RETORNO • Cuatro de los 200 connacionales que viajaron a ese país retornaron ayer. Relataron que vivieron en situación de semiesclavitud.
La Razón
• REENCUENTRO FAMILIAR • Eduardo García abraza a una familiar suya, mientras otra llora de emoción al verlo otra vez. El encuentro se produjo ayer en el aeropuerto de Cochabamba.
Después de casi un mes, Eduardo García y otros tres bolivianos que pasaron hambre y humillaciones en Rusia regresaron ayer a Bolivia. En total fueron 40 las personas que emigraron a ese país en julio, con la promesa de un trabajo bien remunerado, pero una vez allí, y tras rendir un prueba de destreza laboral, les dijeron que habían reprobado.
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El vuelo de TAM Mercosur que los trajo de retorno a Cochabamba llegó a las 14.45 de este martes; esposas e hijos los recibieron con abrazos y llanto. Fue gracias a ellas, quienes consiguieron dinero para los pasajes, que los hombres retornaron.
Cada boleto costó 2.100 dólares, al margen de los 5.500 dólares que habían gastado para hacer el viaje. «Ahora ¿de dónde vamos a pagar tanto dinero?; 10.000 dólares he invertido, tengo cinco hijos y uno en camino, esos préstamos que hemos sacado ¿cómo vamos a pagar?, la situación está grave», dijo con llanto don Eduardo, albañil de oficio.
La idea inicial era ahorrar dinero del salario ofertado (2.000 dólares al mes) y enviarlo a Bolivia para cubrir el préstamo; pero según los afectados, luego sólo les ofrecieron 5 dólares al día.
En total, 200 bolivianos fueron llevados, hace meses, a trabajar en las mismas condiciones.
Benedicto Ayala, otro de los obreros que llegó ayer, contó que el trabajo estaba reservado para los hombres y mujeres rusos.
De acuerdo con don Benedicto, los recién llegados fueron sometidos a una prueba de aptitud laboral, que reprobaron. Él cree que los eliminaron a propósito para justificar la falta de cupos laborales, razón por lo que tampoco les dieron la tarjeta laboral. «El ingeniero Armando Ondarza nos ha aplazado; ese examen era para colocar ladrillo y ver si son oficiales o no. A todos los bolivianos nos ha aplazado», dijo.
Don Eduardo señaló que a su llegada se encontraron con más de 220 bolivianos que viven en malas condiciones, muchos enfermos y sin posibilidad de trabajar ni retornar, «porque no hay trabajo para los bolivianos».
Aseguró que viven encerrados en una precaria vivienda ubicada en el campo, con habitaciones semejantes a celdas, que no les permiten salir de esas instalaciones y que aquellos que no trabajan no tienen derecho a comida.
Las personas que hablaron con La Razón viajaron el 20 de julio, junto a otras 38 que consiguieron un contrato a través de la empresa Cidenbol, para desempeñarse en la construcción. Les dieron pasaporte, visa de trabajo y les ofrecieron un sueldo de 2 mil dólares, vivienda y comida.
El destino era la ciudad de Rostov, donde llegaron a una vivienda precaria, «es un lugar como galpón, tipo cárcel, todos tienen su jaula, comida hay sólo para los que trabajan, y los que no, sólo reciben agua y pan», dijo don Eduardo, quien agregó que a diario los sacaban en grupos de 10 a 20 personas, pero que sólo algunos conseguían trabajo.
Agregó que el resto no puede retornar, porque no tiene dinero. «La mayoría son del campo, de Sacaba, Chapare, Punata y Cliza». Los que volvieron lograron un contacto con la Embajada de Bolivia en ese país, pues las autoridades rusas «no nos dejaban salir». Ahora piden justicia por la supuesta estafa y exigirán que se les reponga el dinero invertido. Redacción Cochabamba