La estrategia distraccionista del gobierno hace prever que habrán nuevas “denuncias” para tapar la corrupción estatal.
Las «cortinas de humo» que está aplicando el gobierno comienza a dar ciertos resultados y la atención de la población se está dirigiendo a temas ficticios generados desde las esferas gubernamentales. Es así que los medios empezaron a dar mayor cobertura a una supuesta injerencia de la CIA en asuntos internos que a la corrupción que campea en el gobierno.
El presidente Evo Morales nos tiene casi acostumbrados a recurrentes dislates que surgen, a veces, de su incontinencia verbal y otras son producto de una estrategia algo más elaborada que tiene por destino precisamente desviar la atención de un tema que le resulta altamente perjudicial. En el lenguaje cotidiano se llama a esto “marear la perdiz”.
Las acusaciones de Evo sobre una supuesta injerencia de la CIA y de su participación para promover la corrupción en algunas esferas gubernamentales tienen por objetivo evitar que la atención siga centrada en el escándalo de corrupción en YPFB, que hasta el momento tiene por principal protagonista a Santos Ramírez pero es indudable que en el escenario entran varios actores que al presente ejercen de autoridades. Es más, muchos de los colaboradores de confianza de Ramírez siguen operando en diversas entidades del sector energético.
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Lo lamentable es que cualquier afirmación que lance el presidente, así no tenga ni pies ni cabeza ni el más mínimo sustento, necesariamente se convierte en noticia. Denuncia una supuesta injerencia de la CIA y dice que el gobierno “no se está durmiendo” y sabe todo lo que hace esta agencia de inteligencia. Automáticamente esta afirmación por fuera de lugar que pueda parecer, tendrá repercusión nacional e internacional.
En este punto resulta obligatoria la pregunta sobre el porque no se actuó de inmediato si se conocía las actividades del supuesto agente de la CIA, Rodrigo Carrasco y se esperó que este envolviera en sus malvadas redes al pobre Santos Ramírez y lo indujera a cometer semejantes actos de corrupción.
Lo más probable es que el gobierno conocía perfectamente que Santos no andaba por buen camino; finalmente le dio los instrumentos (decretos) que posibilitaron los hechos irregulares. Sin embargo no estaba en sus cálculos que en medio de esta de por sí oscura tramoya se produjera un asesinato que lo obligara a asumir que en YPFB estaba pasando algo muy feo.
Ahora se trata de salvar la situación a como de lugar y se inventaron una de detectives. No se trata solamente de Carrasco. Entra en escena otro “agente” infiltrado: Francisco Martinez, de quien Evo dice que entra y sale del país cuando le place ¿Y que hace al respecto el gobierno? ¿Por qué se limita a desafiar a la embajada a que diga que es lo que hacía Martínez? ¿Si el gobierno no se duerme porque Evo no dice que es lo que supuestamente hacía o hace Martínez y actúa en consecuencia?, o ¿están fallando los expertos de la inteligencia cubano-venezolana?
El bla bla del presidente y de los funcionarios de su gobierno es recurrente en este y otros temas, pero a la hora de probar y de actuar cero gestión. El canciller Choquehuanca dice que su despacho no procederá a ninguna expulsión de espías y le lanza el paquete a su «hermano» ministro de Gobierno, Alfredo Rada que, hasta ahora, tampoco exhibe pruebas de la publicitada «infiltración» de la CIA en el país.
Todo indica que debemos estar preparados para recibir nuevas “denuncias” de este tipo pero también debemos tener claro de que el problema central es la corrupción que está afectando como nunca antes a las estructuras del Estado generando a los nuevos ricos del “Estado plurinacional”.
La coherencia no es una de las virtudes de Evo pero existen situaciones que llevan a pensar en severas disfunciones en su sistema neurológico y emocional.