Carta al presidente de la Asamblea de Naciones Unidas

Por Juan J. Gutiérrez Alonso. Profesor de Derecho Universidad de GranadaFuente: ABC.esEstimado Sr. Miguel D’Escoto Brockmann:Hace unos días usted emitió un comunicado de prensa en el que manifestaba su «apoyo total» a la huelga de hambre que el Presidente Evo Morales estaba realizando para conseguir que el Congreso de su país aprobara una ley que, según dicho mandatario y usted mismo, otorgue mayor representatividad a los sectores más desfavorecidos de su país, invitándonos además a que, aprovechando la Semana Santa, le dedicáramos «nuestra solidaridad y nuestros rezos por su compromiso inequívoco con los más desfavorecidos de la sociedad».Miguel D'Escoto Brockmann y Evo Morales Resulta muy preocupante que el Presidente la Asamblea de Naciones Unidas emita una declaración de esta entidad. En primer lugar, porque el titular del cargo que usted ostenta debería tener muy claras las reglas y exigencias de la separación de poderes como garantía fundamental en todo sistema democrático. En segundo término, porque sería recomendable que antes de ofrecer su apoyo incondicional públicamente a ningún dirigente, se documentara mínimamente sobre la situación política de Bolivia en general y sobre esta cuestión de modo muy particular. Resulta inaceptable que la gravísima polémica desatada en el país andino y amazónico (esta segunda caracterización se olvida con frecuencia y de modo muy interesado) de cara a los futuros comicios como consecuencia de la inexistencia de un padrón electoral mínimamente fiable y la irrupción de funcionarios cubanos y venezolanos en el país para la emisión y gestión de cédulas de identidad, se reduzca a, como usted dice, «la aprobación de una ley que otorgue mayor representatividad a los sectores más desfavorecidos». A estas alturas de «la película bolivariana», le confieso que resulta muy irritante ver cómo cada vez que se quiere cometer alguna tropelía en un proceso electoral, se usen a «los desfavorecidos, los campesinos, indígenas, los pobres o la patria» como argumento y justificación.Finalmente, en tercer lugar, quisiera manifestarle también que su opinión y posicionamiento en este asunto, además de resultar claramente parcial y poco fundado, puede representar una extralimitación de sus funciones que deja en muy mal lugar la institución para la que trabaja. Usted hace valer públicamente el cargo que ocupa para legitimar una determinada actitud de presión sobre un Congreso elegido democráticamente y en el que para no se dan las ecuaciones de su agrado ni las de su colega Morales, cometiendo de este modo una intromisión inaceptable en un país en el que la gobernabilidad democrática y la institucionalidad están ya muy en entredicho, gracias, entre otras cosas, a las medidas que el presidente Morales viene adoptando desde que tomó posesión como presidente y también, por qué no decirlo, a una permisividad y comprensión de ciertos sectores de la Comunidad Internacional incomprensibles.Tres años después de vencer transparente y holgadamente en los comicios de diciembre de 2005, generando grandes esperanzas, ilusiones y muchas expectativas de verdadero cambio dentro y fuera de Bolivia; Evo Morales y sus ya numerosos miembros y ex-miembros de gobierno, lo que han hecho ha sido dilapidar todo ese apoyo e ilusión popular y adentrarse en una senda etno-nacionalista y populista altamente peligrosa y perjudicial para los intereses de Bolivia. Han conseguido sacar adelante un texto constitucional que, además de ser excluyente y contrario a los fundamentos reales de la sociedad boliviana, ha sido aprobado de la forma más irregular que se recuerde en las últimas décadas en todo el Derecho comparado. También están desarrollando una progresiva estatificación de la economía que ha llevado el país a niveles de corrupción desconocidos desde hacía tiempo, al mismo tiempo que se ha desmantelado todo el poder judicial y aumentado muy peligrosamente la presencia del narcotráfico internacional en todo el país como consecuencia de su política de «industrialización de la hoja de coca» y enfrentamiento con Estados Unidos y la DEA.A ese panorama hemos de añadir que por primera vez desde hace mucho tiempo existen en el país presos políticos que son detenidos y trasladados de sedes jurisdiccionales sin aparentes garantías constitucionales, una progresiva política de exterminio del adversario político y una injerencia clara de los gobiernos de La Habana y Caracas, vislumbrándose en el horizonte un nuevo proceso electoral repleto de irregularidades y cuyo resultado ya podemos incluso avanzar sin mucho riesgo de equivocarnos. Si no se consiguen neutralizar las irregularidades y las actividades de los movimientos sociales afines a Morales que se usan en algunos casos como fuerzas y cuerpos de seguridad de vía de hecho, el resultado de los comicios será una aplastante victoria de Evo Morales y el Movimiento al socialismo. Pero recuerde, señor D’Escoto, que muchos de los actuales tiranos en el mundo son democráticos, en algunas ocasiones incluso son sostenidos en el poder gracias a la ayuda y a la condescendencia internacional, así como a una lista innumerable de organizaciones que pululan por estas tierras funcionando como altavoz mediático. Estos nuevos aspirantes a tiranos, son en muy parecidos a los de antaño, ni los unos ni los otros aceptan retrocesos electorales ni tampoco admiten fracasos ni rechazos populares. Siempre debe habrá un culpable o conspiración si eso sucediera. Aspirantes hay de sobra, la CIA, el Imperialismo, las oligarquías, las multinacionales o los neoliberales. No olvide que este tipo de dirigentes mesiánicos son los elegidos para la realización de «misiones históricas», esas que tanto nos recuerdan a los más oscuros episodios del marxismo y sus sucesivas reformulaciones.Por último, señor D’Escoto, me va permitir que aproveche su (¿ex?)condición de religioso, para hacerle notar también que esa misma persona – Evo Morales – para la que usted pedía en su misiva «nuestros rezos», es la misma que hoy ataca frontal y obscenamente a los estamentos religiosos del país por no «comulgar» con su proceso de cambio. Ese proceso que supuestamente está dirigido a beneficiar a los más necesitados ,pero que hasta la fecha no ha hecho más que crear confrontación, tensión, violencia, racismo, nuevas fórmulas de corrupción, aislamiento internacional y muerte. A este último respecto, conviene que tenga en cuenta que en el corto mandato de Morales van la friolera de 70 fallecidos en actos violentos vinculados directa o indirectamente a cuestiones políticas y que muy fácilmente se podrían haber evitado con una mínima voluntad por parte de quienes hoy regentan la sede de gobierno. A ellos, señor D’Escoto, si les deberíamos dedicar algunas plegarias y le invito cristianamente a que lo haga, porque no hay ideología, ni política, ni misión histórica, ni tampoco proceso de cambio, que merezca tan elevado número de víctimas inocentes y seguramente ajenas a los intereses de unos y otros.