LOS TIEMPOS
Simultáneamente, los gobernantes de Venezuela, Ecuador y Bolivia, inscritos en la corriente del populismo, vienen tomando medidas para imponerse en cada uno de sus países a través de lo que ellos consideran conducto democrático, sin empero ocultar su autoritarismo y objetivo común de perpetuarse en el poder.
El jefe de Estado venezolano, en efecto, acaba de anunciar más decretos-leyes en favor de la implantación de lo que llama «Socialismo del siglo XXI», sin embargo de que su proyecto de reforma constitucional fue rechazado en referendo.
El ecuatoriano, entretanto, ha comenzado febril campaña para la aprobación de una nueva Constitución en igual tipo de consulta popular el siguiente mes, previendo un significativo cambio estructural.
En ambos casos, la oposición no ceja en su empeño de frenar la arremetida populista, sea a través de la recolección, en la patria de Bolívar, de firmas para una representación que será elevada ante la Organización de Estados Americano, o dando a conocer los riesgos que para Ecuador significaría una carta fundamental no consensuada.
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Por su parte, el mandatario boliviano se apresta a decretar la aprobación, mediante referendo múltiple, del malhadado proyecto de ley de leyes de La Glorieta y otros, luego de que sus bases supuestamente le presionaran para actuar de ese modo, que en los hechos dejará de lado al Congreso nacional y sus específicas funciones, aparte de activar más todavía a la oposición cívico-regional.
En este contexto, ¿pueden los tres preciarse de demócratas?.