Quieren que Santos cierre la boca

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Al parecer el MAS está dispuesto a permitir que Santos Ramírez vaya a “convivir con los gusanos” (imposible, en la celda lujosa en que está) pero existen motivos más que razonables para suponer que esta es más que todo una actitud oportunista y no surge de un criterio principista. Es que los hechos eran tan claros y contundentes que al gobierno no le quedó más remedio que actuar rápido para intentar evitar que la escandalosa corrupción en YPFB termine salpicando al propio presidente Evo Morales.

Santos Ramírez ya está en la cárcel de San Pedro pero el enmarañado de corrupción existente no solo en YPFB está lejos de ser desentrañado. Resulta muy difícil creer que Santos, a pesar de todo el poder que tenia en sus manos, tejió él solo esa telaraña de negocios ilícitos ligados a empresas y bancos extranjeros.



Es claro que existieron disposiciones, decretos supremos firmados por Evo y su gabinete, que posibilitaron que Santos se moviera con soltura y pudiera perpetrar sus negociados sin interferencia alguna. No se trata por tanto de una simple actitud personal de alguien que aprovechó una oportunidad para enriquecerse ilícitamente.

Por otra parte, la corrupción en YPFB era tan evidente que es imposible creer que nadie se haya percatado de lo que ocurría en esa entidad, que de acuerdo a la propaganda gubernamental, estaba llamada a ser la locomotora que conduciría el desarrollo nacional.

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En el caso de YPFB se perciben todos los componentes que hacen sospechar que no se trató de un asunto en el que solo intervinieron funcionarios de segunda categoría sino que también están involucrados otros pájaros de alto vuelo que regularmente anidan en el palacio de Gobierno.

Que Santos Ramírez pague sus culpas está bien pero todo indica que el gobierno busca que sea la cabeza de turco, que el caso se quede ahí y que el MAS se muestre como un paladín de la lucha contra la corrupción cuando todo el mundo sabe que de no mediar un asesinato, este caso hubiera sido enterrado como varios otros (contrabando, viviendas sociales, ABC -carreteras,etc) y todo hubiera sido atribuido a una oscura conspiración de la derecha.

Por otra parte no deja de llamar la atención que quienes hasta hace pocos días realizaban una exaltada defensa de Ramírez, Gustavo Torrico, Cesar Navarro, Senador Rojas, ahora a la voz de mando de arriba, están callados, en tanto  otros se han lanzado sobre el antes confiable “hermano” dispuestos a hacerlo añicos.

Por supuesto en el palacio de Gobierno el ambiente se percibe muy denso. Existe un comprensible miedo por lo que vaya a decir o hacer Santos Ramírez, que vocación de sacrificio no tiene y no ha mostrado mucha disposición a inmolarse en aras de la “revolución democrática y cultural”, la cual, además el sabe muy bien, no es más que una frasecita con reminiscencias utópicas rescatada para darle un superficial barniz ideológico a un proyecto que se está demostrando paulatinamente, tiene poco de político-social y mucho de delincuencial. A propósito, se sabe que hay «negociaciones» entre el procesado y los jerarcas del MAS.

A estas alturas muchos masistas, con sentido de oportunidad,  se están preguntando si ha llegado la hora de abandonar el barco que ha sido irremediablemente dañado por el torpedo de la corrupción. Que nadie se llame a engaño. Lo de Santos no es la excepción; todo apunta más bien a que es la regla.