¡Exigencias de visas, visas y más visas!

eldeber Dominicus

En varias ocasiones EL DEBER ha publicado comentarios editoriales acerca del drama de viajar con pasaporte boliviano. De inmediato, el infortunado portador provoca desconfianza o es confundido con narcotraficantes. Cada tanto, el desventurado compatriota poseedor de un pasaporte nacional termina en una casilla sujeto a minuciosas inspecciones que incluyen a veces hasta análisis de cavidades internas, algo verdaderamente humillante e indignante.



Por otro lado, no todos tenemos la suerte de disponer de pasaportes alternativos mediante sistemas de doble nacionalidad; debemos aguantarnos con lo único que queda al alcance.

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A las azarosas circunstancias a las que se arriesga el temerario portador del documento internacional de viaje de nuestro país, se suma ahora el hecho de que más y más naciones nos exigen visado previo, hasta para un simple tránsito.

Yo no sé a ciencia cierta si estas crecientes exigencias son fruto de la negligencia de nuestra Cancillería, que no ha sabido negociar mejores términos (sé que Ecuador lo hizo exitosamente con la Unión Europea), u obedecen a un creciente ‘antibolivianismo’ de la comunidad internacional. Prefiero no especular y dejo las cosas ahí. Lo que si sé con certeza es que, salvando los países limítrofes y algún otro, precisamos visa para cualquier viaje al exterior. Agréguese el antipático centralismo de las embajadas extranjeras. Todas las tramitaciones de visa se hacen en La Paz. El solicitante cruceño está obligado a hacer un viaje a las alturas, con los gastos y potenciales problemas de salud que ello significa. Me cansé de reclamar por este centralismo diplomático en varias notas, pero la dirigencia local nunca movió un dedo.

Los Estados vecinos –hasta el momento al menos– aceptan el ingreso con la simple presentación de una cédula de identidad válida. Yo, por eso, he decidido no viajar a ninguna parte que no sea la periferia inmediata. Es más, ni siquiera tengo pasaporte en la actualidad. Me niego a someterme a tantos trámites y a los tales visados extranjeros. Y encima de semejante ordalía, aún así correr con la posibilidad de ser ultrajado en las duras revisiones aduaneras que sufren los bolivianos. Para eso, mejor me quedo sin moverme de esta cálida tierra oriental donde nací. Ya tuve antes la suerte de viajar mucho, no me interesa ahora recorrer el mundo, lo hago virtualmente por la Internet.