La casa tomada

centa.archivo3 Centa Reck

Respeto mucho a Helena Argirakis, quien ha aceptado la tarea de presidir una casa sin autonomías. La que en mi modesta opinión es una casa vacía, no tiene contenido, carece de alma, es una casa hecha para el engaño y bueno, Helena siendo tan inteligente, tan llena de buenas intenciones, ha caído en el enredo de administrar una casa que siempre estará vacía y que intenta además vaciar el espíritu de los cruceños, romper su visión y socavar poco a poco la identidad que es la savia y el alma de los pueblos.

A veces uno no se da cuenta y entra en casas que están pobladas de fantasmas, que están como se dice embrujadas y que ningún sortilegio será suficiente para exorcizar a esos seres de otro mundo que se han adueñado de los espacios vitales y que los van tomando sin ningún tipo de reparo.



Julio Cortázar hizo un excelente cuento al respecto que se llama precisamente “La casa tomada”, donde los habitantes de la casa, dos seres solitarios, van descubriendo que conviven con ellos otros seres invisibles pero que paulatinamente van tomando cuenta de la casa reduciéndoles sus espacios hasta finalmente dejarlos prácticamente sitiados en un zaguán, le quitan primero el espacio de acceso a los apreciados  libros recuerdos de la familia, siguen con la cocina, hasta que finalmente no les dejan ni el espacio del dormitorio. Ellos nunca vieron a los seres que sólo se presentificaron en sus vidas mediante ruidos identificados como un sonido sordo, metálico, mientras van tomando el salón con los libros centenarios, el piano del padre con los candelabros de plata, los cuadros de los bisabuelos, todo lo que representa una historia compartida, tradición, identidad.

Los habitantes tomados como rehenes, descubren luego que les han ido quitando todo, que los van dejando sin espacios, que después de ceder estos lugares no hay forma de volver a recuperarlos porque si se deja que la fuerza ajena entre, resulta que luego es demasiado tarde para revertirla.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Los habitantes del cuento apenas logran escapar del tomador de la casa y mirando por última vez la magnífica propiedad, con todo lo suyo que quedó prisionero dentro, se abrazan abatidos y arrojan la pesada llave entre la tupida maleza. “No fuera a ser que el diablo se animara a entrar a esa hora y con la casa tomada”, piensan en la hora de la desesperación y de la pérdida total de su espacio vital, de su hogar, de la que antes fuera su hogar.

Por eso es que Helena, quizás esté contribuyendo a que se siga armando Troya en Santa Cruz y puede que haya lanzado otra manzana de la discordia en plena mesa del banquete.

Tal vez ella no lo vea así, tal vez piense que está comprometida con un proceso de “cambio” que suena muy lindo, pero que en la realidad contrasta con los postulados que dice tener y que por lo tanto no puede dejar de considerarse que el cambio no es el que se esperaba, que a nombre del cambio se están haciendo graves violaciones, se está pretendiendo perseguir a todo un pueblo, que una cosa es tener diferencias internas, pero otra es dejar que se atente contra la esencia de la identidad, que se apoye un proceso que postula uniformar el pensamiento a través de una hegemonía ideológica y cultural, queriendo quitarnos y robarnos el alma, como lo propuso García Linera en su tesis de contra hegemonía ante los Kàras.

Yo se que Helena va a decir que el proceso que encarna opera contra la cultura de las élites políticas y económicas, estamos de acuerdo en que hay también espacios tomados internamente, pero esto se debe resolver quizás de otra manera, pues no es asunto que el supuesto remedio sea peor que la enfermedad y nos liquide, liquide la esencia, atente contra el alma, en el intento de abrir espacios se deje perpetrar una toma.

Bueno, cada quien tiene derecho a tomar su camino y sus decisiones, pero también es bueno que se sepa que hay quienes pensamos que la casa es más bien de la anti autonomía, que está vacía, que está poblada de fuerzas extrañas que sólo quieren ganar espacio para expulsar nuestro proyecto, nuestra visión país, nuestra cultura, hablamos de  que la casa tiene ahora nuevos inquilinos que están dispuestos  a meter mucho ruido a corrernos con los ruidos, que están en pie de guerra para tomar todos los espacios y quizás también saquear esos espacios, desnudarlos, descuartizarlos, dejarlos yermos y estériles, como ocurre con todos los actos violentos y violatorios.

-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente, dice uno de los personajes del cuento de Cortázar.

-No, nada, respondió la otra. Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora…. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada, termina la historia.