mundo. Sin embargo, y a pesar de su entrega a la protección de la vida humana, en el imaginario colectivo su labor sigue siendo subestimada.

Este martes 12 se celebra el Día Internacional de la Enfermera en todo el mundo, una fecha para  reconocer y visibilizar un trabajo silencioso, muchas veces a la sombra y que suele ser poco valorado en relación a su importancia. Este año las enfermeras conmemoran su día entre la precariedad laboral y el riesgo de ser contagiadas por el coronavirus (Covid-19) por  la falta de insumos de bioseguridad.

“La dotación de material de bioseguridad está siendo muy restringida y es insuficiente por la cantidad de pacientes que requieren la toma de muestras. Por cada paciente se tiene que utilizar un nuevo equipo de protección”, explica Pérez, quien forma parte de los equipos de respuesta rápida que trabajan en la contención del Covid-19. Toma muestras, las programa y  hace seguimiento a los pacientes positivos y sus contactos.

“Para estar un poco más seguras, de forma muy personal hemos tenido que asumir gastos para hacernos confeccionar materiales de seguridad”, señala Pérez. Transmite el sentir común de un miedo que emana del más puro instinto de proteger a los suyos, de mantenerlos alejados de una enfermedad con la que ellas tienen que lidiar cada día.

En el área administrativa, el horario de Pérez era de 8:30 a 14:30 pero ahora, con la contigencia del Covid-19, se han organizado en grupos que trabajan durante todo el día y, con suerte, durante 12 horas.

“Depende de las notificaciones de casos. Cuando hay mayor demanda, requerimiento o necesidad de ir a tomar muestras por la emergencia y la gravedad que presentan los pacientes, podemos llegar a la una, dos de la mañana”, explica la enfermera.

Considera que tanto ella como sus compañeras han sido “minimizadas al máximo” y que se debería hacer una “reorientación” y una nueva “valorización” del aporte de los profesionales en salud a la sociedad, y más aún de las enfermeras.

“La enfermera está noche y día con el paciente y es la que conoce cuál es su situación. No sólo hace el tratamiento, sino que también aporta en varias áreas de la persona”, afirma Pérez.

En sus manos también está la atención, recuperación y cuidado de los enfermos, a quienes acompañan en su batalla inicial, media y final.

Sin embargo, lamenta que el trabajo de este escuadrón de profesionales no sea visualizado ni valorado: “En El Alto hemos venido sufriendo una serie de atropellos por parte de algunas personas. Debería haber una mirada un poco más humana. Somos personas y tenemos familias. Nunca vamos a ser valoradas mientras la gente no entienda así nuestra profesión y nuestro aporte”, apostilla Pérez.

Sara Padilla ejerce como enfermera en el Instituto Nacional del Tórax, uno de los  establecimientos en los que se atiende a pacientes que han dado positivo al Covid-19. Hasta hace poco tiempo,  formaba parte del equipo de contingencia.

“Cuando entré a la contingencia me informaron que había pacientes en cardiología a los que no querían atender porque no había implementos ni equipo de protección individual. Querían que lo hiciéramos nosotras, pero no había el equipo y nadie quería darnos”, declara.

En la actualidad, sus condiciones y garantías no han mejorado mucho respecto al comienzo de la pandemia. “En muchas ocasiones somos nosotras quienes compramos los equipos con nuestros recursos”, manifiesta. Se siente “muy susceptible” ante el riesgo de contagio al que está expuesta, más aún cuando no cuenta con los insumos necesarios que la protejan.

“Desde que entramos tenemos cuidado de no tocar, de no estar muy cerca unos de otros, de estar en  menor  contacto con los pacientes, protegernos y lavarnos más las manos”, detalla la enfermera instrumentadora.

Padilla solía trabajar diariamente de 8:00 a 14:00, pero ahora lo hace cada cinco días, con jornadas laborales que se extienden durante 24 horas y bajo unas condiciones económicas a las que califica de “injustas”.

“El sueldo que tenemos no es justo. Deberían aumentarnos, y más ahora con el riesgo que corremos, porque estamos las 24 horas con el paciente”, reclama.

Su importante  labor no suele ser valorada.
Foto: APG

Asistir, auxiliar, ayudar y acompañar. Y, pese a todo, hasta ahora habían permanecido invisibles. “Nos están tomando en cuenta recién después de mucho tiempo. Recién nos dicen que somos muy importantes, sin embargo siempre nos han tomado como la mano derecha del médico”, expresa Padilla quien, al igual que sus compañeras, está demostrando su valentía y profesionalidad en la respuesta a la pandemia.

