«Jefazo», misión cumplida

imageDe Evo a Mattarollo: «muy bien hecho compañero».

La Comisión de UNASUR, entregó el pasado miércoles al presidente Evo Morales, el informe sobre los hechos luctuosos sucedidos en Pando.

 



Nadie esperaba otra cosa a riesgo de pecar de ingenuo. Desde un inicio, el perfil del informe de la “Comisión de la Verdad ” de la Unasur estaba claramente definido, tanto por los antecedentes del responsable de esta Comisión como por la forma en que se adelantó que sería encaminada la investigación.

Se trataba, en suma, de legitimar, mediante un organismo internacional, la versión gubernamental sobre los hechos de Porvenir, que desde todo punto de vista son reprochables y todos esperan que jamás se repitan. La verdad era un aspecto totalmente accesorio y lo que se quería en realidad era dar un espaldarazo político al gobierno de Evo Morales.

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El gobierno y sus miembros no podían sino batir palmas y gritar de alegría ante el contenido de un informe que cualquier persona con mínimo coeficiente intelectual podría rebatir con facilidad por su absoluta falta de equilibrio y coherencia, además de un ostensible desapego a las normas jurídicas.

Los hechos lo demuestran y también las palabras del propio Rodolfo Mattarollo. La comisión nunca tuvo por objetivo encontrar la verdad de los hechos y su intención y finalidad fue esencialmente política, como lo observó en su momento uno de sus miembros, el excanciller chileno Juan Gabriel Valdez, quien prefirió alejarse ante el sesgo que estaban tomando las cosas.

Matarrollo dijo que no hay indicios que los campesinos (masistas) estuvieron armados. Entonces debió explicar de donde vinieron las balas que mataron a Pedro Oshiro, Alfredo Robles y al predicador evangelista Rivero por cuanto cabe también la posibilidad de que murieran de susto y las perforaciones en sus cuerpos hubieran sido causadas por las picaduras de algún peto desalmado.

Sin embargo, el autor de esta investigación “imparcial y profesional”, como la calificó el vicepresidente Alvaro García Linera, se limitó a indicar que sobre este aspecto debía realizarse “una investigación más profunda”.

Ciertamente resulta sospechoso que cuando las víctimas son opositoras, esta comisión se limite a pedir una investigación más profunda y, sin embargo, cuando son masistas, luego de una investigación superficial, se apresure a identificar como responsables a quienes conviene al gobierno y «recomendar» además el procedimiento jurídico contra el encarcelado prefecto Leopoldo Fernández.

De igual forma llama la atención de que haya descartado las versiones que no necesariamente coincidían con la del gobierno con el solo argumento de que eran “inverosímiles”. Es decir, ya había decidido, a priori, lo que era verdadero y lo que era falso y todo lo que no coincidía con el libreto que convenía al gobierno de Evo, era descartado.

Pero mencionar a “niños fusilados” sin mostrar ni tener el menor indicio, basado únicamente en «testimonios» de algunas mujeres que recitaron el libreto enviado desde palacio de gobierno, es digno de la imaginación más torcida y evidencia una absoluta deshonestidad intelectual.

Para entender el comportamiento de Rodolfo Mattarollo, resulta ilustrativo mencionar sus antecedentes. Fue miembro del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de tendencia trotskista, fundado por Roberto Santucho que inició la lucha armada a fines de los años 60 en las selvas tucumanas.

Sin embargo no se puede reprochar del todo que en la décadas de los 60 y los 70, alguien hubiera optado por la lucha armada, lo grave es que haya persistido en esta actitud en la etapa democrática que fue precisamente lo que Mattarollo hizo.

Argentina había recuperado la democracia luego de una oscura etapa dictatorial y a él no se le ocurrió mejor cosa que adscribirse al Movimiento Todos por la Patria , heredero del ERP y que durante el gobierno de Raul Alfonsín intento sin éxito copar un regimiento militar, acción en la que murieron decenas de jovenzuelos pero los autores intelectuales como Mattarollo y Enrique Gorriarán Merlo, como ya es común en estas organizaciones, siguieron impunes y  libres como el viento, buscando la oportunidad de reeditar sus hazañas y gozando de los privilegios que les otorga la democracia.

Mattarollo, se recicló durante el gobierno de Néstor Kirchner y ahora de la presidenta Cristina que, de hecho, fue quien lo designó en la comisión de Unasur con el expreso  encargo de ayudar a Evo. Por supuesto que el «trabajo» de este personaje es bien remunerado, con recursos  generosamente aportados por algún gobierno. Sin embargo, cabe preguntar que rol han jugado el resto de integrantes de esta comisión que pertenecen a otros países. ¿Son un grupo de militantes de la revolución bolivariana?, ¿son borregos sin criterio propio que suscriben un informe por espíritu de cuerpo? o son simples mercenarios que cumplen un trabajo y responden al patrón que les  paga?