El cambio llega al Pentágono

EE. UU. reorienta sus prioridades en defensa según la filosofía de Obama

Tras 18 años de prohibición, la prensa vuelve a cubrir la llegada de soldados muertos en la guerra

EUSEBIO VAL  – Washington.



Corresponsal LA VANGUARDIA

image Barack Obama hace notar el cambio en todos los ámbitos. El Pentágono no podía ser una excepción, dado el peso real y simbólico que tiene para la superpotencia. Bajo las directrices del nuevo presidente, el secretario de Defensa, Robert Gates, anunció el lunes una significativa alteración de las prioridades presupuestarias. Estados Unidos gastará menos en prepararse para las grandes guerras convencionales clásicas y dedicará más recursos a tropas, al combate del terrorismo y a afrontar conflictos de carácter irregular como los de Afganistán e Iraq.

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Lo curioso de la nueva etapa en la estrategia militar es que su principal cerebro y gestor es Gates, el único superviviente de la Administración Bush. Obama supo apreciar su pragmatismo, discreción y el respeto ganado en el Congreso. Por eso quiso mantenerlo en el puesto, al tiempo que transmitía una necesaria sensación de control para un país que libra dos guerras simultáneas. Ex director de la CIA con Bush padre, Gates imprimió pronto su sello de tecnócrata eficiente al relevar al polémico e impetuoso Donald Rumsfeld en el 2006.

Si la flexibilidad para adaptarse con rapidez a las nuevas amenazas está entre los objetivos del actual Gobierno, también la transparencia es un valor en alza. Obama decidió a finales de febrero poner fin a la prohibición, vigente desde hacía 18 años, de que la prensa asistiera, fotografiara y filmara la llegada de los restos mortales de los soldados estadounidenses caídos en operaciones en el exterior. Esta norma fue impuesta por Bush padre en 1991, durante la guerra del Golfo, y se mantuvo con los presidentes posteriores. La razón oficial era que así se protegía a las familias y se salvaguardaba su intimidad en un momento tan doloroso. En realidad, la exclusión de la prensa servía para convertir las guerras en una experiencia aséptica y hacerlas así más aceptables para la opinión pública.

El cambio de política en este terreno se puso en práctica por primera vez el domingo por la noche, cuando, tras la autorización de la familia del fallecido, la prensa estuvo presente en la base de Dover (Delaware) a la llegada del cadáver del sargento de la Fuerza Aérea Phillip Myers, muerto en Afganistán por una bomba.

Las percepciones son importantes, pero el núcleo de la reforma en el Pentágono está en la asignación de decenas de miles de millones de dólares, en decisiones sobre si continuar o parar el desarrollo de sofisticados programas de armamento. Con Obama, el Pentágono seguirá siendo un monstruo sin un rival que le haga sombra en la escena mundial, pero tenderá a poner énfasis en proyectos más ligeros. Mantendrá de sobras su capacidad de disuasión ante potenciales adversarios clásicos – como Rusia o China-pero dedicará más capacidad humana y tecnológica a desafíos en el terreno no convencional. Eso se va a notar en el presupuesto del 2010. Uno de los programas que se cancelará será el del cazabombardero F-22 Raptor, que estaba destinado a ser la joya de la corona de la Fuerza Aérea estadounidense. Serán construidos sólo cuatro aparatos más, hasta llegar a 187, pero ninguno más. También se dejará de producir el gran avión de transporte C-17. Otra víctima de la tijera presupuestaria será el nuevo helicóptero presidencial, Marine One,del que iban a producirse más de una veintena de unidades. El coste había sobrepasado todas las previsiones, superando, en precio por cada aparato, lo que se pagó para el Boeing 747 que se usa como Air Force One.Se sacrifican asimismo otros proyectos muy caros como un nuevo blindado para tropas, equipado con los llamados "sistemas de combate futuro", los más modernos sensores y comunicaciones para librar guerras inteligentes. Los sistemas antimisiles instalados en Alaska no se ampliarán, pero sí se financiarán otros para instalarse en barcos y destinados a interceptar misiles enemigos en la fase inicial de su lanzamiento. En cuanto a los portaaviones, la actual flota de 11 se reducirá a 10 para el año 2040.

Habrá más fondos, sin embargo, para aumentar el número de soldados, para adiestrar a tripulaciones de helicópteros y para fuerzas de operaciones especiales. Otros de los ganadores en la nueva era son el caza F-35 y los aviones teledirigidos, tipo Predator, usados con creciente frecuencia en Afganistán y Pakistán.

Los planes de Obama deberán pasar la prueba de fuego del Congreso, sobre todo en los casos de supresión de proyectos. Muchos parlamentarios están sometidos a fuertes presiones de empresas de armamento que dan empleo a decenas de miles de personas en sus circunscripciones. Allí es muy mala noticia – y políticamente letal en tiempos de crisis-perder contratos del Pentágono.