Atrapan a 20 “polillas”; dudan por resultados


Ayer volvió aflorar la vida de los “cleferos”. Alex, de 12 años, lleva dos años viviendo de la limosna y el “microtráfico” de drogas. 

image La Policía captura a un inhalador de clefa y a un perro en el puente Antezana, ayer. | Fotos: Daniel James

Los Tiempos



Por: Katiuska Vásquez

La policía retoma el control después de un crimen. La perrera se llevó a los canes.

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Después de que el domingo pasado una persona falleciera víctima del atraco por parte de un grupo de inhaladores de clefa (dos de ellos menores de edad), la Policía desalojó ayer de las “villas” de los puentes a los comúnmente conocidos como “polillas”.

Sin embargo, el rescate de esta población provoca más dudas que confianza en la rehabilitación que puedan alcanzar. Hace un año fueron llevados a los hogares 200 de estos adictos, pero actualmente no queda ninguno.

“Todos volvieron a las calles y se han vuelto más violentos”, evalúa la directora de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia, Cira Castro.

Una muestra de ello es que el domingo una pandilla de “cleferos”, acostumbrada a atracar cerca a la Aroma y Ayacucho a los clientes de los vagones (locales), mató a un cliente.

Luego del crimen, la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP) retomó los operativos de control de esta población, que se halla bajo su zona de responsabilidad.

La pandilla operaba desde hace meses en cercanías de la UTOP, pero hasta ayer el control policial era incipiente o clandestino porque se realizaba por las noches y sin la participación de la prensa.

Testimonios

Ayer volvió aflorar la vida de los “cleferos”. Alex (nombre ficticio), de 12 años, uno de los inquilinos del puente Antezana, contó que prefiere la calle a su casa. Lleva dos años viviendo del delito, la limosna y el “microtráfico” de drogas. Contó que su infancia se acabó súbitamente el día que su madre lo echó de casa.

El adiós, que parece congelado en su vida, lo llevó a caer en la pandilla de “El Ojitos”, líder de los cleferos del puente Antezana. Ayer, como todos los que estaban en su “villa”, se enfadó por ser llevado a un hogar. Al final, cuando no había más remedio, dijo: “Me cambio (de ropa) y me voy del hogar. No es la primera vez”.

Juan, otro de los adictos, tiene 16 años pero lleva seis viviendo en la calle. Se vino de Santa Cruz hace un año. Durante el día se gana la vida como guardia de seguridad en el mercado triangular de la calle Lanza. Dijo que los 40 bolivianos que le pagan las vendedoras le sirven para pasar el día, pero está atado a la vida del puente por el alcohol.

No puede dejar las drogas ni a su familia, como llama a los demás adictos que viven con él. Como a todos, pero tal vez más, le costó desprenderse de Kiara, la perra y mascota preferida de los cleferos.

Kiara y varios cachorros fueron capturados por la perrera ayer, pese a la oposición de los inhaladores.

La mascota, que ayer parecía una fiera, es utilizada en ocasiones por los inhaladores para los asaltos, como una forma de intimidar a las víctimas.