Guido Náyar ParadaEl haber tenido la responsabilidad de participar en la elaboración del plan contra el narcotráfico, consensuarlo en las mesas de diálogo, socializarlo interna y externamente, aplicarlo en todo el territorio nacional, medir sus logros y recuperar para los bolivianos lo que habían perdido, la dignidad; dio el inicio a una verdadera lucha contra el narcotráfico. Estando Bolivia al borde de la descertificación, se tomó la decisión histórica de aplicar la estrategia antidroga a través del Plan Dignidad. Fue la respuesta contundente de una sociedad identificada con los verdaderos valores, en clara protección del medio ambiente y en defensa de la vida.Han pasado 12 años, pero sus resultados continúan siendo irrefutables: más de 40.000 hectáreas de coca erradicadas, reducción a solo 3.000 hectáreas la coca ilegal en el Chapare, producción de cocaína menor a 10 toneladas anuales. Se controló el tráfico por aire, ríos y tierra. Incautaciones de droga, precursores y detención de narcotraficantes, fue el resultado incomparable. En la prevención, se realizaron los estudios, se aplicaron las medidas y se ejecutaron los proyectos con el fin de preservar el presente. El desarrollo alternativo fue el pilar con mayores resultados: producción, investigación, ofertas exportables, mercados en desarrollo, fábricas de diversos productos, construcción de caminos, compensación de cocales, erradicación voluntaria, generación de empleos, turismo y hotelería. Lo más importante, sin ningún muerto.Se quiso confundir al país, con la mentira que «el plan proponía coca cero en todo el territorio nacional». Eso tenía un objetivo político, que los cocaleros legales de los Yungas (La Paz), protesten y se unan a los ilegales del Chapare. La población de Villa 14, donde Evo y su familia tenían coca, fue la primera en erradicarse. Aunque les pagaron, su derrota coincidió con atentados con armas de fuegos y trampas cazabobos, contra los erradicadores. Provocando heridos y sembrando temor en la opinión pública, con versiones sobre la conformación de grupos guerrilleros. Todo con el fin de disuadir por la violencia a los erradicadores y generar intervención de las organizaciones de DDHH, para buscar detener el avance del plan. Sólo la firme voluntad política del Presidente Banzer, el cumplimiento de la ley 1008, la eficiencia de los grupos de tarea, la honestidad profesional de los miembros FELCN en la época, una cooperación internacional comprometida contra el delito y un verdadero equipo de bolivianos; logró lo que parecía imposible, sacar por un buen tiempo a Bolivia del circuito coca-cocaína.A fines de los años 90, Evo había perdido protagonismo. Varias federaciones cocaleras no lo apoyaban, perdió la elecciones de la Confederación Única de trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), con la Central Obrera Boliviana (COB) distanciada de los temas cocaleros del Chapare, el alcohol fue su refugio. Dos accidentes de tránsito pusieron en verdadero riesgo su vida, el Jeep Toyota 4×4 que conducía fue el mejor escudo, era parte del apoyo de las ONG que siempre lo ayudaron; hoy desde el poder cuestiona sus roles en Bolivia.La muerte de Banzer y la debilidad de los gobiernos que lo sucedieron, llevaron a declinar la aplicación del Plan Dignidad, llegando al punto de volver a negociar con Evo, lo que trajo violencia. La soberbia de Goni y su posterior caída, terminó por arrastrar a la mayoría de los dirigentes políticos. Los cocaleros del Chapare vieron la oportunidad y la tomaron. Carlos Mesa fue el primero en transar tiempo en el palacio gobierno, por un Decreto Supremo que permitía un cato de coca por familia en el Chapare, era todo lo que necesitaban, aunque todos sabían que es ilegal. La amnistía para Evo y sus secuaces, fue la sentencia anticipada. Desde ese momento la coca ilegal volvía a florecer, recuperando rápidamente los volúmenes de producción que requieren los boleros (recatadores de hoja) y que demanda