El castrismo muda la piel


image CAMBIOS TRAUMATICOS EN CUBA

Raúl se rodea de tecnócratas y militares gestores tras la purga de fidelistas

TEMORES Y ESPERANZAS Algunos observadores temen por las reformas; otros ven signos alentadores



PODER MILITAR SUI GÉNERIS El poderío de los militares no se basa tanto en las armas como en la economía

FERNANDO GARCÍA  – La Habana.

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Corresponsal LA VANGUARDIA

Mudar la piel puede doler y dejar heridas, también a un gobierno y un país. Así ha sido, está siendo, en el caso de Cuba. La reestructuración que el presidente Raúl Castro ejecutó el lunes en cumplimiento de su promesa de hace un año – cuando sustituyó a su entonces enfermo y ya no tan convaleciente hermano Fidel- acabó siendo una traumática purga.

El resultado es un Ejecutivo netamente raulista que afianza a los militares y da entrada a un grupo de tecnócratas relativamente jóvenes llamados a ocupar los puestos de aspirantes a sucesores del castrismo que ocupaban los dos principales depurados: el ex canciller Felipe Pérez Roque y el ex coordinador del Consejo de Ministros Carlos Lage.

Los cubanos siguen haciéndose cruces, y muchas preguntas, ante el descalabro de los dos más destacados entre la docena de ministros y altos cargos destituidos. La manera en que Fidel Castro les acusó de dejarse llevar por "la miel del poder" de modo "indigno" y despertar "ilusiones en el enemigo externo" dejó helados a los cubanos, que no se esperaban ver a Roque y Lage en un cadalso político semejante al que en los noventa atravesaron el ideólogo comunista Carlos Aldana y el canciller Roberto Robaina (al militar Arnaldo Ochoa lo fusilaron).

Las cartas casi clonadas de renuncia, reconocimiento de "errores" y juramento de lealtad que los dos reos firmaron el jueves en Granma culminaron el drama. Al menos de momento, pues faltan por concretarse las razones y posibles derivaciones de la aniquilación. Como también se desconocen los pormenores de la caída de quien coordinaba los programas de la batalla de las ideas creada por Fidel, Otto Rivero; del supuestamente reformista ex ministro de Economía José Luis Rodríguez, y del prominente jefe de relaciones internacionales del Partido Comunista, Fernando Remírez de Estenoz.

El mayor de los Castro aseguró el martes que todos los cambios le fueron consultados. Y se rió de quienes vieron la reestructuración como un mero recambio de "hombres de Fidel por hombres de Raúl". Algunos detalles de la purga, así como la evidente coordinación entre los dos hermanos a pesar de sus diferentes estilos, obligan en efecto a evitar lecturas simples. No obstante, y frente a la distancia que el comandante en jefe tomó al subrayar que no fue él quien en su día propuso para sus cargos a los expulsados, cabe recordar que tanto Lage como Pérez Roque figuraron entre los seis elegidos a quienes el líder revolucionario encomendó la tarea de apoyar a Raúl cuando él cayó enfermo, en julio del 2006.

"Una cosa es cierta: Raúl ha consolidado su mando sacando a peones clave nombrados por su hermano Fidel. De aquí en adelante, Raúl será responsable de la política económica, aunque no sepamos su dirección futura", comenta el analista cubano Carmelo Mesa-Lago, catedrático emérito de Economía en Pittsbrugh.

Mesa-Lago es uno de los observadores que se preguntan qué hay detrás de la acusación de "ilusionar al enemigo" que Fidel lanzó contra Roque y Lage. Si la alusión se refiere a las supuestas posiciones de apertura de Lage, "¿no podría decirse lo mismo de los cambios que hizo Raúl en el 2007 y el 2008?", se interrogó el catedrático. No fue el único que se planteó dudas en torno al futuro de las reformas.

Pero la visión de los cambios en conjunto tiene también lecturas optimistas. Varios diplomáticos europeos coincidieron hace unos días, cuando Fidel ya había condenado a Roque y Lage, en dos aspectos de la reestructuración a su juicio alentadores: uno, Raúl ha demostrado con ella su voluntad de honrar los compromisos que asumió al tomar posesión, cuando también se reafirmó en sus planes de abordar importantes reformas económicas; y dos, el relevo en la cancillería favorece un diálogo con EE. UU. sin perjudicar, tal vez todo lo contrario, el ya reanudado con la UE.

