Editorial. El Nuevo Día.
Evo Morales no ha dejado de ser un detalle pintoresco de Bolivia. Con el brazo izquierdo levantado y la mano derecha en el pecho; con sus trajes incrustados con tejidos indígenas; al lado de Gadafi y de Castro. Chávez lo palmea y lo hijea cada vez que puede y Lula no pierde la oportunidad de llamarlo “compañero Evo”. Los norteamericanos le tienen una paciencia infinita y los españoles lo colman de regalos. Nadie en el mundo osaría con llevarse mal con el indio boliviano, al que todavía muchos hacen el esfuerzo por llamarlo el “Mandela de América del Sur”.
A la hora de hablar de negocios y economía, la percepción sobre el Gobierno de Evo Morales cambia radicalmente. Así lo refleja el presidente brasileño Lula da Silva en una reciente entrevista con el diario Clarín de Buenos Aires, en la que descarta a Bolivia como proveedor de gas confiable. El mandatario tiene las cuentas bien claras. La producción nacional es de 40 millones de metros cúbicos diarios de gas y sus compromisos sobrepasan los 43 millones, tanto para el mercado interno como para la exportación.
La mirada de Lula es muy pesimista, pues duda que la brasileña Petrobras esté en condiciones de mejorar las perspectivas de producción de Bolivia y le recomienda a Evo Morales estimular a otras petroleras a invertir en el país. Sobre este punto es aún menos optimista, pues considera que “ningún país del mundo hará inversiones si quedará sujeto a las eventualidades cotidianas de un país”. Por eso es que prácticamente sepulta las esperanzas de construir un nuevo gasoducto hacia Argentina. Ninguno de los dos países puede confiar su desarrollo a un abastecedor de energía sin futuro.
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En casi toda la entrevista, Lula se dedica a hablar de Bolivia y de Evo Morales particularmente. Recordó la nacionalización, que tantos dolores de cabeza le causó dentro de su país y también hizo referencia a las concesiones que le brindó al régimen masista: “Querían la refinería y se la vendimos; quería aumentar los impuestos y nosotros le aceptamos”, dijo, tras recordar las recomendaciones que le hizo a su colega: “Mira compañero, no es suficiente con hacerse cargo de esos lugares, es preciso tener tecnología para explotar porque si se queda sentado encima del gas, él no produce riqueza para nadie”.
Lula deja entender que con buenas intenciones no se consiguen buenos resultados. Sin dejar de elogiar los ideales de cambio de Evo Morales, dice que es necesario combinar esa voluntad con una política de desarrollo del país, “porque si no, usted no tiene qué distribuir”.
Lula finalmente, tiene la misma respuesta que se ha estado repitiendo en el país desde que asumió Evo Morales, quien enfatiza en su agenda política y descuida la economía: “Si uno gasta la mitad de las energías para los conflictos internos, tendremos menos capacidad productiva para pensar un futuro para nuestro país”.
“Querían la refinería y se la vendimos; quería aumentar los impuestos y le aceptamos”, dijo Lula, tras recordar las recomendaciones que le hizo a Evo: “Mira compañero, no es suficiente con hacerse cargo de esos lugares, es preciso tecnología. Sentarse encima del gas no genera riqueza”.