Un delator es autoridad de gobierno

Marcos Farfán, viceministro de Régimen Interior y el más sañudo pretoriano del gobierno masista no tiene un pasado muy limpio.

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Por el contrario existen muchos puntos oscuros que al parecer quiere tapar con un incondicional sometimiento a las órdenes del jefazo.



Muchos pueden recordar que en la década de los setenta, una vez implantada la dictadura de Hugo Banzer, se desató una dura represión que tuvo como objetivo inicial al ya muy maltrecho Ejército de Liberación Nacional. Farfán se jacta de haber sido militante de esa organización emblemática de una etapa violenta en la que las armas habían sustituido a la confrontación ideológica.

Muchos miembros del ELN cayeron en esa lucha y existen a la fecha otros tantos que están en calidad de desaparecidos. Es decir, se jugaron el pellejo por lo que consideraban justo y en ese empeño dejaron su vida.

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Pero existen otros cuya militancia no fue tan esforzada y, por el contrario, dejaron dudas más que razonables sobre su entrega a la causa. Farfán fue detenido en Cochabamba en febrero de 1972 y fue obligado a “cantar” todo lo que sabía de su organización.

Otros militantes del ELN por esa época, dicen que Farfán “cantó” y dicen también que “cantó” con tanto entusiasmo y dio tanta información que bastaron unos pocos días para que la dictadura desarticulara totalmente la ya muy esmirriada organización armada.

Como producto de su boca cayeron decenas de “elenos” como se los conocía en esa época. En el centro de detención ubicado en la actual prefectura de La Paz , él y otros dos que hablaron hasta lo que no sabían eran conocidos como “Los cantores del Valle” y aseguran que si bien fueron necesarios unos cuantos golpes para que hablaran, se requirió muchos más para que se callaran.

Farfán no estuvo mucho tiempo detenido y a las pocas semanas estuvo transitando libremente por las calles y nunca fue molestado a diferencia de sus compañeros que entregó y que ya no están para contarla.

Es muy probable que ese remordimiento de conciencia al haber entregado a tantos de sus compañeros lo haya llevado, ahora como viceministro, a «descubrir» los sótanos de tortura de las dictaduras militares ubicados en el  ministerio de Gobierno y armar un show mediático al que asistió el presidente Morales y en el cual Farfán hablo con todos los medios mostrándose como víctima del régimen de Banzer.

Por otro lado, en su situación actual, Farfán muestra un sospechoso apego a las posiciones más extremas dentro del MAS y es conocido que si dependiera de él, todos los opositores estuvieran a buen recaudo en Chonchocoro o, mejor aún, bajo tierra.

Es, además, uno de los pocos del gobierno que ha justificado la toma violenta de la casa de Víctor Hugo Cárdenas y las agresiones contra su familia. Hace y dice cualquier cosa para agradar a los jerarcas del MAS, no hay que olvidar que está donde está tras haberle serruchado el piso al anterior viceministro mostrando su eficiencia leguleyesca en el apresamiento y persecución de cívicos y autonomistas.  

El gobierno usa el tema de los desaparecidos durante las dictaduras de acuerdo a los requerimientos de la coyuntura política. Esta situación debe ser aclarada por respeto a la memoria de quienes dieron la vida por sus ideales, se esté de acuerdo o no con ellos. Pero debiera también identificar a los delatores que hoy se muestran como militantes del proceso de cambio.