Obama quiere implicar al sector privado en el rescate bancario

image TRANSFORMACION DEL SISTEMA FINANCIERO

El Estado buscaría inversores para quedarse con los activos contaminados

NUEVA VERSIÓN El secretario Geithner modifica de nuevo el rescate, que no ha reactivado el crédito



PILARES DE LA RECUPERACIÓN El estímulo fiscal y la ayuda a los bancos deben ser el antídoto para la recesión

MARC BASSETS  – Nueva York.

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Corresponsal LA VANGUARDIA

Algunos economistas creen que es la clave para salir de la recesión: por muchos centenares de miles de dólares que el Estado gaste en infraestructuras, hasta que los bancos no salgan del bache y abran el grifo del crédito la economía no se recuperará. De cómo la Administración Obama, en el poder desde el 20 de enero pasado, gaste los 350.000 millones de dólares de los que aún dispone para rescatar a los bancos dependerá en gran parte la salida de la crisis.

Tras semanas de titubeos, el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, tiene previsto anunciar hoy el nuevo rescate bancario. Si no hay sorpresas de última hora, el Gobierno implicará a inversores privados en la operación, según adelantaron ayer en portada The Wall Street Journal y The New York Times.

Con el plan de estímulo de 800.000 millones de dólares, que debe aprobarse en los próximos días, y el nuevo plan de rescate, la Administración Obama dispondrá de los dos pilares que deben permitir superar la recesión.

La idea es que el Estado se asocie con inversores privados para comprar a los bancos los llamados activos tóxicos. En gran parte se trata de hipotecas impagadas cuyo valor no ha dejado de decrecer y que dificultan a las entidades financieras salir a flote.

El Tesoro ultimaba ayer los detalles el plan. Según algunas filtraciones, podría consistir en la creación de una entidad – algunos la denominan un banco agregador;otros un mal banco-que comprase la porquería financiera que ahora lastra a los bancos.

Para los inversores privados, el incentivo para participar en la operación sería que, cuando la economía vuelva a crecer, estos activos recuperarán el valor y se convertirán en un negocio. El Gobierno podría cubrir el riesgo en caso de pérdidas. Al implicar al sector privado en el rescate, se reduciría la factura para el contribuyente. Otra ventaja sería que evitaría al Tesoro el trance determinar el precio de los activos tóxicos: si paga demasiado, los bancos se enriquecen a costa del dinero público; si paga demasiado poco, los bancos se resisten a venderlos.

Desde que en septiembre estalló la crisis financiera y el Congreso aprobó el Trouble Assets Relief Program o TARP (Programa para el Alivio de los Activos Problemáticos), el Gobierno de Estados Unidos lo ha modificado dos veces. Esta sería la tercera.

La idea inicial, propugnada por el entonces secretario del Tesoro, Henry Paulson, consistía en que el Estado comprase los activos tóxicos. No funcionó, entre otros motivos por la dificultad en evaluarlos.

En noviembre, días después de que Barack Obama ganase las elecciones presidenciales, Paulson cambió de opinión. Entonces planteó que el Estado invirtiese directamente en los bancos y entrase en su accionariado.

De momento, el Tesoro ha gastado la mitad de los 700.000 millones de dólares del rescate, y el crédito sigue atascado. Lo que ahora se debate es cómo gastar la otra mitad.

La Administración Obama quiere ampliar el alcance del rescate para que también beneficie a los propietarios de casas que se exponen al embargo por impago de la hipoteca.

Geithner se juega el crédito. En calidad de presidente de Reserva Federal de Nueva York, su cargo anterior, participó en el diseño del controvertido TARP original, y tuvo problemas para que el Senado lo confirmase en el Tesoro, al descubrirse problemas pasados con el fisco.

El nuevo plan supone, en algunos aspectos, un retorno a la idea original de comprar los activos tóxicos. Pero no está claro que sea el definitivo. En los debates de las últimas semanas en Washington han llegado a mencionarse opciones radicales como la nacionalización.