El peso del Chapare


El Nuevo Día. Humberto Vacaflor*

El presidente Evo Morales estará este domingo en el Chapare, porque es allí donde figura como elector. Aunque esa región no sea la residencia del presidente, merece ser tomada en cuenta como una de las principales del país, debido a razones conocidas.

Se ha convertido en el centro donde se toman las decisiones más importantes. Allí, por ejemplo, se define la política exterior del país, como quedó en evidencia cuando los cocaleros decidieron expulsar a USAID. Allí se organizan las milicias actuales, como ocurrió en estos días cuando un grupo de choque de cocaleros fue a Cochabamba a reprimir a los maestros que estaban movilizados, igual que habían hecho en Sucre, en Samaipata y en Riberalta. En el Chapare es donde se toman las decisiones sobre la política de erradicación de los cocales, como lo han denunciado los cocaleros de los Yungas de La Paz.



Pero el rol más importante del Chapare es en el comercio exterior. Es el lugar de donde salen las mayores exportaciones de Bolivia, con un valor superior incluso a las exportaciones de gas natural. Sólo 1,8% de la coca que allí se produce es destinada al consumo legal.

Por lo tanto, el señor presidente está ahora, en este domingo tan importante para su carrera política, en el lugar apropiado. No hay en Bolivia otra región que rivalice con el Chapare.

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No existen estadísticas sobre el producto interno bruto real de Bolivia. Sobre la producción y sobre las exportaciones verdaderas, legales e ilegales, nadie lleva las cuentas.

Las exportaciones de hoja de coca a Argentina no pagan ni impuestos ni aranceles y suman, según los conocedores, 5.000 toneladas cada año. Por supuesto que las exportaciones de los derivados de la coca, es decir del producto industrializado que lleva valor agregado, son todo un misterio y lo único que se puede hacer son cálculos, casi adivinanzas.

No hay estadísticas precisas sobre los ingresos pero es imposible ocultar los recursos que llegan al país de esta actividad. La racha de construcciones que se observa en este momento, cuando las inversiones en todos los sectores legales están paralizadas, muestra que esos ingresos no contabilizados más que compensan la crisis que afecta al sector productivo legal.

El señor presidente estará en esta jornada en una región que, gracias a su accionar y a su liderazgo, rivaliza con ventaja con otras que aspiran, por ejemplo, a ser la sede del gobierno del país. El ejercicio conocido, por el cual se dice que si después de la plata de Potosí fue el estaño de La Paz el que influyó en el traslado de la sede de gobierno, y que ahora debería seguir la pujante actividad agroindustrial cruceña la que incline la balanza de la economía y la política, quedó desactualizado. O por lo menos quedó como un ejercicio ingenuo.

El verdadero poder económico de Bolivia es el Chapare, como queda demostrado por el hecho de que el presidente de los cocaleros ilegales de esa zona es presidente de la República.

En la época del estaño, era Simón Patiño el que manejaba a los políticos. Ahora los maneja un poder transnacional muy grande, ante el cual el señor Patiño es un piojo tuerto. Nacional Geographic calcula que el negocio mundial de la droga mueve 300.000 millones de dólares por año. Nuestro Chapare es un eslabón de esa millonaria cadena.


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