Asilo, Evo Morales y Alan García

image Por Sergio P. Luís

Profesional independiente

No hay caso, el presidente Morales, no puede ni quiere dominar sus impulsos y frecuentemente cae en la irresponsabilidad. Y en estos afanes poco santos, está bien acompañado por segundones, como el canciller David Choquehuanca, quien,  por su sumisión al jefe, no tiene vergüenza de desnudar su ignorancia.



El primero, es decir el presidente, sigue con la pésima práctica de revolver el avispero internacional en bullangueras reuniones populacheras de sus adherentes –espontáneos y obligados– con rudos e imprudentes discursos que muestran su odio e incultura que lo conducen a esas conductas reprobables que, al fin, ponen en peligro la armonía entre países tradicionalmente amigos.

El presidente de Bolivia, si sabe que existe el asilo como una institución jurídica que enorgullece a América, establecida por la convención de La Habana, Cuba, en 1933 y reafirmada en Caracas, Venezuela en 1954, tiene una primitiva interpretación de esos instrumentos internacionales. Y como su soberbia no tiene límites y cree que permanentemente gozará de impunidad, acusa públicamente al gobierno del Perú porque concedió asilo a un ex ministro boliviano que pidió protección, como víctima de una persecución judicial de dudosa justificación. Y Evo Morales amenaza –¡vaya bravata de quien no conoce sus propias debilidades!- al gobierno peruano e insulta nuevamente al presidente Alan García, a quien  llama chabacano. Pero habría que darle el beneficio de la duda, porque seguramente ignora el buen decir en castellano y no sabe lo que significa esa palabra (adj. Sin arte o grosero y de mal gusto. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).

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Volviendo al curioso Choquehuanca, se encuentra una declaración producto de su obsecuencia, pues dijo que la “protección –al ex ministro Torres– no procede”; así de simple, sin argumentos, mostrando que nunca supo que el asilo está regulado por convenios internacionales. Le “metió nomás” aceptando sin chistar lo que el jefe le dijo, así sea una majadería. Seguramente no ha leído que “Todo Estado tiene derecho de conceder asilo; pero no esta obligado a otorgarlo ni a declarar por qué lo niega” (Art. II de la Convención de Caracas) y que éste procede cuando “los hechos que motivan la solicitud de asilo, cualquiera que sea el caso, revistan claramente carácter político” (Art. III).

Es cierto, estos encumbrados personajes del populismo, el uno iracundo y el otro obsecuente, no han reparado en que la calificación del que pide protección (si es un  delincuente o un perseguido político) es de exclusiva competencia del estado asilante. La justificación es obvia: no dar oportunidades a la fabricación de juicios impulsados por los déspotas

Si Choquehuanca fuera un canciller en serio, conocería, como precedente, el caso del líder peruano Víctor Haya de la Torre, cuyo partido, el APRA del que es militante Alan García, defendió vigorosamente el derecho del perseguido a buscar refugio diplomático en la embajada de Colombia en Lima. Parece que esperar que el Canciller se haya instruido en estos temas, es “pedirle peras al olmo”. La cancillería ya está destruida como institución del estado, sólo es, ahora, un centro de propaganda, que tiene como operadores a torpes “diplomáticos” que representan al MAS en el exterior.

Así, se deja al presidente que patalee, despotrique, se enoje, grite, haga más ridículos y cometa desatinos peligrosos, avergonzándonos