En términos de política interna, la remodelación consolida el poderío de los militares. Un poderío no sustentado en el uso de las armas y que no se puede equiparar al de las cúpulas castrenses en las dictaduras latinoamericanas de los años 70 y 80. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias se basan por supuesto en los principios de jerarquía y disciplina. Pero en Cuba las estrellas sobre el verde oliva son sinónimo de pujanza económica y búsqueda de eficiencia productiva. No en vano las FAR gestionan sectores tan vitales como el turismo, la construcción, la industria básica y parte de la agricultura.

Los militares isleños, reforzados con el ascenso del comandante de la revolución Ramiro Valdés y la entrada de dos generales en el Gobierno, han implantado su propia doctrina de negocios, el "perfeccionamiento empresarial", que impone a las compañías adscritas unos exigentes requisitos de eficiencia. Otra cosa son las limitaciones que la crisis, las corruptelas y la debilidad productiva imponen a la hora de la verdad.

Los cambios en el Gobierno constituyen además un corto pero visible paso hacia un futuro cambio generacional. Los revolucionarios de más de 70 años siguen controlando la institución que, junto al PCC, marca el paso y toma las grandes decisiones: el Consejo de Estado. El avance, tímido, está en la entrada de gente de unos 50 en el órgano gestor del día a día: el Consejo de Ministros.

La sustitución del agresivo Pérez Roque por el "suave y profesional" Bruno Rodríguez favorece el diálogo entre La Habana y EE. UU.

Más fácil para Obama

Sin duda Raúl mira a EE. UU., cuya embajada ya no aparece rodeada de agresivos carteles

Hablar con Cuba es desde ahora más fácil para Estados Unidos.

FERNANDO GARCÍA  – La Habana.

Corresponsal LA VANGUARDIA

No es un anuncio telefónico, sino un hecho político: el de mayor calado diplomático entre los derivados de la remodelación del Gobierno de Raúl Castro. Con la salida de Felipe Pérez Roque de la cancillería y su sustitución por Bruno Rodríguez Parrilla, la tensión con vistas a un posible encuentro bilateral desciende de golpe a niveles tolerables. Así lo creen los profesionales de la diplomacia que hemos consultado en La Habana.

Al margen de los misteriosos "errores" que asumió en carta abierta al dimitir de los cargos que mantenía tras su fulminante destitución como ministro y su condena pública por parte de Fidel Castro, lo cierto es que la permanencia de Pérez Roque en Exteriores no encajaba muy bien en la agenda de un mandatario que ha mostrado una y otra vez su disposición a dialogar con EE. UU. El aplicado ingeniero electrónico a quien Fidel convirtió en uno de sus favoritos no dejaba de ser el hombre de gesto adusto y palabras duras que durante diez años puso cara y voz a los ataques, contraataques y desafíos del Gobierno revolucionario a Washington por su "cruel, ilegal e injusto bloqueo" y su "terrorismo de Estado".

No es que el sustituto del agresivo político de 43 años sea un blando. Diplomático experimentado, profesor de Derecho Internacional y respetado ex director de Juventud Rebelde, Bruno Rodríguez, de 51 años, se mostró tan contundente como el que más cuando le tocó defender las posiciones del Ejecutivo castrista; lo hizo durante su etapa de embajador ante la ONU, entre 1995 y el 2003, y como viceministro para América Latina, del 2004 hasta ahora. Pero su "perfil más profesional y técnico", su talante "más suave" y su fama de "reformista dentro de lo que aquí cabe" – en palabras de representantes extranjeros que le han tratado- le hacen más idóneo para hablar con una Administración norteamericana. "A Hillary Clinton no le habría resultado agradable un cara a cara con Pérez Roque. Es cuestión de estética política", comentaba ayer uno de los diplomáticos consultados.

Que el presidente cubano mira estos días hacia Washington es indudable, además de lógico. El Senado está a punto de votar una iniciativa que daría cumplimiento a la promesa de Obama de suavizar las restricciones con las que George Bush limitó los viajes y los envíos de dinero de los cubanoamericanos a la isla.

Es llamativo por otra parte que, al poco de llegar Raúl a la presidencia, todos los carteles con caricaturas y mensajes combativos que rodeaban la Sección de Intereses de EE. UU. fueran desmontados de sus caballetes, no se sabe si para siempre.

Igual que de esos rótulos con un Bush de sangrantes colmillos caracterizado como "asesino" o con un guerrillero cubano diciéndole al Tío Sam aquello de "Señores imperialistas, no les tenemos absolutamente ningún miedo", Raúl Castro se va desprendiendo de parte de la herencia política legada por su hermano. Incluidos contenidos, formas y por supuesto personas.