El servicio de Identificación Personal está siendo desmantelado. Se anuncia auditorias al padrón electoral y desaparecen computadoras.
Algo muy feo se está cocinando en las oficinas de Identificación Personal de La Paz, dependientes de la Policía Nacional. Hasta hace unos meses un ciudadano podía acudir a esa oficina para recabar su cédula de identidad y esta le era extendida utilizando un sistema computarizado en la mayor parte de las mesas, aunque el registro seguía siendo manual.
Sin embargo, al querer sacar en la actualidad la cédula de identidad, ese mismo ciudadano se puede percatar que el servicio de identificación anda como el cangrejo; los encargados del trámite han vuelto a las antediluvianas máquinas “remington” y las computadoras desaparecieron sin que nadie pueda decir las causas o donde se encuentran.
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Es así que un servicio que había mejorado en algo vuelve a exigir de los ciudadanos que tienen la tragedia de necesitar renovar su cédula, largas horas de colas y espera bajo un intenso sol que pela.
Pero, al fin y al cabo, los humildes ciudadanos de a pie ya estamos casi acostumbrados a los sacrificios que nos impone una burocracia siempre indolente e ineficiente, negativas características que se ha agudizado en el actual gobierno, por tanto ese no es el problema principal y es otro aspecto el que nos mueve a la inquietud.
Resulta ciertamente sugestivo que computadoras de la Dirección de Identificación Personal desaparezcan cuando se avecina una trascendental consulta ciudadana como es el referéndum constituyente de enero de 2009 a la vez que se ha visto como imprescindible realizar una auditoría al padrón electoral.
Se hace también cada día más evidente que el gobierno, a parte de manipular a las llamadas “organizaciones sociales”, manipuló también al padrón electoral utilizando como mecanismos al sistema de identificación personal y al registro civil y por tanto el tan mentado 67 por ciento de apoyo que dice que obtuvo Evo, es cada día más discutible a la luz de informaciones surgidas de la propia Corte Nacional Electoral que dan cuenta de irregularidades como dobles inscripciones, suplantación de identidad y otros.
Se debe recordar también que en el barrio de Achumani, en la zona Sur de La Paz se encontró un domicilio en el que se hacía una recopilación de datos para diseñar cédulas de identidad. El responsable de este recinto era Jorge Loza, quien fue representante de los trabajadores en radio y televisión ante la Central Obrera Boliviana y ahora furibundo militante masista.
Otros lugares similares fueron descubiertos y denunciados por la diputada Ninoska Lazarte pero en el colmo del descaro se llegó a amenazarla con un juicio a la vez que se indicaba que dichos recintos habían sido instalados con el loable propósito de facilitar el acceso de la población a un documento de identidad.
Por otra parte es preciso recordar que, en los hechos, el sistema de identificación boliviano está manejado por los servicios de inteligencia venezolanos quienes “donaron desinteresadamente” los equipos para iniciar el plan de carnetización. ¿será que ahora, oportunamente, los están retirando ?
Ante este cúmulo de irregularidades y tantas preguntas sin respuesta surge la interrogante si el privar a la policía de los equipos computarizados para carnetizar a la población tiene el objetivo de evitar se compruebe un descomunal fraude en el revocatorio de agosto de 2008 o preparar otro para el referéndum constituyente de enero.