El «reyezuelo» lo quiere todo

“Estamos en el gobierno pero no en el poder” repite en forma de letanía el presidente Morales desnudando la verdadera esencia de sus ambiciones. Es que gobernar para todos los bolivianos no es lo suyo. Lo que el quiere es el poder y lo manifiesta sin rodeos.

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El Presidente Evo Morales vestido de aymara, arenga a sus simpatizantes de El Alto, la ciudad en la que cuenta con el mayor apoyo político.(foto archivo Abi)



Evo se lamenta que durante mas de tres años en el gobierno, no haya podido controlar el Senado, el Poder Judicial y a todos los medios de comunicación del país. Ha expresado en un reciente discurso en Cochabamba su deseo de hacerlo a partir de las elecciones de diciembre próximo. Ha mostrado también que no reparará en medios ni métodos «legales» o ilegales para hacerlo.

“Despotismo ilustrado” se llamó a una corriente surgida en la nobleza europea a fines del siglo XVIII que recogió algunos elementos del enciclopedismo. Se habían percatado de que era necesario introducir algunos cambios para mantener intactos sus privilegios.

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Evo es un déspota pero no es ilustrado y lo que quiere es que nadie le ponga cortapisas a una ambición que amenaza con desbocarse. Entiende el “poder” en la peor de sus acepciones y lo identifica con el imperio de su voluntad.

Su concepto del “poder” es esencialmente antidemocrático y ya lo ha demostrado en innumerables ocasiones. Se traduce en el avasallamiento y la imposición alegando una supuesta misión histórica que solo a el y sus cortesanos les asiste el derecho de ejecutarla. 

La independencia y la articulación de los poderes del Estado que constituyen la base del sistema democrático son para Evo un estorbo, un escollo que obstaculizan su avance hacia la satisfacción de sus ambiciones imperiales.

Pero hay que agradecer que, pese a su enrevesado castellano, Evo se deja entender y no deja dudas sobre sus propósitos. Para él, las elecciones de diciembre significan el momento fundacional de su proyecto autoritario. A partir de esa fecha, no piensa tolerar el más mínimo atisbo de oposición o divergencia, por tenue que esta sea.

El MAS y sus aliados internos y externos esta trabajando intensamente para ello. Tienen recursos de sobra, según la revelación de un ex dirigente masista de que tienen alrededor de 40 millones de dólares para la campaña, además de todo el aparato estatal, con gente, equipos y medios y hasta los militares «colaborarán» en este cometido al oficialismo.

Morales pretende controlar el Senado, que a pesar de sus errores significo un cierto freno para su proyecto dictatorial y esto ciertamente lo sacó de quicio. Pero, peor aún, quiere estructurar un sistema judicial que obedezca únicamente a su voluntad y no a las leyes, a las que considera un resabio “neoliberal”. 

El alcanzar este poder omnímodo quita el sueño a Evo aunque se dice que esta no es la única causa de sus desvelos y existen otros relacionados con el consumo de algunas substancias que le alborotan sus inclinaciones mesiánicas.

Si logra sus ambiciones podrá exclamar. “El Estado soy yo” parafraseando a uno de los reyes europeos de los que ha copiado su despotismo, más no su ilustración.