Lo menos que puede decirse de la trayectoria del ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, es que esta fue sinuosa y que continúa siéndolo. Para alcanzar lo que se proponía no dudó en utilizar métodos poco ortodoxos y muchos aseguran que el apelativo de «Vladimiro Montesinos boliviano» le viene al pelo.
Apenas egresado del Colegio Militar de Ejército el año 1981, donde su rendimiento apenas alcanzó un nivel mediocre y ninguno de sus compañeros lo recuerda como un cadete más o menos destacado, decidió inscribirse a la carrera de sociología en la UMSA.
En dicha carrera tomó contacto con Ricardo Paz Ballivián (ese que le voló su flor más querida al compadre P.) quien, a su vez lo introdujo al Grupo Octubre cuyo dirigente más visible era Andrés Soliz Rada. Este grupo se definía como de izquierda nacional y uno de sus principales postulados era la defensa de los recursos naturales.
Sin embargo Quintana, a lo largo de las tertulias en el café Tokio y en la cafetería del hostal Claudia, cercano al monoblock de la UMSA de La Paz, se dio cuenta que las discusiones teóricas no eran suficiente para él y que necesitaba de un mecanismo que le permitiera acercarse más rápidamente a los círculos de poder.
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Esta vez el instrumento fue el Gral. Oscar Guilarte, aiquileño como él, que ocupó el cargo de comandante de la FAB y luego fue viceministro de Defensa durante el gobierno de Hugo Banzer.
Fue Guillarte quien lo introdujo a ese pequeño y muchas veces esquivo círculo de poder y desde esa fecha, Quintana no tuvo que preocuparse por los cambios de destino que tienen que confrontar cada dos años los militares. Gracias a esa muñeca se convirtió en el asesor en cuestiones estratégicas de Fernando Kieffer, Ministro de Defensa, quien lo presentó al entorno familiar del expresidente Banzer.
Una vez que metió el pie, Quintana no lo volvió a sacar y sus allegados dicen que logró ganarse la confianza de la señora Yolanda Prada de Banzer, quien le tenía especial consideración y no se cansaba de pregonar las supuestas virtudes de su protegido (militar y sociólogo, imagínense).
Quintana no se hizo rogar para usar el poder que tenía doña Yolanda, que se sabe era mucho y prácticamente se adueño de un importante espacio en el Ministerio de Defensa de donde consiguió relegar a quien fue su primer protector: el Gral. Guilarte.
Fue por esa misma época que se dio cuenta que la carrera militar ya no podía ofrecerle nada debido a que de forma sistemática evitó los destinos estrictamente militares ya que el último de estos que se le conoce fue en la Policía Militar en La Paz.
Pidió por tanto su baja de la institución militar cuando tenía el grado de mayor el año 1998, pero eso sí mantuvo el cargo de asesor en el Ministerio de Defensa donde siguió cultivando la amistad y la confianza de Fernando Kieffer. Ya se vería posteriormente como pagaría dicha confianza.
Cuando Gonzalo Sánchez de Lozada entró a la presidencia en agosto de 2002, Quintana se percató que tenía que obrar con habilidad si es que quería tener alguna posibilidad de retener los espacios que había logrado durante el gobierno de Banzer. Esta vez el resorte fue el jefe de Estado Mayor de las FFAA y actual presidente de la Aduana, Gral. César López, gracias a quien pudo mantener el cargo de asesor y de quien resultó su padrino de matrimonio.
Quintana siempre ha eludido comentar que papel tuvo durante los violentos hechos de octubre de 2003, fecha en la que si bien ya había dejado el uniforme, seguía fungiendo como asesor.
No obstante siempre mantuvo un adecuado sentido de la oportunidad y cuatro meses antes de las elecciones de diciembre de 2005, se dio cuenta de que los vientos habían cambiado de curso y había que ponerse el ropaje de izquierdista. Nuevamente acudió a su antiguo amigo, Andrés Soliz Rada, quien lo introdujo al círculo más cercano de Evo Morales, donde, de entrada, más que simpatías captó antipatías entre los masistas, pero se ganó al «jefazo», a quien resulta imprescindible para el trabajo sucio de la politiquería gubernamental.
El más llamado a ocupar el cargo de Ministro de la Presidencia, era Iván Iporre Salguero, un adherente de primera hora de Evo Morales, pero no fue así y el nombramiento recayó en Juan Ramón Quintana.
Se sabe que George Soros, un especulador financiero y accionista de la empresa Andean Silver, que está explotando los yacimientos de San Cristóbal, tuvo bastante que ver en la decisión, ya que Quintana es el defensor encubierto de esta transnacional en sus inversiones en el país y, un especulador internacional sabe como cobrar facturas de contribuciones monetarias aportadas para la pasada campaña electoral del MAS.