El «cambio» prometido: MAS gasto y burocracia


Unas cuantas polleras y caras morenas y una ministra anticorrupción que no se atreverá a investigar al todopoderoso Quintana, es lo que ofrecen en la segunda «independencia» de Bolivia.

image Los indígenas son muy útiles a Evo para la postal de exportación

Como siempre se produjo una abismal diferencia entre lo que dice y lo que hace Evo. El nuevo “órgano ejecutivo” de la Bolivia refundada no significa otra cosa que más de lo mismo y la empalagosa terminología que está utilizando profusamente el gobierno no puede ocultar esta realidad.



Si se han operado cambios en el ejecutivo estos no son positivos y la primera impresión que se tiene es que el Evo ha decidido inflar la planta burocrática hasta llegar a nada menos que 20 ministerios, sin duda alguna para satisfacer las exigencias de pegas de los “movimientos sociales” y de su más íntimo entorno.

Esto ya no sorprende; ha sido una constante en el manejo burocrático del MAS. No está demás recordar la creación de un “Ministerio del Agua” solo para satisfacer a las “organizaciones sociales” alteñas y que hasta la fecha solo ha servido como pretexto para que un mal denominado “ministro” y algunos funcionarios acudan puntualmente a cobrar sus salarios.

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Todo indica que el agregado de “Medio Ambiente” al rótulo de dicho ministerio no cambiará para nada la cosa. La verdad es que el gobierno no sabe el rumbo que tomará y considera que el torrente mal hilvanado de palabras, de por sí constituyen el cambio.

El gabinete, en esencia es el mismo. Subsiste ese pequeño núcleo conformado por Quintana, Rada, San Miguel y Arce que es el que toma las decisiones. Los restantes ministros se encuentran en la periferie a la espera de las determinaciones que se toma en este selecto grupo.

La incorporación de unas polleras y unas cuantas caras morenas al equipo ministerial no cambiará para nada el carácter esencial de un gobierno que tiene por único sustento la demagogia y que afirmando servir al pueblo, lo que hace es servirse de él. Para percatarse de ello solo es necesario ver los múltiples privilegios que tienen los ministros y otros allegados a Evo, de los cuales, la totalidad ya salió de pobre y para los cuales las carencias que tuvieron que confrontar en el pasado no son más que un triste y lejano recuerdo de una época a la que no piensan volver (ni en sus peores pesadillas) y por tanto están tomando sus recaudos.

Que Evo quiera bajar el impacto de  la escandalosa corrupción que inunda su gobierno, con la creación de un «ministerio anticorrupcion» premiando a doña Nardi, por un trabajo que descuidó desde hace tres años, es simplemente propaganda política, frente a la ratificación del ministro mas cuestionado por abusos y corrupción. Solo los ingenuos pueden esperar que doña Nardi se atreva algún día a investigar al impune y todopoderoso Quintana.

Los hechos muestran que con «nuevo» gabinete  y toda la fanfarria masista, el “Estado plurinacional” tan cacareado no es más que un simple enunciado metido a la fuerza en la Constitución y cuyo significado están lejos de conocer y menos asumir  los nuevos ministros. Por lo demás, la nueva Bolivia se muestra igualita a la anterior. Queda claro que para cambiar un país se requieren algo más que constituciones o palabras lanzadas al viento.

Ese país de las maravillas está muy lejos de mostrarse y por el momento lo único que vemos es una cada vez mayor incertidumbre generada por la crónica incapacidad gubernamental para, primero, identificar los problemas nacionales y luego solucionarlos.

Las concentraciones de funcionarios amenazados y de miembros de “organizaciones sociales” pagados, no son más que espejismos artificiales y como tal, duran muy poco.