Los senadores del MAS, Felix Rojas y Antonio Peredo, están en plena campaña para llegar a la presidencia de la Cámara Alta y se disputan el manejo de los recursos que el Ejecutivo entregará de mil amores para obtener este ansiado objetivo.
Felix Rojas
El MAS ha tomado como premisa que el principal partido de la oposición, Podemos, está profundamente debilitado luego de los resultados del referéndum revocatorio y de haber “concertado” un texto constitucional en circunstancias que no han sido del todo aclaradas hasta la fecha.
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Antonio Peredo
Por tanto consideran que Podemos no está en condiciones de dar mucha pelea para seguir controlando la presidencia del Senado, además que tienen dudas si los senadores del MNR y de Unidad Nacional (UN) darán nuevamente su respaldo al partido opositor mayoritario ya que prevén que estos partidos podrían pretender jugar su propia opción, aspecto que indudablemente intentarán canalizar en su provecho.
También se habla de un senador orureño que no ha mostrado mucha consecuencia en su carrera política y podría pretender jugar su propia carta como una justa retribución a su gran ayuda para viabilizar las reformas al texto constitucional del MAS.
Sin embargo, está última opción no es vista con simpatía por la mayoría de los senadores masistas y por los «jefazos» del propio gobierno, quienes preferirían una opción más confiable y el senador de amplia trayectoria ha demostrado en más de una ocasión que es una veleta de la política.
En consecuencia se ha presentado para los masistas la disyuntiva de acceder a los requerimientos del todavía podemista senador orureño que pugnaba por aparecer en las fotos junto al vicepresidente Alvaro García u ocasionar que este vuelva a acomodarse en las filas opositoras.
Ambas opciones no resultan gratas para el MAS que quiere controlar a como de lugar un Senado que le permitirá elegir un nuevo Tribunal Constitucional favorable y a los nuevos miembros de la Corte Nacional Electoral. De esta forma calculan que podrían enfrentar los comicios de diciembre de 2009 en calidad de local y con el árbitro a favor.
Por tanto ya están barajando la posibilidad de asignar al veleidoso senador una embajada en un país europeo, ofrecimiento que no deja de entusiasmar a este autoproclamado «gran concertador» que, hay que reconocer, emergió de sus cenizas y hoy cree que tiene la sartén por el mango.
Mientras se toma una decisión tanto Rojas como Peredo están acomodando sus fichas. Este último cuenta entre ellas a la más pesada y decisiva, su propia esposa: la aguerrida María Martha. Tiene a su disposición, además, el aparato y la logística que le brindaría su entrañable yerno, el ministro de Gobierno, Alfredo Rada.