Ex carapintadas argentinos estarían en Beni colaborando con fuerzas derechistas

image (Foto Página 12)

    La Paz, 12 mayo (ABI).- Once paramilitares argentinos conocidos como carapintadas estarían en el departamento del Beni colaborando con fuerzas ultraderechistas opositoras al Gobierno boliviano requeridos por empresarios y terratenientes de Santa Cruz con el objetivo de ser instruidos en materia de autodefensa ante eventuales intentos de apresamiento por parte de organismos oficiales, señala el martes un diario argentino.

    La Cancillería de ese país recibió la información de la embajada en Bolivia luego de que el gobierno de Evo Morales desbaratara una célula terrorista integrada por húngaros, croatas y bolivianos en el departamento de Santa Cruz, señala el diario Página 12.



    “Estaría presente en la zona del Beni (norte de Bolivia) una célula argentina de once ex carapintadas que se sumarían a otras dos células (brasileña y uruguaya), integradas por ex militares que habrían estado en misión en los Balcanes”, complementa el rotativo en una nota firmada por la periodista Nora Veiras.

    La mencionada ‘célula argentina’ habría mantenido contactos con sectores de ‘ultraderecha’, opositores al actual gobierno nacional boliviano, en Santa Cruz y en Cobija, departamento de Pando.

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    La información, fechada el 4 de mayo, que recibió la Cancillería argentina de la Embajada en Bolivia y a la que accedió Página 12, señala que “empresarios y terratenientes de Santa Cruz de la Sierra habrían requerido la presencia de los ex militares con el objetivo de ser instruidos en materia de autodefensa ante eventuales intentos de apresamiento por parte de organismos oficiales”.

    Las piezas del rompecabezas se empiezan a colocar en posición a partir de la investigación sobre el grupo de supuestos terroristas, liderado por Eduardo Rózsa Flores, “Héroe de la Guerra de los Balcanes”, que fue desbaratado por la Policía Nacional de Bolivia el pasado 16 de abril. El presidente Evo Morales denunció que la banda planeaba un magnicidio.

    La violenta irrupción de la policía ese día en el cuarto piso del hotel Las Américas que terminó con la muerte de Rózsa Flores (boliviano-húngaro-croata), Arpád Magyarosi (rumano de origen húngaro) y Michael Dwyer (irlandés) y la detención de Mario Francisco Tadic Astorga (boliviano con pasaporte croata) y Elöd Tóásó (rumano-húngaro) potenció la virulencia opositora en Bolivia.

    El presidente Evo Morales aspira a ser reelecto el próximo 6 de diciembre y leyó la actuación de esos comandos trasnacionales como una prueba cabal de un plan para asesinarlo. En el entramado de relaciones en ese campo minado aparecen indicios de la participación de los personajes de siempre.

    Cinco días después del operativo en el hotel, la Red de Televisión Húngara emitió una entrevista realizada por el periodista Andras Kepes el 8 de septiembre de 2008 en la que Rózsa confirma que viajó a Santa Cruz de la Sierra a pedido de personas que le solicitaron formar un grupo de autodefensa de la región y que, si no se lograba la coexistencia pacífica con el resto del país, se buscaría su independencia

    El pasado 21 de abril Página 12 informó que el vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, se había comunicado con el embajador argentino en La Paz, Horacio Macedo, para pedirle colaboración en el control de los pasos fronterizos “por la eventual presencia de activistas argentinos en distintas regiones de Bolivia”.

    En ese momento se mencionaban los viajes a Bolivia del mayor retirado Jorge Mones Ruiz, uno de los reincidentes carapintadas que entre el ’87 y el ’91 se alzó en armas para exigir la impunidad de los represores.

    El nuevo informe da cuenta de que “Mones Ruiz habría estado en contacto con el presunto terrorista-mercenario ultimado Rózsa Flores y con (Luis Enrique) Baraldini”, otro compañero de armas prófugo de la Justicia argentina por su actuación durante la represión ilegal en La Pampa y radicado en Santa Cruz de la Sierra con nombre falso.

    Mones Ruiz estuvo destinado como oficial de inteligencia del Ejército argentino en Bolivia durante un tramo de la última dictadura y suele jactarse del conocimiento de sus camaradas bolivianos.

    Al ex carapintada lo seducen sus vínculos con la ultraderecha latinoamericana. En el ’87, el Círculo Militar le publicó un libro en el que desarrollaba su expertise sobre la formación de grupos comandos contra los procesos revolucionarios en Centroamérica.

    Este año, encontró un anclaje institucional en la llamada UnAmérica, una ONG que pretende ser la contracara de la Unasur, la organización que integran los presidentes de América latina. Justamente, los gobiernos “izquierdistas”, especialmente los de Bolivia y Venezuela, provocan los desvelos del comité liderado por el venezolano antichavista Alejandro Peña Esclusa.

