La hora de pagar facturas

image El Deber. Editorial y Tres en Uno.

No contienen los aires soberbios de triunfalismo que corren en los círculos del poder político. Aun en el caso de que el tan comentado referéndum se hubiera dilucidado en clima de transparencia absoluta, las diferencias entre el SI y el NO, motivo de la consulta, muy lejos estuvieron de ser abismales como sin duda lo daban por hecho los detentadores de los mandos supremos de este tiempo y en este país nuestro digno de mejor tratamiento y de mejor suerte desde luego.



De un sesenta a un cuarenta por ciento, en el caso de una consulta y de esa clase de consulta bajo reglas de juego limpias, impolutas, no constituye, de ninguna manera, diferencia abismal, como para tapar la boca al sector, al grupo, a la persona disidente incluso.

Ahora bien, si esa diferencia entre  un sesenta y un cuarenta por ciento se logra bajo presiones, compra-venta de conciencias y trampas grandes, medianas y pequeñas, pues, obviamente, ni siquiera corresponde tomarla en cuenta. Una generosa interpretación de esa diferencia sería asignarle calidad de empate y en tal instancia aguantarse las tripas revueltas.

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De que en el referéndum, esa estrecha diferencia entre las dos opciones sometidas a la consulta fue turbiamente manipulada, hay señales y hechos que lo confirman de manera palmaria. Y ahora es el momento de pagar las consiguientes facturas.

Para empezar, aquí mismo, en esta plaza que, pese a todo, impuso una voluntad mayoritaria, a pocas horas de cerrada la consulta, una heterogénea banda de cientos de individuos, muchos de ellos desplazados desde el interior del país sólo para sufragar y desde luego por la fórmula SI, procedió a hacer efectiva su factura.

Atropelló alambradas, arrolló a vigilantes que cumplían su deber, sin que fuerza alguna consiguiera hacerle alto. Y la banda eufórica se instaló en un predio por ser muy del gusto de los asaltantes que, sin pérdida de tiempo, plantaron carpas y tolderíos varios, instalándose dueños y señores y proclamando que sólo se estaban haciendo pago por haber cumplido con la misión de votar SI tuerto o derecho.

El flagrante y condenable atropello en tropel consumado ante  la estupefacción general, seguido y difundido por medios de comunicación que se nutrieron de acciones y peroratas claras, soberbias y de verdad provocativas y desafiantes, releva de mayores comentarios. Al sucio dinero, a falta de moral, de sentido cívico, de elemental racionalidad, obedece la ínfima brecha que hasta aquí se abrió entre el fementido SI y el NO que es una insensatez, por no utilizar un calificativo más grueso e irreproducible, desconocer o cuando menos, minimizar. En la hora del balance final, llamemos a las cosas por su nombre.

Tres en Uno  

Operativos relámpagos

Cada vez que la prensa saca a la palestra algún tema, los funcionarios públicos están prestos a reaccionar, aunque muchas veces sólo para la foto. El mejor ejemplo es lo que sucede en la zona aledaña al segundo anillo y calle Isabel la Católica. Allí los comerciantes han tomado las aceras, mientras que taxis, autos particulares y camiones distribuidores de productos se encargan de generar caos vehicular.

Las veces que los medios pusieron el dedo en la llaga, funcionarios municipales estuvieron prestos para hacer operativos en los que decomisaron todo lo que pillaron a su alcance. Lo triste es que al día siguiente el descontrol volvió a la zona y los operativos no se repitieron.

Éste es sólo un ejemplo de una ciudad en la que la mayoría de los ciudadanos hace lo que les place, mientras que las autoridades no hacen lo que deben.

La inseguridad y el dinero

Los robos a la salida de las entidades bancarias siguen humillando a la seguridad y sus planes inocuos. Las víctimas son clientes o asiduos comunes a los bancos en busca de algún servicio, simplemente eso. Pero la cadena de responsabilidades tiene eslabones fuertes y débiles, lamentablemente sabemos por dónde se suele cortar.

Falta una política seria de seguridad bancaria que asegure al cliente que no va a ser robado a metros del banco ni perseguido hasta su destino inmediato. Falta voluntad y coordinación para resolver este delicado tema que preocupa a la ciudadanía porque se trata de salvaguardar la vida misma.

La presunción de la existencia de una complicidad interna desacredita a la entidad y crea incertidumbre en los usuarios.

Olores que matan

No se trata de tener el olfato delicado, pero hay que reconocer que en el mercado Mutualista y tercer anillo interno los olores son insoportables. La combinación de basura con aguas putrefactas hace que uno quiera salir escapando del lugar. Lo más grave de todo es que la situación se da desde hace meses y a nadie parece importarle, ni siquiera a los comerciantes que todos los días tienen que aguantar semejante martirio para el sentido del olfato. No es cuestión de soportar o no ciertos olores, sino que también hay que tomar en cuenta que cerca del lugar se venden productos alimenticios, como carnes y embutidos que se exhiben al aire libre. Todos sabemos que basura dispersa y aguas putrefactas son la mejor combinación para desencadenar agentes infecciosos. Lo que no sabemos es quién hará algo para buscar una solución a este caso.