El pasado 22 de abril, el personal médico del Hospital del Norte, en El Alto, realizó una protesta para exigir la dotación de equipos de bioseguridad para la atención de pacientes con Covid-19 y prevenir contagiarse.

“Ahora ha estado llegando material, pero no es suficiente. Otro problema con el que hemos tropezado como Hospital es que en Bolivia no hay  barbijos N95”, señala la enfermera de dicho nosocomio, Raquel Coronel, quien de trabajar 12 horas cada tres días ha pasado a hacerlo 24 horas, un día la semana.

Además, Coronel indica que la brecha salarial entre ellas y los médicos es “muy grande” y pese a que enfermería también cuenta con especialidad, no alcanzan la escala salarial de sus colegas los galenos.

Coincidiendo con Pérez y Padilla, recalca. “Siempre han sido más reconocidos los médicos. Lastimosamente, y pese a que somos un equipo, las enfermeras vivimos una situación de invisibilidad y desventaja”. Una vez más, recuerda a las autoridades las demandas de todo el sector.

“Como enfermeras y sector Salud pedimos inclusión a la Ley General del Trabajo, implementos de bioseguridad y que haya más dotación de personal de enfermería porque somos muy pocas y se requiere para dar al paciente una atención de mayor calidad y calidez”.

Según el informe “Situación de la enfermería en el mundo 2020: invertir en educación, empleo y liderazgo” de la Organización Mundial de la Salud, Bolivia cuenta con entre 10 y 19 enfermeras por cada 10.000 habitantes.

La mayoría de las profesionales son mujeres.
Foto: APG

2 enfermeras  perdieron la pelea con Covid-19

Desde la llegada del coronavirus (Covid-19) al país, dos enfermeras del departamento de Santa Cruz han perdido la vida a causa de la enfermedad.

Fanny Durán, quien trabajaba como enfermera en una clínica privada de Montero, murió la madrugada del 8 de abril, convirtiéndose en la primera víctima de la pandemia en el sector Salud de Bolivia.

Se fue luego de haber batallado días contra el Covid-19 y dejando atrás a su esposo y sus dos hijas, de casi dos y cinco años de edad. Durán estaba embarazada de 26 semanas.

Murió el mismo día que la Mandataria hizo el anuncio de un seguro de vida  para todo el personal médico del sector publico y privado.

Su esposo, Franklin Mejía, asevera que hasta el momento nadie le ha informado sobre cuáles son los requisitos y el procedimiento a seguir para poder acceder a la indemnización por el fallecimiento de su esposa.

El 16 de abril el Covid-19 se cobró la vida de la segunda enfermera en el país, Disneyda Vare. Ella  trabajaba concatenando contratos en el hospital público de Roboré.

Allí  es donde fue contagiada durante el cumplimiento de sus funciones. Disneyda era padre y madre de tres niñas de cuatro, siete y 10 años de edad.

Tras presentar los primeros síntomas, Disneyda dio parte a los médicos, quienes decidieron enviarla a casa para descansar. Según sus familiares, después de cinco días de fiebre, fatiga y otras señales de la enfermedad, se contactaron con el hospital para que envíen una ambulancia. Pero la ayuda no duró mucho, tras restablecerla la enviaron por segunda vez a su domicilio.

Disneyda presentó los síntomas el 31 de marzo y fue internada el 4 de abril en el hospital de la Pampa de la Isla, en la ciudad de Santa Cruz. Su cuadro empeoró hasta presentar  una neumonía séptica, estado que alcanzó -según los familiares- por negligencia de los médicos.

Las familias de ambas enfermeras esperan ahora recibir la indemnización decretada por el Gobierno para el personal de salud, mediante el cual se establece  100 mil  bolivianos por persona en caso de muerte, invalidez total o permanente a causa del Covid-19.

Bolivia cuenta con entre 10 y 19 enfermeras por cada 10.000 habitantes.
Foto: APG

El pedido  del sector 

  • Petición El 4 de mayo, el Colegio de Enfermeras de Bolivia hizo una solicitud al Gobierno, a los Sedes y la Seguridad Social para poder enfrentar la pandemia de forma segura.
  • Demandas Exigen priorizar un acceso fácil a suficiente cantidad de equipos de protección individual que cumplan con los estándares de seguridad; la toma de muestras a todo el personal de salud que está en contacto con pacientes con Covid-19; garantías para el desarrollo de su labor; dar cumplimiento a la asignación de los ítems comprometidos; y la conformación de un comité técnico externo interinstitucional.

Fuente: paginasiete.bo