    El detallado informe que se está analizando en la Cancillería argentina cuenta que empresarios y terratenientes de Santa Cruz de la Sierra habrían apelado a los ex militares “con el objetivo de ser instruidos en materia de autodefensa ante eventuales intentos de apresamiento por parte de organismos oficiales y avasallamientos de distintos tipos, incluyendo la toma de tierras privadas por parte de entidades sociales como el MAS”, en alusión al Movimiento Al Socialismo, el partido que lidera Evo Morales.

    El modelo de los terratenientes brasileños que instauraron virtuales escuadrones de la muerte para contrarrestar la acción de los Sin Tierra ilumina el imaginario de las fuerzas reaccionarias de los secesionistas de la región más rica de Bolivia.

    La organización Human Wright Foundation Bolivia, que responde a Victor Hugo Achá, sería el alma matter de la estrategia encuadrada en los objetivos de UnAmérica, evalúa el texto que recaló en el Palacio San Martín.

    El 30 de abril, el fiscal Marcelo Sosa quien instruye la investigación por la actuación del grupo de Rósza convocó a declarar a Achá para corroborar las declaraciones de algunos de los detenidos en la causa.

    El presidente de HWF había viajado una semana antes a los Estados Unidos y anunció que no regresará hasta que no le den garantías legales para defenderse de las acusaciones. Sin embargo en una comunicación telefónica con un canal local reconoció que conversó en más de tres ocasiones con Rózsa pero, obviamente, negó cualquier vínculo con la milicia que organizaba el boliviano-húngaro-croata.

rsl ABI


imageMONES RUIZ, UN ADMIRADOR DE SEINELDIN Y LOS GRUPOS DE TAREAS

Un nostálgico de otras épocas

El carapintada argentino relacionado con los derechistas bolivianos es autor de un libro sobre fuerzas que utilizan métodos paramilitares, admira a Seineldín y a Rico y es delegado de la organización ultraderechista UnaAmérica.

Fuente: Página 12 por Carlos Rodríguez

El ex carapintada Jorge Pedro Mones Ruiz, quien tendría vinculación con algunos de los comandos de extrema derecha que participaron del intento de magnicidio del presidente de Bolivia, Evo Morales, es un confeso admirador de las llamadas Fuerzas de Adiestramiento Especial, como los Rangers o los Boinas Verdes de los Estados Unidos, de oscura participación en Vietnam y en otras guerras imperialistas. En un libro de su autoría publicado en 1986 por el Círculo Militar y que se titula Fuerzas de Adiestramiento Especial, Mones Ruiz hace una apología de estos grupos orgánicos de los ejércitos que utilizan los mismos métodos que los “paramilitares”. En su trabajo de investigación, el militar incluyó un capítulo dedicado al “equipo especial de lucha contra la subversión” llamado “Halcón 8”, creado en febrero de 1978 en la Argentina, con el objetivo de impedir “hechos subversivos de diferente tipos” durante el Campeonato Mundial de Fútbol jugado en junio de ese año en el país. Integrado por 50 oficiales y suboficiales del Ejército Argentino, el cuerpo estuvo al mando del también ex carapintada Mohamed Alí Seineldín.

imageEn el capítulo, el autor del libro resalta las condiciones personales de Seineldín, a quien presenta como un “jefe reconocido por sus dotes personales que lo han distinguido para la conducción de operaciones especiales y para la formación de individuos aptos para ejecutarlas”. Los dos ex carapintadas, Mones Ruiz y Seineldín, participaron del alzamiento militar contra el ex presidente Carlos Menem, ocurrido el 3 y el 4 de diciembre de 1990. Mones Ruiz fue uno de los que coparon la guardia del Regimiento I de Patricios, utilizando los métodos de las “fuerzas especiales” que dan fundamento al libro. En el ataque al regimiento murieron el teniente coronel Hernán Pita y el mayor Federico Pedernera.

Mones Ruiz también despliega elogios a otra formación, creada en el año 1982, como fue la Compañía Comando 601, cuyo jefe fue el entonces mayor Mario Castagneto y que fue trasladada a las islas Malvinas en el mes de abril de ese año. Sin hacer mención alguna al triste papel que jugó, sobre todo el Ejército, en ese conflicto bélico, el autor del libro ensalza también a la Compañía Comando 602 “movilizada con cuadros provenientes de unidades del resto del país”. Ese cuerpo estaba bajo el mando del entonces mayor Aldo Rico y realizó, según Mones Ruiz, “exitosas misiones (incursiones, exploración y emboscadas) contra el invasor inglés”.