el narcotráfico. La masificación en la elaboración de la droga, fue la nueva característica de este tiempo, en remplazo de los capos del narcotráfico; clanes familiares son los que retoman la nueva avanzada del narcotráfico. Evo en el poder, con el recetario Chavista, se pusieron manos a la obra. El socialismo del siglo XXI es el camuflaje social del gobierno; el narcotráfico el verdadero propósito del MAS como partido político.Después de casi siete años de ejercer el poder, nadie puede negar que Evo ha hecho todo para legalizar la hoja de coca en el Chapare, incorporando cocaleros ilegales de los Yungas. La coca fue incluida en los acuerdos políticos Evo-Tuto, que dio luz verde en el Congreso a la nueva Constitución, con todos sus vicios e ilegalidades. Hasta el día de hoy, no se termina un estudio que determinaría el aumento de los sembradíos de coca, así como la paralización de las fábricas procesadoras de la hoja. No solo para fabricar panetones navideños, remedios y todo tipo de chucherías que justifiquen dicho aumento; sobre todo el exorbitante gasto. Todo no ha pasado de anuncios rimbombantes y nada más, los sembradíos de coca han crecido exponencialmente y con ello el narcotráfico.Los millones de dólares que genera la economía del narcotráfico, son indispensables para el crecimiento del proyecto cocalero. La expulsión de la cooperación, la inexistencia de datos, la falta de recursos y de medios necesarios para combatir el delito de lesa humanidad, no han sido al azar. Todo continua de acuerdo a los planes, destruyendo a personas que condenen el terrible crimen y sometiendo instituciones a los nuevos intereses gubernamentales. El agotamiento de las tierras en el Chapare y los miles que buscan sumarse al ejercito cocalero, demandan nuevas tierras, las mismas que han sido tomadas en parques nacionales, reservas forestales en el oriente y nuevos sembradíos en los Yungas. La nueva encomienda que tiene Evo es tomar el Tipnis, con el pretexto del desarrollo. Algo de lo mismo ya se ha aplicado, con dramáticos resultados para los indígenas en la zona de Villa Tunari, donde lo Yuquis no solamente han perdido todas sus tierras comunitarias, sino sus vidas.En los últimos días, se ha develado información contundente referente a la penetración del narcotráfico en el gobierno masista, acusando con nombre y apellido a los autores. Han pasado 25 días desde la publicación de la revista Veja del Brasil, con el título: «La República de la cocaína»; el Gobierno sigue el mismo camino de impunidad, sin abrir ninguna investigación. Hoy, el Zar antidroga de EEUU confirma que Colombia pasó a ser el tercer país productor de cocaína, después de Perú y Bolivia. La bonanza brasilera atrae más del 50% de la cocaína boliviana. Pueblos íntegramente tomados por el narcotráfico en el norte cruceño, el Chapare se ha convertido en la mayor fábrica de cocaína del país. Miles de kilos de droga que salen de los Yungas, los cuales siempre se han justificado como si fuera cocaína peruana en tránsito al Brasil, pero las últimas refutaciones de la embajadora peruana en Bolivia, han echado por tierra la trillada mentira. No podemos llamar fracaso, a lo que ha sido buscado por todos los medios, por el contrario, es el éxito del abundante delito, que se ha visto fortalecido con la presencia de cárteles. El ingrediente político e ideológico que justifica el pertenecer a organizaciones de países, donde el tráfico de droga no es una casualidad, donde la tecnología ha aportado pruebas irrefutables de la complicidad.El llegar a ser el primer país productor de cocaína en el mundo, no está lejos, Por el contrario, está en marcha todo el diabólico montaje, lleno de cohecho, repleto de engaño, con violencia, una vez MAS el fraude está servido. Repitiéndose la historia, que para que Evo alcance su encomienda, sólo es necesario que la mayoría de bolivianos no hagan nada. El Tipnis es el medio y el primer lugar en la producción de cocaína, es el fin.