En Guayaquil el sí tan sólo obtuvo 41’80 %
QUITO (ENVIADO ESPECIAL – LA VANGUARDIA)
Los ecuatorianos aprobaron en referéndum la nueva Constitución, dando luz verde al presidente Rafael Correa para que ponga en práctica los cambios políticos y económicos que, según sus promesas, deben cambiar al país. Las encuestas a pie de urna otorgaron al Gobierno una victoria más clara de lo que se había anticipado. Según Cedatos-Gallup, el sí ganó con un 70%, el no obtuvo 25 %, y el resto sufragios en blanco y nulos. El canal Uno-Noticias otorga al sí el 62’8 %, y al no 30’10%. Teleamazonas sumó 66’4 para el sí y 25 % para el no.
El triunfo arrollador de Correa quedó en parte empañado por la votación en Guayaquil, la ciudad costera que es el motor económico del país. Según las encuestas a pie de urna, el sí no alcanzó el 50 %. Unos sondeos colocaban al no por encima del sí, y en otros el sí por delante del no. En todas las encuetas, la suma de los votos por el no, unido a los sufragios en blanco y nulo superaban las papeletas por el sí. En el futuro habrá que analizar que supone que la zona más próspera del país, en defensa de la autonomía, el respaldo a la Constitución no haya llegado al 50 %..
Al conocer las encuestas que anticipaban su triunfo, Correa saludó en primer lugar a los emigrantes ecuatorianos, “a los tres millones de exiliados de la pobreza”. El presidente señaló que el país “vive un momento histórico que trasciende las personas, es un proceso de cambio de todo un pueblo.
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“Ecuador ha decidido un nuevo país, las viejas estructuras han sido derrotadas por los soldados de la revolución ciudadana”, dijo Correa en Guayaquil, desde la gobernación de la provincia de Guaymas.
Con este cuarto triunfo electoral consecutivo Correa ya tiene las manos libres para presentarse a la reelección y acelerar sus polémicas reformas socialistas, que, entre otras cosas, otorga al Estado un mayor control en sectores estratégicos. Sumak kawsay, buen vivir en lengua quechua, será el eje del nuevo marco institucional que prometió el presidente. Sin embargo, sumak kawsay, una fórmula tan difusa como el Socialismo del Siglo XXI que impulsa el joven mandatario ecuatoriano, parece ser el envoltorio de un proyecto estatista y de concentración del poder.
Por tercera vez en este año y por quinta en los últimos 26 meses, unos 9,7 millones de ecuatorianos (el voto es obligatorio) se pronunciaron sobre el texto constitucional Aunque con características propias, el modelo de Correa sigue la hoja de ruta trazada por Hugo Chávez desde Caracas. El libreto del calendario es el mismo: referéndum para convocar una Constituyente, comicios para Asamblea Constituyente, nuevo referéndum para aprobar la Carta Magna, y otras elecciones para renovar los poderes. Todo en un tiempo muy rápido; las votaciones se suceden mientras el presidente mantiene una alta popularidad y la economía todavía no se resiente de una política populista que multiplica el gasto público.
Al aprobarse la Constitución, Ecuador deberá celebrar a principios del próximo año nuevos comicios legislativos y presidenciales; Correa podrá volver a ser candidato -y aspirar a la reelección cuatro años después- sin que se le computen los 20 meses que lleva en el poder. De esta manera, el actual mandatario podría continuar en el palacio de Carondelet hasta 2017.
Muchos ecuatorianos fueron a votar con ilusión y esperanza, confiando en que se cumplirán las promesas de Correa de “un mejor vivir”.
“Tengo fe en Correa, me inspira confianza después de tantos políticos ladrones”, nos comentó Luisa Valle tras votar en un colegio del barrio quiteño Las Casas, en la falda del volcán Pichincha.
Jaime Costales, psicólogo y catedrático de la Universidad San Francisco, dijo que el ecuatoriano vive en un "delirio colectivo" por la manipulación de la conciencia con promesas mesiánicas de Correa que jamás podrán llevar al país a una nueva democracia”. “Se usan las mismas artimañas y vicios de los viejos partidos para instaurar un régimen presidencialista que aspira a controlar todos los poderes, silenciando las discrepancias e imponiendo su verdad", señala el profesor.
Aunque Correa mantiene alta popularidad, en el mundo empresarial se esperan con recelo los cambios. Algunos analistas los rechazan por considerarlos "un listado de buenas intenciones irrealizables en la práctica".
Joaquim Ibarz