Como se sabe, Aldo Rico siguió luego haciendo “emboscadas”, pero en contra del gobierno constitucional de Raúl Alfonsín. En la Semana Santa de 1987, Rico movilizó tropas para exigir la finalización de los juicios contra represores por crímenes de lesa humanidad y, luego de sofocado ese intento, volvió a comandar una nueva aventura golpista en Monte Caseros, Corrientes, en enero de 1988. Tanto Rico como Seineldín fueron condenados, pero ambos recibieron el indulto presidencial, el primero firmado por Carlos Menem y el segundo por Eduardo Duhalde en el año 2003.

Al describir las funciones de “Halcón 8”, liderado por Seineldín durante el Campeonato Mundial de Fútbol, Mones Ruiz asegura que su misión fue la “propia de un equipo o grupo de acción directa” y “estaba orientada a prevenir, neutralizar la acción del oponente o, en su caso, aniquilarlo”. Mones Ruiz aclara que Halcón es “una sigla formada por las primeras letras de las siguientes palabras: Hábil, Agil, Ligero, Combativo, Original y Novedoso”, mientras que el número 8 deriva del último correspondiente al año de su formación: 1978. El grupo tenía una plana mayor de 9 miembros cuyos nombres no son mencionados.

Uno de los grupos operativos era el de “asalto”, integrado por el jefe, un tirador especial, un motociclista, un conductor de automóvil y dos tiradores. Siempre era secundado por el grupo de “apoyo”, constituido por el jefe, un tirador de arma de apoyo (ametralladora), un conductor de autos y otro de camioneta, un especialista en comunicaciones y un enfermero. El autor del libro sostiene que esos grupos que actuaron en el país durante la más feroz de las dictaduras estaban equipados en forma similar a las fuerzas especiales “GSG-9 de la República Federal de Alemania, los equipos SWAT (Special Weapons and Tactics) de las policías de EE.UU., del SAS (Servicio Aéreo Especial) británico y de los ‘Blue Lights’ de las fuerzas especiales norteamericanas”.

Luego se describe el increíble equipamiento, que incluía un arsenal, con el que contaban los integrantes de “Halcón 8”, a saber: “Automóviles, motocicletas, equipos de comunicaciones individuales y vehiculares, armas livianas con silenciador (pistolas ametralladoras), fusiles para tiradores especiales, escopetas automáticas, ametralladoras MAG, fusiles automáticos con miras para tiro nocturno, máscaras antigás, chalecos antibalas, paracaídas, armas silenciosas (ballesta, arco y flecha, cuchillos, dardos, rifles de caza mayor, etc.), lanzacohetes 88,9 milímetros, anteojos para observación nocturna de 1ra. y 2da. generación, equipos de esquí y andinismo individuales, camiones Mercedes Benz 608 equipados para diversas tareas, equipos de buceo, botes de goma con motores fuera de borda, equipo de comunicaciones para guiado de aeronaves, etc.”.

En el cierre del capítulo dedicado al grupo “Halcón 8”, Mones Ruiz dice que fue desactivado, pero que “las experiencias recogidas y las necesidades de contar con elementos de este tipo hicieron posible que al poco tiempo el Ejército creara, después de varios años expectantes, la Compañía de Comandos 601”. Mones Ruiz, en abril de 2001, se desempeñaba como asesor en el Ministerio de Defensa, donde había sido nombrado por el ex titular de esa cartera Ricardo López Murphy, según lo publicado por la revista Veintitrés. De acuerdo con lo que se señalaba en la nota, su función era la de “asesorar en temas relacionados con el área de inteligencia”.

El militar, delegado de la organización de ultraderecha UnaAmérica, ofrece conferencias, donde es presentado como licenciado en Estrategia y Organización, ex mayor de Caballería, oficial del Estado Mayor y especialista en temas de Defensa. En varias ocasiones fue columnista invitado del portal La Historia Paralela, donde se critica en forma permanente a Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales. El 8 de noviembre de 2006 escribió: “La situación que vive nuestro país en sus instituciones fundamentales y fundacionales, nos agobia”.

En un tono francamente golpista, aseguró que hay que ser “optimistas” porque “abunda información pública que nos permite adquirir conocimiento cabal de que estamos viviendo ‘tiempos estratégicos’ a los que solamente falta definir ‘el momento estratégico’”. En ese contexto, expresó su apoyo incondicional, como figura política pública, a Juan Carlos Blumberg, a quien calificó de “genuino, auténtico, honrado”, al punto de que, desde su visión de las cosas, representa “a los nuevos que tienen que venir, para ocupar el lugar de los que nunca se fueron”.