Basta ver el gabinete llamado del cambio o de la reestructuración de Bolivia hacia el recientemente promulgado Estado comunitario plurinacional para comprender que en el entorno que rodea a Evo Morales no ha cambiado nada.
Centa Reck
¿Cómo se puede impulsar un cambio sin que se cambie ni una pieza del entorno palaciego?, nos preguntamos escandalizados porque en el escabroso e incierto camino rumbo al Estado Comunitario nos encontramos con la primera alerta roja, que nos deja entrever que para el presidente Morales parece no haber otras personas que no sean los ministros mestizos: Rada, Quintana, Arce, San Miguel, Choquehuanca, Ribero y en definitiva el mismo círculo que también ha ocupado los altos cargos de la nacionalizada YPFB, donde sólo han entrado por el hueco de la aguja: Santos Ramírez, Ávalos, Morales, Aruquipa y Villegas. Sabemos que no se trata de que escaseen en el país personas probas, el asunto pasa con seguridad por otro tipo de decisiones y objetivos que han hecho del poder ejecutivo un círculo de hierro que se constituye en las espuelas y las riendas del gobierno de Morales y que está terminando de enmanillar al país con un grupo de intocables que mantiene infranqueable e inaccesible el nivel Ejecutivo.
El Estado Plurinacional se ha topado con la camisa de fuerza del nuevo gabinete que no resultó plurinacional y menos comunitario sino que es un gabinete de plurintocables, debido a que los ministros son plurifuncionales y resisten a todo tipo de cuestionamientos, permaneciendo en sus puestos y sus mando a pesar de las graves acusaciones que pesan sobre algunos de ellos, cuya conducta no condice en nada con la teoría que plantea un supuesto gobierno de transparencia y leyes anticorrupción, pero que a la hora de la verdad entra en total contradicción con la conducta que han demostrado los ministros y funcionarios que Morales mantiene en franca actitud de proteccionismo e impunidad.
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¿Dónde quedaron los originarios?, que extraña manera de hablar en nombre de la inclusión de los indígenas excluyéndolos de los ministerios, incluso de aquellos que están estrechamente vinculados con las culturas que dice ahora promover el nuevo Estado. Es el caso de Pablo Groux, designado ministro de Culturas, sin hablar ninguna lengua originaria, ni pertenecer a ninguna raza de las supuestamente reivindicadas en el Estado recién salido de la pila de bautismo.
El nuevo gabinete muestra que Evo Morales sólo privilegia sus objetivos políticos y lo demás es sólo un canto a la bandera, una serie de propuestas que le sirven como corolario y pretexto para justificar las intervenciones políticas y las acciones que necesita ejecutar en el país para asegurarse una estadía indefinida como presidente de los bolivianos e inquilino permanente del Paladio Quemado.
El mismo Evo dio a conocer sus verdaderas intenciones en otro de sus actos fallidos, porque ya ha tenido varios, como ese de decir que él le mete nomás a las irregularidades que para eso están sus abogados para luego hacer legal lo ilegal. En este mismo tenor, en el discurso con el que dio posesión y tomó juramento a sus ministros invocando a los próceres y los mártires, pero no a Dios ni a la patria, Evo reconoció sus ambiciones de poder planteando que había comprendido cómo actúan los que apuestan a acumular más y más dinero, porque él se había descubierto a sí mismo en una insatisfacción por el porcentaje obtenido en la aprobación de su constitución, se había sorprendido reclamando porqué no habían obtenido el 80 o el 90 por ciento, y se confesó entonces que sabía que esto era una ambición de poder, que ese era el motivo por el que siempre quiere llegar a más, obtener más votos y por ende más poder.
Por lo menos en ese rapto de sinceramiento expresó su verdadera cara, el semblante del poder, para el que todo queda postergado, todo está muy por detrás de la verdadera intención y el único objetivo cual es el de obtener y amasar ingentes cantidades de poder.
El gabinete que sigue sosteniendo a Evo Morales, es el que le garantiza el acceso al poder absoluto, la concentración de todos los hilos para amarrar al país subordinándolo a su dominio absoluto.
Evo Morales, está tan embriagado de poder que para sostener su imagen narcisista, se arregló el tabique para que su nariz le favorezca en el perfil que quiere que todos miren de su si mismo. Morales está tan borracho de poder que no ha escatimado en excluir a los indígenas supuestos protagonistas y actores principales del nuevo Estado, los puso como paisaje y parte del folclore que necesita que rodee a su gestión. Los llevó con sus trajes multicolores a bailar y desfilar, pero en los puestos de mando siguen los que le garantizan el asalto y la concentración de un ejercicio del poder que no quiere compartir ni distribuir ni siquiera con los indígenas originarios.
Evo Morales está tan engolosinado con el poder, que no escatimó en reconfirmar al cuestionado Juan Ramón Quintana y no escatimó en posar con Santos Ramírez, quienes no pasarían la prueba ni de un detector de mentiras descompuesto.
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